En unos apuntes manuscritos hallados en el despacho del militar y político Francisco de Quintana y León, Marqués de Acialcázar, para una conferencia en el Gabinete Literario de Las Palmas, describe que llevaba Gran Canaria largos años sosteniendo una lucha estéril por recobrar unas preeminencias de capitalidad perdidas por la isla en 1808. Por Ley de 27 de enero de 1822 se declaró a Santa Cruz de Tenerife como capital de todo el Archipiélago. Esa concentración del poder en Tenerife afloró en toda su crudeza el Problema Canario. Al ocurrir estos hechos Gran Canaria no supo, por incapacidad de los hombres que regían sus destinos, ocupar la posición que le llamaba el interés general de los habitantes. Y ocurrió que, primeramente por incuria o mala intención, diésemos lugar a que fuera de nuestra isla se constituyese por autoridades de segundo orden o improvisadas una Junta que se abrogó el mando del Archipiélago y hasta subordinó a ella las autoridades superiores legítimas. Desde aquel punto crítico la ciudad no cesó de batallar en la Corte para recobrar su antigua posición. Ni los argumentos que se hicieron muy fundados, ni mensajeros a la metrópoli que se enviaron reiteradamente, ni gestiones con grandes dispendios y agotadores esfuerzos, nada lograron y, cada día, en cada reforma, recibía esta isla un nuevo quebranto en sus antiguos privilegios y en sus esfuerzos para el logro de su rehabilitación.
En este lamentable estado llegamos al año 1844 en que la fundación del Gabinete Literario fue como un toque de clarín, que agrupara a los hombres y les diera energía, para afrontar la situación creada e imprimir al país una fuerza dinámica, que era imprescindible para salir del estado de inercia a que había llegado. Entonces una generación de hombres, nuevos en las lides políticas, tomaron la dirección de la cosa pública y dejaron a un lado, aunque sin abandonarla, la reclamación de los antiguos derechos a la capitalidad. Estos defensores de Las Palmas, años antes, ya comprendieron que la creación del Gabinete Literario era una exigencia. El 17 de diciembre de 1842 medio centenar de personas, unas con actividades mercantiles y otras licenciados en Derecho o en Medicina, se reunieron y firmaron la relación escrita de lo acordado. Los promotores fueron Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, Domingo J. Navarro, Juan Evangelista Doreste y Antonio López Botas. Así se fundó el 1 de marzo de 1844 el "Gabinete Literario de Fomento y de Recreo de Las Palmas" con el fin de fomentar el progreso literario, cultural y científico. Una semana más tarde, el día 9 de marzo de 1844, fue elegida la primera junta directiva presidida por Roberto Houghton, formando parte de la Junta de gobierno como vicepresidente Antonio López Botas, secretario Juan E. Doreste, tesorero Fernando Navarro, contador José María García, y vocales Bernardo González de Torres y Mariano Collina. Desde su fundación el Gabinete tuvo su sede, situado en el mismo lugar que ocupa actualmente, en unas dependencias cedidas por el Teatro Cairasco.
El Gabinete Literario desde sus orígenes se planificó con ese objetivo de disminuir las necesidades sociales, educativas y culturales. Así fueron surgiendo la fundación del colegio de San Agustín, la creación de la Orquesta Filarmónica, la Sociedad de Seguros Mutuos que sería la base de la futura Caja de Ahorros y Monte de Piedad y la primera Exposición de Industria de Gran Canaria. Asimismo impulsó las Bellas Artes, fundó centros de enseñanza en la capital y en sus barrios y organizó actividades notables como las Bienales Regionales de Bellas Artes. Un acontecimiento con trascendencia fuera de Canarias fue en 1910 los Juegos Florales teniendo como mantenedor a Miguel de Unamuno. Destacable, además, fue su afán en promover los edificios con buen aspecto, urbanizar las calles con pavimentaciones de calzadas, las aceras bien alumbradas y construyendo conductos que vertieran sus aguas en alcantarillas.
En estos años la población de Gran Canaria (1846), que era 71 180, y la de Las Palmas de Gran Canaria (16 329), prepararon la primera expansión moderna de la ciudad a pesar de aparecer años de hambrunas y enfermedades infecciosas como el cólera en 1851. Sin embargo, en 1852 se promulgó la Ley de Puertos Francos que fue el apoyo principal para el progreso comercial que favoreció al apogeo portuario y mercantil de Las Palmas desde finales del siglo.
A comienzos del siglo XX el Gabinete ocupaba todas las dependencias del edificio del Teatro Cairasco. Por lo tanto se proyectó construir un nuevo teatro que sería el Pérez Galdós. La primera denominación del teatro fue Tirso de Molina, cuya inauguración oficial se realizó en 1890. En 1901, coincidiendo con el estreno de Electra, el teatro cambió su nombre por el actual dedicado a Benito Pérez Galdós. Don Benito, que nació en 1843, dibujó poniendo en ridículo el lugar del nuevo teatro situado en la desembocadura del Guiniguada y lo bautizó como el Coliseo Náutico.
A inicios del siglo XX, como señala A. Herrera Piqué, se reformó el edificio. Más tarde, en 1917, se acabó el Salón Dorado o Salón de Baile y, posteriormente, por los arquitectos Fernando Navarro y Rafael Massanet, la actual fachada principal. Además de otras salas y salones, destacados por su belleza y valor cultural y pictórico, se debe destacar la creación de la Biblioteca en la que existió desde el principio la norma de que cada aspirante al ingresar como socio aportara un libro. En conclusión, se puede afirmar que el Gabinete Literario ha sido, y es, una institución cultural de carácter multidisciplinar abierta siempre con un espíritu liberal donde cabe el debate reflexivo y contrastado en beneficio de la cultura, el progreso y la libertad.
Manuel Herrera Hernández es Miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH). Las fotografías del emblemático edificio son de finales del siglo XIX y pertenecen al Archivo de la Fedac.