La lluvia empañó ayer la celebración de la LPA Sunday Shooping Party, que desde hace once ediciones se organiza en Triana todos los primeros domingos de mes con el fin de fomentar las compras y aprovechando que el casco histórico de la ciudad tiene la categoría de Zona de Gran Afluencia Turística. El agua, que comenzó a caer a las 12.30 de la mañana, dio minutos después una tregua de unas dos horas a los cientos de ciudadanos y turistas que aprovechaban la jornada dominical para acudir a las Rebajas para, finalmente, deslucir la fiesta que habían organizado los comerciantes de la Asociación de Empresarios de Triana y Vegueta en colaboración con la Asociación Mojo de Caña. A la hora del almuerzo Triana era un charco.

El chipi-chipi, que a la hora de la comida se convirtió en chaparrón, descolocó a muchos de los consumidores que ayer acudieron a Triana a disfrutar de una jornada más de LPA Sunday Shopping Party ya que la mañana amaneció con sol. Los más precavidos abrieron sus paraguas, mientras que el resto; muchos de ellos con niños, tuvieron que buscar refugio bajo los edificios y en el interior de los comercios porque el sirimiri calaba, mientras Triana se convertía en una pista peligrosa para caminar.

La jornada, con numerosas actividades infantiles programadas, para que las familias aprovecharan las rebajas de invierno, que finalizan el próximo 8 de marzo, hasta las seis de la tarde se truncó a la hora de la comida cuando la lluvia, ya convertida en aguacero, interrumpió definitivamente en toda la ciudad. Los más perjudicados, los restaurantes y locales con terrazas.

Nada hacia presagiar ese final a las once de la mañana, cuando la comparsa Aragüime, del municipio de Agüimes, y la batucada Retumbaya ponían ritmo y color a la fiesta, a la que habían acudido numerosos cruceristas ya que en el Puerto de La Luz estaban atracados el AidaBlue y el Mein Schiff 1.

El director de la comparsa, Tony Espino, animaba a los 22 componentes -son un total de 26- medio despelotados con el traje de fantasía a aguantar el fresquito minutos antes de desfilar desde el parque de San Telmo a la plaza del Pilar Nuevo.

La agrupación, que tiene varios premios de vestuario a sus espaldas en el Carnaval capitalino, estaba contenta por aportar su granito de arena para impulsar el comercio en la ciudad. "En los tiempos que corren si no nos apoyamos los unos a los otros esto no avanza", explicaba Espino.

Aragüime, que no recibe subvención del Ayuntamiento de la capital por ser del municipio de Agüimes, ha gastado, sin embargo, 17.000 euros en material para confeccionar sus trajes con los que participará en el concurso de Comparsas Adultas del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, que se celebrará el próximo día 23 en el parque de Santa Catalina. "Algunos elementos los hemos comprado aquí y otros hemos tenido que ir a buscarlos fuera como el plumaje; que nos ha costado más caro que el año pasado porque muchas empresas han cerrado por la crisis". Las plumas de gallo han pasado de 900 euros el kilo a 1.800.

Mientras la comparsa salía hacia la trasera de la Catedral, un bosque animado de ninfas y seres extraños cobraba vida en sentido contrario en forma de pasacalles. Nada de esto interrumpía la dinámica del equipo de cuatro personas del vehículo del Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia, capitaneado por la doctora Anahi Domínguez, que emplazados cerca de la espiral del escultor Martín Chirino, continuaba con su tarea de sensibilizar a la población de la necesidad de donar sangre y de extraerla a aquellos ciudadanos que buscan la paz del domingo para ser solidarios.

La doctora reconocía que el éxito del LPA Sunday Shopping Party les ha beneficiado ya que numerosas personas se acercan a conocerles. En la última edición recogieron 70 bolsas de medio litro de fluido de las que luego se separan en plaquetas, plasmas y serie rojas.

Pasada las doce de la mañana, una fina llovizna hizo acto de presencia y cientos de personas buscaron refugio en los soportales, tiendas y en los salientes de los edificios. Pilar Tejera, Francisco Cárdenes y Sandra Rodríguez, que venían de la "periferia"; o sea San Lorenzo, hicieron lo propio. "Como en el campo estaba lloviendo hemos venido a dar una vuelta", contaba Pilar. Ninguno de los tres había comprado nada, pero aseguraban que había ofertas muy buenas. "Siempre que venimos algo se pica", puntualizaba Francisco. Los tres creen que la clientela seguirá fiel a Triana si, finalmente, el Gobierno aprueba abrir otras áreas comerciales de la ciudad los domingos.