La poeta se educa en Gibraltar, en donde su madre se había establecido como profesora de idiomas. En 1848 vuelven a Cádiz, pasan a Sevilla y, sin que exista una causa aparente que lo justifique, se trasladan a Santa Cruz de Tenerife, donde ya hay noticias de ambas en el año 1852. Vuelve Ángela a establecerse como profesora de idiomas y, poeta también, se integra muy pronto con su hija en la vida literaria y periodística de la capital tinerfeña. Desde 1853, en que aparece, en El Noticioso de Canarias, el primer poema publicado por Victorina, “Mi sueño”, serán asiduas sus colaboraciones poéticas en El Eco del Comercio, en El Guanche, en El Instructor y el Recreo de las Damas, entre otras publicaciones. Entre 1854 y 1858 interviene como actriz aficionada en las funciones teatrales de la Sociedad Democrática*. En 1855 contrae matrimonio con el capitán Gregorio Domínguez de Castro. En 1861 visita Las Palmas de Gran Canaria, acogida por los hermanos Martínez de Escobar*. Los poemas más abundantes de su primera época se refieren a la relación sentimental con su marido; luego, escribe acerca del desengaño ante el mundo y ante la amistad; para volver finalmente, en los últimos años de su corta existencia, a los poemas de amor y a los que expresan su premonición del final: “¡Quiero partir!” o “Plegaria”, sobre la epidemia de fiebre amarilla que se cernía sobre la población de Santa Cruz. Para huir de la misma, la familia intenta salir de la ciudad en 1862, pero la poeta será presa de la enfermedad y muere en noviembre de ese año. Tras su muerte, su marido recopila su obra poética dispersa en los diarios locales, en un volumen titulado Lágrimas y flores. La escritora había dedicado también atención a la prosa y, entre 1857 y 1862, publica diversos artículos en El Fénix, El Guanche, El Teide, El Eco del Comercio o El Instructor y el Recreo de las Damas, así como una novela por entregas, El secreto de la hermosura, que aparcería en El Guanche, entre septiembre y octubre de 1862. En 1866 hubo un proyecto de edición del total de esta obra en prosa, que no llegó a materializarse. En 1981, descendientes de la poeta entregaron a María Rosa Alonso* el álbum que el capitán Domínguez había regalado a su mujer en 1855, y que contenía versos e ilustraciones que fueron dejando en él tanto su madre como su marido, como diversos amigos escritores: José Benito Lentini*, José Desiré Dugour*, Claudio F. Sarmiento*, Romero y Quevedo* o los hermanos Martínez de Escobar; también, Fernanda Siliuto o Ignacio de Negrín*, entre otros. Hay edición facsimilar de ese álbum (Tenerife, 2001).