GABRIELA GULESSERIAN | Puerto de la Cruz
La Universidad Popular Francisco Afonso, de Puerto de la Cruz, alberga desde hace 30 años la única escuela pública de Joyería de Canarias, y de las pocas que hay en España. Pese a estar siempre “a tope de alumnos”, actualmente hay 40 en lista de espera, desde octubre del año pasado las clases han sido postergadas indefinidamente “sin una explicación al docente que las imparte y tampoco al alumnado, al que le están devolviendo el dinero de la preinscripción”.
Así lo corrobora Antonio Moya, la persona que estuvo al frente de la escuela durante 30 años -se jubiló en abril de 2012- y quien tiene razones más que suficientes para estar preocupado por su incierto futuro. “Es una lástima si se cierra definitivamente, porque ha creado puestos de trabajo y ha formado un importante tejido empresarial”, se lamenta.
Según Moya, fueron diversas las ocasiones en las que, desde octubre hasta ahora, “marearon al profesor y a los estudiantes diciéndoles que las clases empezarían a la semana siguiente”. Estos últimos, incluso, “están pensando en ir a hablar con el alcalde, Marcos Brito, a ver si les aclara la situación”.
El viejo maestro no entiende lo que está ocurriendo. Entre otras cosas, porque la actual coyuntura de la escuela que él creó hace más de 30 años no concuerda con los argumentos ofrecidos por el grupo de gobierno (CC-PP) en el Ayuntamiento y la necesidad de buscar nuevas fórmulas para aquellas enseñanzas que generen déficit a las arcas municipales, tal y como manifestó en varias ocasiones la concejal de Hacienda, Sandra Rodríguez.
“Pero no es el caso de la escuela de Joyería, aclara, “donde no hay falta de alumnos, sino todo lo contrario, y tampoco se puede justificar que el docente supone un gasto ya que el actual, Rafael Martín Krijer, ha tenido que darse de alta como autónomo”.
Para este último, que además ha sido su sucesor en el centro, solo tiene palabras de elogio y admiración: “Es un maestro joven y con ideas modernas, con toda seguridad, de los mejores de Canarias y es una lástima que eso no se aproveche”.
Antonio Moya comenzó a trabajar en el centro justo cuando se inauguró, en el año 1982. Desde entonces, subraya, han sido muchos los jóvenes que acuden a recibir clases de Joyería con la inquietud de labrarse un futuro profesional, obtener el carné de artesano y acudir a las diferentes ferias que se organizan.
También recuerda que en la escuela se han dado clases de Microfusión, una especialidad única en Canarias que tiene un coste muy elevado pero que en el centro portuense se impartirá “a un precio simbólico”. Pero a partir de ahora, si finalmente se cierra, quienes deseen aprenderla estarán obligados a desplazarse a la Península.
Por todo ello, este antiguo docente espera que las autoridades locales sepan aprovechar estas circunstancias y la escuela de Joyería “siga dando brillo no solo a la Universidad Popular sino también al municipio de Puerto de la Cruz”.