El anuncio de una nevada sobre las cotas más altas de Gran Canaria movilizó desde primeras horas de la mañana a miles de personas, que desde todos los puntos de la isla se encaminaron hacia la estación militar de Los Pechos. Sandra Bolaños salió de Gáldar y cruzó todas las medianías del norte con la esperanza de intercambiar unas cuantas bolas de hielo con su hijo Alejandro. "Hoy no le he llevado a la escuela para que pueda jugar con la nieve, pero creo que no va a ser posible", comentó Sandra algo decepcionada. El aguanieve que caía a esa hora, poco antes del mediodía, ni siquiera cuajaba en el lugar más alto al que se puede acceder en coche.

El moto-chiringuito de Coque Santana y Ernesto Martín está situado en ese estratégico punto y en jornadas como la de ayer es el mejor refugio para guarecerse de la lluvia y tomar algo caliente. A mediodía llevaban vendidos unos cuarenta vasos de chocolate con leche y una veintena de bocadillos, pero el negocio empezó a flaquear por la tarde porque el Cabildo y la Guardia Civil empezaron a cortar las carreteras de la cumbre por la masiva llegada de vehículos.

Primero cerraron el acceso al Pico de Las Nieves desde el cruce de Los Pechos y el Pico de la Gorra, después prohibieron el tráfico desde la intersección de la carretera GC-130, la que conduce desde Telde a los Llanos de la Pez, y finalmente la propia GC-130 ante el colapso de circulación en todas las entradas y salidas.

Reclamo fotográfico

En las redes sociales se corrió la voz de que había caído una gran nevada, con imágenes de años anteriores, y más de cuatro desprevenidos se plantaron en plena cumbre con el teléfono móvil en la mano y la misma pregunta: ¿dónde está la nieve de esta fotografía? Algunos, al descubrir el engaño, incluso dieron la vuelta sin bajarse del coche.

No estaba el día precisamente apetecible para pasear. Una lluvia fina e intermitente, que durante unos segundos se convertía en aguanieve, se unió a un frío intenso, con el termómetro oscilando entre los cero y los dos grados centígrados durante gran parte de jornada. Además, la neblina apenas dejaba ver el paisaje más allá de treinta metros.

Eso no asustó a Cristina Rodríguez y Marcos Santana, pareja residente en la cercana localidad de San Mateo. Los truenos y relámpagos de las seis de la madrugada les quitaron el sueño y se pusieron en marcha desde primera hora. "Siempre que hay previsión de nieve venimos desde muy temprano, después ya hay mucha gente", apuntó ella. El fotógrafo aficionado Juan Ramón Rodríguez les inmortalizó bajo un paraguas mientras arreciaba el aguanieve.

Los tres, por madrugadores, pudieron disfrutar de las mejores escenas invernales sin los agobios del tráfico. A esa primera hora aún eran visibles algunos montoncitos de nieve junto a la carretera de la Caldera de Los Marteles, restos de la granizada que cayó en las zonas cumbreras de Telde, Valsequillo y San Mateo. La Agencia Estatal de Meteorología predijo una posible nevada por encima de los 1.800 metros, que es justo el último tramo de la carretera de Los Pechos. Sin embargo, esta vez no hubo un manto blanco como en los años 2010 y 2011.

Lo más cercano a una nevada de verdad se vivió entre 16.30 y las 17.00 horas en las cercanías del Pico de La Gorra, cuando se intensificaron las precipitaciones y el aguanieve cuajó en las zonas descubiertas y orillas de la carretera. En eso momento había centenares de personas en lo más alto de la Isla, pero otros miles ya estaban de vuelta o no habían podido acceder por los cortes de la circulación.

A las tres de la tarde, la entrada al Pico de Las Nieves desde la carretera GC-130 se podía comparar con el caos de un cruce de ciudad tercermundista, con decenas de coches intentando abrirse paso o buscando un hueco para aparcar.

Familias enteras, padres con uno o dos niños, con perros, nadie quiso perderse la primera nevada en dos años. Tendrán que esperar a otra ocasión, quizá este mismo invierno, pero deberá n estar más atentos a los anuncios de los organismos oficiales para no llevarse un chasco. Entre los bulos, y no para gastar una broma, hubo quien colgó fotos de nieve en el cruce de los Pinos de Gáldar, a 20 kilómetros de la Cumbre.

Pese a que no encontraron lo que buscaban, Efrén Ortega, Aythami Pérez y José Antonio Santana, los tres del barrio capitalino de Guanarteme, pusieron buena cara al mal tiempo y, completamente enchumbados, convencieron a Coque Santana y al fotógrafo Juan Ramón Rodríguez para posar junto a ellos con una bufanda de la Unión Deportiva Las Palmas. "Somos de Primera", gritaron todos para matar el frío.

Los jóvenes de Guanarteme no dudaron en ponerse en marcha a oír por la radio que podía nevar en Los Pechos. Dos de ellos en paro y otro con el día libre, lo cierto es que mostraron su pasión por el equipo amarillo ante centenares de personas y algún turista nórdico despistado, extrañado de ver semejante gentío en un día laboral y sin causa aparente para él.

En el restaurante Timagada, en el pueblo de Tejeda, el chófer de guaguas turísticas Raúl Pérez escudriñaba el cielo y preguntaba a los lugareños sobre el tiempo en la Cumbre, pues sus veinte clientes extranjeros apenas se habían podido bajar del vehículo por la lluvia que les acompañó durante toda la excursión por el sur de la Isla. "Son turistas y los recogí esta mañana en la plaza de Farray para enseñarles la Isla, pero solo han podido conocer Temisas y el pueblo de Tunte porque no ha parado de llover", explicó. Más tranquilo al saber que no había nieve en la Cruz de Tejeda, prosiguió el viaje hasta la capital por San Mateo.

Más audaces, Jonathan Méndez y Carmelo Perdomo, jóvenes desempleados de Arucas, se encaramaron hasta el mirador del cuartel de Los Pechos en busca de alguna señal de nieve en la caldera de Tirajana. Solo encontraron la bruma que subía ladera arriba. "Nos quedaremos por aquí todo el día a ver si hay suerte", dijo Jonathan.

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