Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

¡San Mateo al habla: Dígame! (I)

Miércoles, 13 de Agosto de 2014
Pedro Socorro Santana (Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida)
Publicado en el número 535

Estamos en octubre de 1894, hace tres años que llegó el teléfono a Las Palmas y los vegueros sienten la necesidad de comunicarse. Y hasta el periódico El Defensor de Canarias los animaba a dotarse de ese gran adelanto...

 

 

Deslumbrados por tantas y tan maravillosas invenciones que en los últimos años del siglo XIX iban mejorando la vida de los grancanarios (cable telegráfico, luz eléctrica, tranvías a vapor, servicio de correos entre las islas, etc.), los vecinos de la agrícola y ganadera Vega de San Mateo (Gran Canaria) vieron en el teléfono la oportunidad de que los encargos de frutos llegaran con más prontitud a la ciudad que darle el recado al carretero Antonio Santana Sánchez1. Estamos en octubre de 1894, hace tres años que llegó el teléfono a Las Palmas y los vegueros sienten la necesidad de comunicarse. Y hasta el periódico El Defensor de Canarias los animaba a dotarse de ese gran adelanto.

 

     El pueblo de San Mateo es uno de los más importantes en comercio de esta Isla. No sólo ejerce allí el comercio en pequeña escala, comprando los abundantes frutos que produce aquel fértil suelo, sino que también exporta los de los pueblos limítrofes: Tejeda, Valsequillo, San Bartolomé y Santa Lucía de Tirajana y otros.

     Sin embargo, de este movimiento comercial, los medios de comunicación con esta ciudad son escasos, no para el transporte de las mercancías sino para la transmisión de órdenes.

     Mucho tiempo hace que debiera estar instalado allí un ramal del telégrafo, como en muchos otros pueblos de esta isla, pero como la actividad de nuestros representantes ha sido estéril e infecunda, urge que los comerciantes de aquel pueblo, un tanto ayudados por el Municipio, traten de trabajar con incansable empeño hasta que consiga ponerse en rápida comunicación con esta ciudad, por medio de una red telefónica. Asunto importante es este que atañe a los intereses de aquel pueblo, y que no debiera ni un momento echarse en el olvido. Con un esfuerzo muy pequeño lograríase una mejora muy grande2.

 

Es la primera noticia que hemos hallado en la prensa relacionada con aquella máquina de hablar eléctrica (con este nombre se patentó el teléfono) y la Vega de San Mateo. Un pueblo en el que los vecinos trasnochaban contemplando la media docena de faroles de carburo que, sentenciados ya por el progreso, clareaban el ambiente nocturno antes de que el único guardia municipal, Francisco Estévez Martel, cantara las doce de la noche. A esa hora, el agente encargado de la reserva de la belmontina, comenzaba a apagar, uno a uno, los seis faroles del modesto alumbrado público del casco.

 

Génesis y origen del teléfono. La invención del teléfono es un asunto que ha sido discutido hasta hace poco. Hasta el año 2002, el célebre científico escocés afincado en Norteamérica, Alexander Grahamm Bell (1847-1922), era considerado como el artífice del nuevo sistema de telecomunicaciones. Sin embargo, el Congreso de Estados Unidos dictaminó el 11 de junio de 2002 (resolución 269) que el verdadero inventor del teléfono había sido Antonio Meucci (1808-1889), ingeniero natural de Florencia, quien denominó a su descubrimiento teletrófono y lo dio a conocer en 1860 en una demostración pública. Este artilugio le permitía conectar su oficina de trabajo –localizada en el sótano de su vivienda– con el dormitorio de su esposa, aquejada de reumatismo, ubicado en la planta alta del mismo edificio. Pero en 1871, motivado por las carencias económicas que padecía, únicamente pudo realizar una descripción de su invento y no pudo registrar la patente en la oficina correspondiente de los Estados Unidos. A partir de entonces su nombre quedó postergado en la historia del teléfono3.

 

Alexander Grahamm Bell, en una demostración hecha en Nueva York en 1892. A la derecha, Antonio Meucci, el inventor del teléfono en 1860

(fondo: National Aeronautics and Space Administration)

 

Inicio del servicio público en Las Palmas. La llegada del servicio telefónico a Gran Canaria era un fenómeno más de la modernización de las comunicaciones y de la recepción de la tecnología europea y tuvo una inauguración casi simultánea con el tranvía. Una Real Orden del 3 de julio de 1890 sacaba a subasta el establecimiento y explotación de una red telefónica en Las Palmas, la primera ciudad canaria que contó con una red urbana. La iniciativa descansó en capital privado, pues el servicio fue adjudicado el 11 de agosto de ese año al comerciante Diego Miller Vasconcellos, de 50 años, miembro audaz de una destacada familia escocesa que tanta importancia ha tenido en el desarrollo agrícola, comercial y tecnológico de la Isla. El entonces gerente de la Miller y Cía. dio poder a José de Quintana y León para que realizara en Madrid las gestiones necesarias para la firma del contrato y en poco tiempo llevó a cabo la instalación bajo la denominación de Red Telefónica de Las Palmas4.

 

El servicio se inauguró el 1 de marzo de 1891. En esa fecha el número de empresas y personajes pudientes de la capital que contaban con un modesto servicio telefónico era muy limitado. Todavía era el teléfono un lujo poco útil si se tiene en cuenta que muchos pueblos de la Isla no estaban ni siquiera conectados entre sí por carretera. Aun así la pequeña red urbana tenía una capacidad para cien abonados y los precios por contar con uno de aquellos vetustos aparatos sólo estaban al alcance de los ciudadanos más pudientes.

 

Fuente: El Liberal, 28 de enero de 1891, pág. 3

 

El plan de Diego Miller consistía en poner en marcha varias estaciones telefónicas de conmutación manual que, apoyadas mediante redes de distribución, pondrían la comunicación instantánea al alcance de los usuarios. La primera central de la Red Telefónica de Las Palmas se puso en funcionamiento en una casa anexa a los almacenes de los Miller, en la calle León y Castillo, y al frente de la misma se encontraba el operador Tomás Urquía, encargado de realizar las diferentes conexiones entre los abonados5. El tendido inicial contó con cuatro líneas que partían de la estación central y se dirigían al Puerto de la Luz, a las calles de Triana, Cano, Pérez Galdós y San Francisco, y un quinto hilo telefónico que poco después enlazaría la calle real del Risco y el pago de Tafira, lugar de veraneo por excelencia y zona residencial de las familias más influyentes de la ciudad. El  empresario ambicionaba realizar notables mejoras y la pronta ampliación de la red insular, pues ese mismo año una noticia aparecida en el periódico El Liberal asienta la intención de abrir una conexión entre la central y las localidades del Norte de Gran Canaria: Confiamos de ver pronto enlazadas con Las Palmas localidades tan importantes del Norte como Arucas, Teror, Guía y Gáldar, con algunas de las cuales se gestiona ya, según hemos oído decir, el señor concesionario del teléfono la instalación de un servicio tan útil y conveniente6.

 

En cualquier caso, las primeras conexiones efectivas entre la central y los usuarios se refieren a casas particulares, comercios y hoteles de Las Palmas, limitándose a conexiones próximas dentro del radio urbano, pues éstas no se extendieron a la geografía insular hasta los primeros de la siguiente centuria.

 

El Ayuntamiento asume el servicio. Algunos años después, a partir de 1913, el Ayuntamiento de Las Palmas decidió asumir la concesión de la red telefónica urbana cansado de ver los problemas que atravesaba. La red y los aparatos de batería habían envejecidos y la escasez de usuarios –460 abonados– no alentaba la renovación de los materiales por el antiguo concesionario. El propio Ayuntamiento capitalino calificaba el servicio como pésimo y caro, que provoca continuas quejas del comercio y, en general, de cuantos, por necesidad o conveniencia lo utilizan7. La intención del consistorio era sacarlo a subasta mediante una Real Orden del 3 de diciembre de 1913, pero al final terminó por llevar explotar el servicio. Para entonces, la capital grancanaria contaba con una población de 63 000 habitantes.

 

De este modo, durante la siguiente década el consistorio se hará cargo de las instalaciones telefónicas, con lo que se mejora el servicio. Pero en 1924, bajo el mandato del general Primo de Rivera, el servicio fue asumido por la Compañía Telefónica Nacional de España. Fue el comienzo de una verdadera unificación y normalización del servicio telefónico dentro de un proceso de ampliación y superación técnica de las instalaciones que llevó a España a ocupar uno de los puestos más relevantes de las comunicaciones telefónicas del mundo8. Se iniciaba la ingente tarea de cablear el país, renovando totalmente la red, abriendo zanjas y colocando postes para interconectar todas las capitales de provincias con un servicio automático. Fueron años en los que el nuevo monopolio sacó a España de su retraso en el desarrollo de la telefonía a nivel europeo y abrió este país al mundo estableciendo un servicio telefónico con el resto de Europa, África y América, que marcaría la trayectoria futura de la radiotelefonía.

 

En la imagen de la izquierda, modelo de teléfono americano para interiores, de sobremesa, fabricado en hierro de 1912 y, en la otra foto, 

un operario de la Compañía Telefónica subido a una línea telefónica de Agaete–Las Palmas a la altura de Bañaderos,

en los años 20 del siglo pasado ante una gran expectación ciudadana

(fondos: El País-Aguilar/ Las Palmas ayer y hoy)

 

El tendido de hilos en el campo. Aun así, la instalación moderna de aquel invento llegaba con cierto retraso a los pueblos de las Islas, aunque, poco a poco, fue creciendo considerablemente. Santa Brígida logró su primer teléfono público en 1902, instalándose en el comercio del alcalde accidental Juan Jesús Rodríguez (hoy Bar Rodríguez). De este modo, la Villa se beneficiaba de su cercanía con la capital y de la residencia en su territorio de una clientela de alto poder adquisitivo. Antes, en 1898, ya se había proyectado una estación telegráfica en Agaete y otra en Gáldar, en cuyo término municipal se realizaba entonces el tendido de los hilos conductores9, aunque un fuerte temporal en 1900 obligó a hacer numerosas reparaciones en la red, sobre todo en las líneas trazadas en la capital10. Arucas inauguraría su red telefónica poco después, concretamente el lunes 30 de diciembre de 190811.

 

También en la agrícola Vega de San Mateo, que gozaba de un gran despegue socioeconómico en aquel comienzo de siglo, las autoridades municipales querían dar un paso más en el desarrollo de los grandes progresos humanos. De este modo, el 26 de noviembre de 1905, el activo concejal Antonio de la Nuez Gómez se convirtió en el primer munícipe que alzó la voz para que su pueblo iniciara la difícil aventura de instalar un teléfono público, después de varios ejercicios presupuestarios consignándose una cantidad para su logro. Éstas fueron las palabras de ese edil de espíritu combativo e ilusionado con la palabra progreso:

     Que el creciente aumento y desarrollo de la población, a la vez que su comercio con los demás pueblos del interior, requería que la Corporación dotase a este pueblo de un aparato telegráfico o telefónico que comunicara con el comercio de Las Palmas y cualquiera otro donde exista uno de los referidos aparatos, no solo por el bien que reportaría a los industriales, sino además por las imperiosas y eventuales necesidades que pudieran sobrevenir en la vida particular y la oficial de este Ayuntamiento y demás oficinas y dependencias del Estado radicantes en esta jurisdicción. Que con anterioridad han venido consignándose cantidades en los presupuestos municipales con el objeto de implantar una de dichas mejoras oséase el teléfono, lo que no ha podido conseguirse de una manera beneficiosa para los intereses generales del vecindario, toda vez que si bien por los centros superiores se ha concedido la instalación de la telefonía municipal, esta solo queda restringida a comunicar con la red telegráfica de Las Palmas. Que esta concesión en nada resuelve el capital interés que el Ayuntamiento y vecindario interesa, porque lejos de facilitar la comunicación con Las Palmas y demás puntos donde existan ramales de la red telefónica, la aparta y limita por completo amen de suponer cuantiosos gastos y desembolsos en el sostenimiento de empleados, reparación de cables, aisladores, aparatos, etc.

     Por ello en obviación [sic] de tales sacrificios y con el objeto de que la implantación del teléfono sea pronto un hecho, entiende que la Corporación debiera facultar a cualquier vecino del término para que poniéndose en inteligencia con la empresa explotadora de la red telefónica de Las Palmas, recabara de si dicha concesión toda vez que a las Corporaciones, según la legislación vigente en la materia, no les es permitido concedérsele sino en la forma que la ha obtenido12.

 

El Ayuntamiento acogió la propuesta del osado concejal con ilusión y facultó al entonces alcalde Antonio Jiménez Hernández, reconocido comerciante y organista de la iglesia, a fin de que pusiera en marcha el dispositivo telefónico para el servicio de esta Corporación, del de las demás oficiales y del vecindario13. Los nuevos munícipes mostraban ganas de romper con el pasado, de explorar el porvenir. Sin embargo, no fue hasta 1914 cuando se hizo realidad el deseable proyecto, y todo gracias a las gestiones del nuevo delegado del Gobierno, Manuel Luengo y Prieto (1854-1933), que había llegado a la isla dos años antes, procedente de Manila, la capital de Filipinas.

 

Caricatura de Manuel Luengo en la revista Gente Nueva nº 68, publicada el 30 de marzo de 1901. En la imagen de la derecha,

un grupo de mujeres operadoras sentadas ante el cuadro manual de la Central Telefónica de Las Palmas en los años treinta del siglo pasado

(fondos: Aguayro/ Las Palmas Ayer y hoy)

 

Natural de la ciudad de Astorga, ciudad que le dedicó una calle, don Manuel Luengo fue un reconocido periodista y político conservador que se convirtió en el último gobernador español civil en Filipinas hasta su independencia. A su regreso fue nombrado gobernador de Tarragona y, a partir de diciembre de 1912, fue designado delegado del Gobierno en Gran Canaria. Fue un personaje curioso de la política local. Nuestro querido Alonso Quesada no perdió ocasión de referirse a su afán de contentar a todos, dueño de una verborrea adulatoria y carente de autoridad. El poeta calificaba a este hijo adoptivo de Las Palmas como el mejor equilibrista del mundo14. Cabría recordar que su sobrino nieto Luis Alonso Luengo (1907-2013), magistrado jubilado del Tribunal Supremo y Cronista Oficial de Astorga, señalaría que durante su mandato en Canarias, en plena Primera Guerra Mundial, las Islas quedaron desabastecidas de trigo (y, por tanto, de pan), y don Manuel hizo todo lo posible para que un barco que venía de Argentina y se dirigía a Alemania descargara en nuestro Puerto15.

 

Una representación municipal de San Mateo fue a verle en su despacho de la capital en el verano de 1913. Los vegueros albergaban la esperanza de poder comunicarse, al menos, con la vecina villa satauteña, que ya gozaba de cuatro teléfonos en su territorio: la centralita –con el número de abonado 205–, el Hotel Santa Brígida (n.º 211), el Hotel Bellavista (n.º 206) y la casa de doña María de los Dolores de la Rocha, cerca de El Monte, con el número 94. Luengo, puntilloso, escribió sin demora un telegrama al director general de Comunicaciones en los siguientes términos:

Una representación del pueblo de San Mateo, en esta Isla, se me presenta, rogándome interese de V.E. nuevamente que se establezca la comunicación telefónica de San Mateo a Santa Brígida, que, además de ser punto de mucho tránsito, es visitado por todo el turismo que viene a esta isla, quedando por cuenta de ellos salvar los obstáculos que por gastos de material se presenten16.

 

La misiva obtuvo pronta respuesta. Fue el 8 de febrero de 1914 cuando el Ayuntamiento recibió con alegría una carta del director general de Correos y Telégrafos, en la que aceptaba establecer una estación telefónica municipal en San Mateo, siempre y cuando la Corporación «por sí sólo o con el apoyo de la Empresa de Aguas de Las Palmas facilite los postes colocados y los aparatos necesarios para las estaciones, siendo por cuenta de ese Ayuntamiento el local en que haya de instalarse y el personal que halla de servirle, así como la conservación de la línea y de la estación»17.

 

Instalación de la línea telefónica de Agaete–Las Palmas a la altura de Bañaderos, en los años 20 del siglo pasado

 

 

Notas

1. Antonio Santana Sánchez, de 52 años, disponía de un carruaje, tirado por dos mulas, con el número 36, y era el responsable a fines de 1891 de trasladar toda clase de carga a la ciudad. Además, era dueño de una tienda de mercería en la calle principal. Ese mismo año, su vecino Francisco García Rodríguez, de 34 años, disponía de un carruaje o chavarán, con el número 78, tirado también de dos mulos, con capacidad para ocho asientos y destinado a la conducción de pasajeros entre la ciudad y San Mateo. Fuente: AHPLP. Protocolo 3568 del escribano José Benítez Larena, fs. 1606-1608, 1623-1625.

2. El Defensor de Canarias, 27 de octubre de 1894, pág. 2.

3. POGGIO CAPOTE, M.: «Los orígenes del teléfono en La Palma: 120 años (1893-2013)», en la revista Ingeniería del Mantenimiento en Canaria nº 7, 2013, págs. 67-77.

4. AHDLP. Protocolo 3554 del notario Vicente Martínez de fecha 12 de agosto de 1890.

5. El Liberal, sábado 28 de febrero de 1891, pág. 2.

6. El Liberal, 8 de junio de 1891, págs. 1 y 2.

7. AHPLP. Fondo: Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, serie: Teléfonos, expediente nº 1, legajo nº 1, año: 1913.

8. COLECCIÓN HISTÓRICO-TECNOLÓGICA DE TELEFÓNICA. Fundación Arte y Tecnología (Telefónica), Ediciones Siruela, Madrid, 1994, pág. 63.

9. Diario de Las Palmas, 23 de mayo de 1898, pág. 4.

10. Diario de Las Palmas, 3 de diciembre de 1896, pág. 2.

11. La Mañana, 29 de diciembre de 1908.

12. AMSM.: Sesión Ordinaria de fecha 26 de noviembre de 1905.

13. Ibídem.

14. HENRÍQUEZ JIMÉNEZ, A.: «Alonso Quesada, Agustín Millares Carlo, Argote de Molina y el solar norte de la Catedral», en la revista Vegueta nº 6, 2001-2002, págs. 107-113.

15. ALONSO LUENGO, L.: «Manuel Luengo y Filipinas», en Argutorio, junio de 1999.

16. La Provincia, 12 de julio de 1913, pág. 2.

17. AMSM.: Sesión Ordinaria de fecha 8 de febrero de 1914.

 

 

En la foto de portada se ven los obreros en una zanja durante el cableado de una calle del Puerto en 1926 (fotógrafo: TEODORO MAISCH; fondos: Las Palmas ayer y hoy/ Fedac).

 

 

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