El estudio, que lleva por título Tegueste en tiempos de guanches. La dimensión territorial de sus prácticas sociales, escrito por los arqueólogos Francisco Pérez Caamaño, Javier Soler Segura, Carlos J. Perdomo Pérez y Tomás Rodríguez Rodríguez, ofrece evidencias empíricas que refutan la vieja tesis que atribuye a la presencia de pastos, recursos hídricos, cuevas naturales, etc., los motivos por los que, en el pasado, los aborígenes habitaron determinadas zonas de la isla, o concentraron en un enclave específico un número elevado de yacimientos arqueológicos como, por ejemplo, las manifestaciones rupestres.
El acto estará precedido por la conferencia “Guanches y bioantropología. Estudios arqueológicos en la comarca de Tegueste”, impartida por la Dra. Matilde Arnay de la Rosa, profesora titular de la Universidad de La Laguna. Como viene siendo habitual en los eventos organizados por el Ayuntamiento de Tegueste, los asistentes recibirán un ejemplar gratuito del libro.
Como invitación a su lectura, les hacemos llegar la introducción a este importante libro que hoy mismo se da a la luz.
INTRODUCCIÓN Los yacimientos arqueológicos del municipio, especialmente los ubicados en el interior del Barranco de Agua de Dios, han sido conocidos, visitados y expoliados durante los últimos siglos por intelectuales, eruditos y curiosos del pasado aborigen de las Islas. Como consecuencia de las diferentes maneras de entender y valorar el patrimonio arqueológico presentes a lo largo de ese dilatado periodo de tiempo, la alteración de las cuevas y la sustracción de objetos y restos humanos ha sido una constante. En la actualidad, resulta sumamente complicado extraer información histórica de la mayoría de enclaves de la zona, lo que repercute en el grado de conocimiento que se posee sobre los guanches en esta parte de la Isla. Sin embargo, pese al expolio sistemático sufrido durante décadas, a los descontrolados procesos de urbanización de la segunda mitad del siglo pasado y a las constantes (aunque lógicas) reutilizaciones de enclaves por los vecinos, el Barranco continúa albergando gran cantidad de datos históricos que, en la mayoría de ocasiones, siguen sin ser comprendidos o explicados. Cierto que la entidad y, sobre todo, la cantidad de restos materiales ocultos en sus cuevas han despertado el interés de los arqueólogos canarios desde el inicio de la disciplina en las Islas, en la década de los años 40 del siglo XX. Su atención por el tema ha llevado a la realización de intervenciones arqueológicas por un numeroso grupo de investigadores que han ido aportando datos empíricos cada vez más significativos. Pero frente a esta acumulación de evidencias arqueológicas, la manera en que se ha explicado el uso y ocupación de la Comarca por los guanches no ha variado excesivamente desde mediados del siglo pasado. Así, la visión que se posee sobre la distribución de los yacimientos dentro del territorio municipal sigue anclada en modelos teóricos sustentados en principios ecológicos y economicistas que reducen la complejidad humana a meras respuestas e impulsos adaptativos. Desde finales del siglo XX, sin embargo, esta visión general ha empezado a ser reformulada por algunos investigadores que, desde posturas teóricas dispares y metodologías de trabajo diferentes, buscan trascender los tradicionales marcos explicativos del pasado aborigen de las Islas. Este cambio de perspectiva ha sido espoleado en las últimas décadas por la aparición de nuevas evidencias empíricas que han acabado refutando la vieja tesis que atribuían a la presencia de pastos, recursos hídricos, cuevas naturales, etc., los motivos por los que, en el pasado, los aborígenes habitaron determinadas zonas de la Isla, o concentraron en un enclave específico un número elevado de yacimientos arqueológicos como, por ejemplo, las manifestaciones rupestres. Este libro intenta aproximarse a la manera en que los guanches ocuparon, organizaron, explotaron y concibieron el territorio que comprende el actual municipio de Tegueste. Formula una interpretación sobre los mecanismos empleados por dicho grupo social en su estrategia por apropiarse social, económica y simbólicamente del espacio circundante. Para ello propone, a partir de las evidencias materiales que ofrece el registro arqueológico de la zona, un modelo de distribución poblacional a través de todos los yacimientos arqueológicos inventariados. El objetivo es conocer la lógica interna que articula los distintos enclaves que organizan el territorio distinguiendo entre cuevas de habitación, abrigos, cavidades sepulcrales,manifestaciones rupestres, asentamientos en superficie o pequeñas concentraciones de material al aire libre. En este sentido, este libro no es un estudio sobre el Menceyato de Tegueste. Aunque es cierto que se abordan las zonas centrales de dicha organización política, al menos las conocidas durante la última etapa aborigen de la Isla, sus límites desbordaron el actual Tegueste. La prospección arqueológica realizada entre los meses de julio y septiembre de 2011 se centró, exclusivamente, en la búsqueda y localización de enclaves dentro del municipio, por lo que no se recopiló la información necesaria para afrontar el análisis de lugares como Tejina, Valle de Guerra, Bajamar, Anaga o los distintos valles del interior de La Laguna. Pese a este marco espacial, el estudio de los resultados obtenidos durante el trabajo de campo permite plantear una primera aproximación al fenómeno histórico de ocupación del actual territorio teguestero por parte de los aborígenes. Tegueste en tiempos de guanches sintetiza una propuesta territorial alternativa que pretende explicar de forma diferente la manera en que fue ocupado el territorio por los aborígenes de Tenerife. Fruto del intenso trabajo de campo llevado a cabo, se presenta una serie de nuevos yacimientos que contribuyen a organizar y entender el hábitat de los guanches en los límites del actual municipio de Tegueste. Estructurado a partir de dos grandes capítulos, en el primero se ofrece un recorrido por el conjunto de evidencias materiales y yacimientos arqueológicos que se han ido recopilando desde mediados del siglo pasado hasta la prospección de 2011. Se sintetiza y analiza el tipo de conocimiento histórico que se desprende de dicha información que, en líneas generales, es desigual y muy fragmentada. A continuación se reflexiona críticamente sobre la prospección como modelo metodológico idóneo que permite afrontar el estudio de grandes extensiones de terreno. Finalmente, se presenta una síntesis de los resultados obtenidos en el trabajo de campo a partir de su distribución en cinco grandes espacios geográficos (Barranco de Agua de Dios; Barranco de La Goleta–Mesa de Vargas; Mesa de Tejina–La Orilla; Llanos de Tegueste–Los Lázaros; y Las Canteras–Mesa Mota–Montaña El Español). El segundo capítulo da sentido a esa distribución de enclaves planteando un marco general de relaciones sociales en el que se insertan los yacimientos arqueológicos de Tegueste. Para ello se sintetizan, en primer lugar, las categorías de análisis empleadas (Unidades Domésticas, Grupos Locales y Entidad Tribal) para después abordar, de forma singularizada, la manera en que se distribuyen en el territorio cada una de las tipologías arqueológicas constatadas. Así, cuevas de habitación, abrigos, asentamientos al aire libre y lugares de frecuentación esporádica (LFE) plasman el ámbito doméstico de las distintas unidades en el espacio. Junto a ellas, las cuevas sepulcrales y las manifestaciones rupestres contribuyen a garantizar la cohesión social de la comunidad y a articular los mecanismos de apropiación simbólica que dan sentido a todo el territorio analizado. El objetivo fundamental de esta monografía es contribuir al conocimiento y difusión de la riqueza patrimonial de la Comarca ofreciendo una propuesta, sustentada arqueológicamente, sobre la lógica interna del poblamiento aborigen del actual municipio de Tegueste. Un estudio de estas características, que implica el reconocimiento de todo el territorio municipal durante varios meses, exige una financiación, un equipamiento y un apoyo institucional difícil de obtener en estos momentos de crisis. La apuesta decidida del Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Tegueste por ampliar y profundizar en el conocimiento histórico del municipio resulta excepcional. Más aún cuando este trabajo es uno más del conjunto de iniciativas que viene desarrollando en los últimos años. Tanto la prospección que da sentido a esta monografía, como el resto de publicaciones y actividades arqueológicas que se realizan desde 2010, se enmarcan dentro del Proyecto de Revalorización Patrimonial del Barranco de Agua de Dios y su Comarca, que financia íntegramente la Corporación Municipal. En este sentido, sin el respaldo y soporte constante del Ilustre Ayuntamiento, especialmente de su Alcalde, José Manuel Molina Hernández, la Concejala de Bienestar Social, M.ª de los Remedios de León Santana, la Concejala de Desarrollo Local Marcela del Castillo Fernández, la archivera municipal M.ª Jesús Luis Yanes y el técnico Juan Elesmí de León Santana, no habría sido posible alcanzar los objetivos del proyecto. Indudablemente, quienes de forma más directa han contribuido con su esfuerzo en el éxito de este trabajo son quienes integraron el equipo humano que participó en las labores de campo. Alexis Clemente Navarro, Blanca Divassón Mendívil, Zebenzuí López Trujillo, Agnes Louart, Sergio Pou Hernández y Josué Ramos Martín recorrieron, junto a los firmantes de esta monografía, todos los rincones del territorio municipal soportando uno de los veranos más lluviosos y húmedos que se recuerdan. Sin ellos, no habría sido posible incrementar en más del doble el número de yacimientos arqueológicos conocidos en Tegueste. Por ello, y por su constante apoyo, nuestro más sincero reconocimiento. Igualmente debemos agradecer la ayuda desinteresada de los bomberos que colaboraron en la prospección aportando su tiempo, su propio equipo de escalada y su amplia experiencia: Joaquín Escatllar Fernández de Misa, Andrés Alejandro López Martín y David Ponte-Lira Pestana. Asimismo, es necesario reconocer la predisposición y apoyo que mostraron numerosas personas durante el trabajo de campo y, también, a lo largo de las labores de redacción de esta monografía. Finalmente, los autores deseamos agradecer especialmente a Blanca Divassón Mendívil la inestimable ayuda que ha prestado durante las agotadoras sesiones de revisión y corrección de los textos. Gracias a todos.
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