Es la patrona de La Gomera. Cada cinco años, su Bajada desde Puntallana a San Sebastián -la única de Canarias que se realiza por mar- celebra la devoción insular por la sagrada imagen. Pero no siempre fue así. En su llegada a la isla y en los inicios de su advocación se mezclan, como siempre, dos vertientes: la legendaria, que tiene que ver, como en otras islas, con misteriosas apariciones y sucesos extraordinarios; y la histórica, relacionada en este caso con la situación de La Gomera como lugar de paso entre Extremadura y el Nuevo Mundo.
La tradición cuenta que los tripulantes de un barco que iba rumbo a América pasaron cerca de La Gomera y vieron en tierra una luz brillante que salía de una cueva. No pudieron soportar la curiosidad y al acudir al lugar encontraron una pequeña imagen de la Virgen que se llevaron al barco. Volvieron a zarpar, pero por más que lo intentasen no podían navegar más allá de la costa de la isla. Así que devolvieron la imagen al lugar donde la habían encontrado y se dirigieron al puerto de San Sebastián, donde informaron a las autoridades de lo acontecido. Todos acudieron entonces hasta Puntallana, veneraron la imagen y le construyeron un refugio.
Esta sencilla leyenda es adornada, dependiendo de la fuente que consultemos, con algún otro pequeño detalle, como las palomas que revoloteaban alrededor del barco cuando los marineros intentaban llevarse la sagrada imagen.
La Historia. La Virgen de Guadalupe es la Patrona de La Gomera, pero no siempre fue así. Aunque la devoción por la advocación es antigua, datando, según expertos como el profesor Manuel Hernández, de principios del siglo XVI y relacionándose con la evangelización castellana de América, no hay pruebas de su patronazgo insular hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se establece la Bajada Lustral y se convierte la fiesta en honor a Nuestra Señora de Guadalupe como una fiesta insular.
Podría decirse que la Virgen de Guadalupe es una advocación extremeña que se propagó al Nuevo Mundo y en el camino hizo su parada en La Gomera. Parece ser que su llegada a la isla tiene que ver con la del primer Conde de La Gomera, Guillén Peraza de Ayala (1484-1565), que mantenía buenas relaciones con el convento extremeño de Nuestra Señora de Guadalupe. De su época data la construcción del santuario original en Puntallana, con anterioridad a 1542 y que es al que alude de forma legendaria el relato de la aparición de la Virgen a los marineros.
Pero a mediados del siglo XIX la ruina del templo era evidente, por lo que se iniciaron los trabajos de reforma y a partir de 1871 se erigió la Bajada Lustral. No sólo es que no haya constancia anterior de que la Virgen de Guadalupe sea la Patrona de la isla, sino que, según Hernández, tenemos incluso testimonios escritos que hablan de la Virgen del Buen Paso como la que disfrutaba de este patronazgo y cuya ermita se había levantado antes de 1544.
Este artículo fue publicado previamente en el número 14 de la revista Océanos de Fred Olsen.