No es difícil recrear la escena: un grupo reducido de castellanos desembarcando en algún punto entre la desembocadura del Guiniguada y la desaparecida playa de Santa Catalina, puede que bajo el cielo plomizo de una “panza de burro” veraniega, y luego caminando hacia el sur por páramos arenosos, desiertos y cuajados de tabaibas y cardones, con palmerales en las salidas de los barrancos de don Zoilo y Mata al mar, hasta llegar al promontorio de la margen izquierda del Guiniguada. Un lugar elevado desde el que se controla el territorio para ver llegar a tiempo a los ataques de los canarios desde el sur, el norte o el interior, y con agua potable abundante.
Pero poco podían aventurar aquellas tropas fundacionales la dimensión territorial y cultural que adquiriría su Real de Las Palmas con el correr de los años. Conquistada la isla, en torno a aquel pequeño núcleo fortificado comenzaría rápidamente a crecer una ciudad que desde sus inicios obtuvo el carácter que aún mantiene hoy en día, el de una ciudad administrativa y comercial que ha ido creciendo y reconfigurándose a lo largo de más de quinientos años.
Las Palmas es en la actualidad un libro abierto en el que poder leer la historia de Canarias en su conjunto, desde la etapa prehispánica hasta el siglo XXI.