Sin embargo, para quienes prefieren adquirirlo en una panadería artesanal también hay opciones. En el municipio de Tuineje una zona conocida como Mazacote, término que curiosamente define una masa espesa y pegajosa, da nombre a una pequeña elaboradora que lleva en pie desde hace diez años fabricando pan artesano de leña. Una de sus dos propietarias, Carmen Liria Curbelo, cuenta que un cocido más lento, una elaboración manual y un sabor que recuerda a las recetas de antes son los principales aspectos que diferencian nuestra producción de la industrial.
El pan de leña, que presenta una forma redondeada, se oferta en tres variedades: de matalahúva, de millo y de frutos secos, una receta de creación propia. No es un pan para bocadillo, aunque hay mucha gente que lo consume así; es un pan de mesa consistente que se emplea más como acompañamiento ya que tiene mucha miga, comenta Curbelo. En total produce 4.000 unidades a la semana aunque las cantidades pueden variar en función de la demanda y de las fechas. En Navidades y Semana Santa tienen más pedidos.
Debido a que la panadería es muy pequeña, comercializan el pan a través de diferentes supermercados repartidos por toda la isla, mientras que los fines de semana cuentan con un puesto en el Mercado Agrario de Fuerteventura La Biosfera en Puerto del Rosario. De Tenerife, La Palma y Lanzarote también tiene algunos clientes que conocen el producto y vienen a la isla a buscarlo. Nuestra clientela se ha duplicado a lo largo de estos diez años, aunque la mayoría son personas mayores que buscan el sabor de lo antiguo y cuando prueban el pan de leña dicen que les recuerda al que se hacía antes, por eso tiene tan buena aceptación, señala esta panadera.
Además del pan, la panadería Mazacote también elabora bollería artesanal compuesta por rosquillas fritas, rosquetes majoreros al horno, mantecados, polvorones o truchas cuando se aproximan las Navidades. Curbelo dice que nunca hubiera pensado que esta profesión me iba a gustar tanto. El hecho de que sea casero todo lo que elaboramos y de que no hayamos perdido esa esencia es lo que convierte este trabajo en especial, porque en cada elaboración ponemos todo nuestro cariño y esmero y cuando la gente nos felicita por el sabor nos llena de orgullo y satisfacción, y nos empuja a continuar.
Sobre si falta promoción de los productos locales, esta empresaria considera que se ha producido un cambio en los últimos años para mejor. Tanto el Cabildo Insular como los ayuntamientos están cada vez más concienciados de que hay que potenciar nuestras producciones y apuestan por ellas. De hecho el Mercado Agrario La Biosfera surgió con esa finalidad y los productores estamos contentos con la iniciativa. El problema es que todavía al consumidor majorero le cuesta un poco acudir a este tipo de puntos de venta y concienciarse del valor del producto local pero creo que se está consiguiendo poco a poco.
Entre las tareas pendientes, Curbelo dice que todavía le queda por ampliar el negocio. Lo primero sería mudarse a un local en propiedad mucho más grande para poder ofrecer un mejor servicio a su clientela, y más adelante la idea sería abrir un puesto de productos artesanos majoreros con los que poder degustar a propios y visitantes.
Publicado previamente en el número 94 de la revista Campo Canario.