La celebración tomaba un matiz especial porque se nombraba a la ermita Santuario de Nuestra Señora de Los Reyes, acogiendo así la petición realizada por la Fundación Virgen de Los Reyes. Este hecho, señalan desde la Fundación, “contribuirá a dignificar el culto a Nuestra Madre Amada y a mantener viva la fe y devoción que, junto con la idiosincrasia y la tradición, constituyen un enriquecedor legado para el bien de los fieles y de las futuras generaciones”.
Además, en el marco del Año de Bajada, tras la Eucaristía fue izada la bandera blanca de la Virgen en el exterior del ahora santuario insular.