Uno no sabe si los tradicionales usuarios optaron por dejarla, a la vista de más modernos tejidos, o que va desapareciendo la fabricación en pequeñas industrias artesanales, de la tela tan típica aquí que servía para la elaboración de las famosas chaquetas de estameña. Lo cierto es que la chaqueta de estameña va desapareciendo en la isla y sobre todo en los que fueron siempre tradicionales usuarios, como son los hombres «del campo» o de las medianías grancanarias.
La tela de estameña no es que sea únicamente típica en estas Islas. El diccionario de la Española recoge en sus páginas la explicación de lo que es: tejido de lana sencillo y ordinario que tiene la urdimbre y la trama del estambre. Esto es sencillamente la estameña, un tejido extremadamente rudimentario, sencillo y ordinario que a pesar de su paulatina desaparición todavía se teje en los lugares más cercanos de la Cumbre, tan rudimentarios como la misma tela. Telares que preceden de varias generaciones atrás y que todavía hoy se someten, ¿diariamente?, a los ajetreos de un tejer de la estameña con lana que procede de las ovejas de la zona.
Y me ha venido a la memoria lo de la estameña -que ya yo tenía por desaparecida- porque Díaz Cutillas fue la otra noche al pleno vistiendo una de estas típicas chaquetas de tal tejido. Compró, nos dijo, la tela en Los Caideros y un sastre le confeccionó la prenda que él, tradicionalista en las cuestiones del tipismo folklórico y por lo que se ve del vestir, lleva no sin orgullo pensando que será de los pocos, si no el único, que todavía en estos días se viste con una de estas famosas chaquetas. Porque, si se mira, hasta las gentes «del campo» de las Medianías han dejado de vestir la chaqueta de estameña, dando paso así a otros tejidos y otras prendas más modernas, como si quisieran olvidarse de un pasado e incorporarse a un presente en el que predominan los tejidos sintéticos o aquellos revolucionariamente más modernos. Ya la chaqueta de estameña ha dejado de ser prenda obligada de nuestras gentes «del campo» -bueno, todavía los más aferrados a las tradiciones y al pasado, los más viejos, en suma, sí que la visten- para convertirse en prenda de snobismo de la gente joven. Porque los jóvenes se ponen una chaqueta de estameña lo mismo que hoy sacan «a paseo» uno de esos antíquisimos automóviles para exhibirlos. Se la visten como novedad; como para llamar la atención.
Va desapareciendo la chaqueta de estameña. Aquellas chaquetas de grueso tejido, color marfil con hijos entremezclados más oscuros, que vestían obligadamente, hasta no hace veintitantos años, las gentes cumbreras. Porque tenían una chaqueta de estameña, más vieja, para ponérsela, en los tiempos fríos, en las tareas o labores del campo; y otra nuevecita, flamante, como almidonada, que se ponían cuando bajaban desde este campo a las ciudades y pueblos cualquier día de fiesta mayor, o en «el peor de los casos», cuando les era necesaria; la visita al médico, al abogado o a cualquiera de esas personas a las que tenían necesidad de ver o consultar. O simplemente, cuando bajaban -que eran las menos- por la simple curiosidad y el capricho de un paseo.
Este artículo fue prviamente publicado por su autor el 2 de marzo de 1974 en El Eco de Canarias. La foto de portada es un detalle del disco de Los Gofiones Estameña.