Dedicaremos esta noche a una persona que, en gran manera, sigue vibrando entre nosotros. A esa persona que desde muy joven apostó por una manera de vivir, y que gracias a ella empezó a conocer culturas, gentes, pensares… Y que, de entre esas gentes, conoció a Loli; una mujer muy especial con la que conformó su vida, su familia, su amor: su esencia. Ella lo trajo a Tejina, y juntos se acercaron a su grupo, Guantejina, momentos después de que éste hubiera nacido.

Goyo era un hombre de carácter. Por eso era incapaz de callar ante las injusticias que veía a su alrededor, aunque eso lo llevara a tener algún que otro pequeño “desencuentro”. Esa capacidad de ser transparente y claro es lo que le abría las puertas a las gentes del mundo, algo que ponía en práctica en todos los lugares del mundo por los que paseó con su grupo. Y también lo que lo acercaba a su familia, con la que compartía tantos ratos, aficiones, tristezas, esperanzas, alegrías, risas y sueños. Con su familia trazó igualmente este camino, y trajo también a sus hijos hasta el seno de Guantejina.

Con esa manera suya de vivir y de manifestar su emoción ante la música, las culturas, el arte, la política, la generosidad, la amistad… Goyo es un modelo para quienes lo conocimos, y su semblante amable y honesto es una luz que guía a Guantejina. Sus amigos encontramos en él a un gran maestro, y su persona se perpetúa gracias a quienes le rendimos homenaje y no paramos de pronunciar su nombre.