Nacido en Madrelagua, un barrio de Valleseco (Gran Canaria) con mucha devoción a las Ánimas y que ha dado muchos cantadores al Rancho, la familia de Enrique ha estado siempre vinculada a este colectivo, por lo que no es extraño que tanto él como sus hermanos empezaran en el grupo a temprana edad.
Su “naturalidad” a la hora de cantar, probablemente viene del hecho de que, desde niño, con su padre y hermanos, cantaba en las faenas agrícolas al estilo del Rancho. Él mismo comentó en alguna ocasión que los cantadores del Rancho eran como poetas, pues amarraban las palabras y hacían algo bonito de donde no había nada.
Hombre familiar y trabajador incansable, hasta sus últimos días ha estado vinculado a la agricultura y la ganadería, ocupación que ha tenido toda su vida y que le ha permitido, junto a Prudencia, su mujer, sacar adelante a diez hijos.
Ayer sábado, 12 de mayo, a las 16:30 horas, se celebró el entierro y funeral, por el descanso de su alma, en la Basílica Nuestra Sra. del Pino de Teror.