Esta peculiar forma de acercarnos a los sonidos del lugar no es casual —ni única, también hicimos una grabación del paisaje sonoro nocturno que publicaremos próximamente— y es que la singularidad principal de El Sabinar reside precisamente en la profunda influencia que el viento ha tenido sobre los troncos de la vegetación que alberga. También es intencionada porque queremos que este sonido sirva de voz a nuestra flora, que pide respeto y protección ante los numerosos y vergonzosos desacatos que cada día perpetran los seres humanos. En el caso particular de El Sabinar, era en 2010 cuando leíamos esta noticia sobre las distintas agresiones que estaban recibiendo las sabinas por parte de los que hasta allí se acercan: arrancarles ramas de recuerdo, grabar sus nombres sobre el tronco o, incluso, subirse a ellas (como se ve en la triste foto de Miguel Piñar).
Un año después, y gracias a las oportunidades que ofrece internet, un seguidor de Brian May le hacía llegar la noticia ya que era conocedor de la conexión especial del guitarrista de Queen con las Islas, en concreto con El Sabinar, lugar que fuera portada de su disco Another World (1998). El músico no dudó en denunciarlo a través de su blog, donde llega a pedir perdón a la sabina en caso de que la difusión que pudiera haber hecho del sitio hubiese intensificado el número de visitas y su desgaste. Como también precisa, no necesitó tocar la sabina hacia la que había peregrinado en busca de una imagen con mensaje, y lo mismo hicimos nosotros: solo nuestro micrófono se apoyó sobre su superficie para traerles ahora el sonido de su interior, de su alma viva y perenne.