Introducción. Los Ranchos de Ánimas constituyen una de las expresiones de la música tradicional canaria más ancestrales que nos han llegado hasta el día de hoy. Los Ranchos eran unas juntas musicales de carácter popular, que salían de casa en casa con el objetivo de recaudar limosnas para las ánimas, que servirían para sufragar misas en su favor. Su ámbito de actuación se extendía por el conjunto del Archipiélago durante una determinada época del año; entre el Día de los Finados y Pascua. Su música, calificada por distintos investigadores como claramente oriental, se caracterizaba por sus cantos monótonos y tristes de mano de una música repetitiva conformada por un conjunto de ruidos metálicos procedentes de espadas, panderos, triángulos y castañetas. Posteriormente se introducirían otros instrumentos de cuerda como la guitarra y el timple. Los cánticos son alusivos a diversos temas, entre los que destacan los religiosos y los improvisados que aluden a los muertos, las relaciones sociales o la Navidad. Estuvieron ligados a la Iglesia aunque manteniendo autonomía con respecto a ésta, desarrollándose en la cultura tradicional como ritual social con un claro culto a los muertos. En la actualidad los Ranchos de Ánimas solo perviven en las Islas Orientales, manteniéndose más ligados al culto a los muertos los de la isla de Gran Canaria.
Imagen de la prensa grancanaria en la reaparición del Rancho de La Aldea en la Navidad de 1984
Orígenes. Los investigadores coinciden en ubicar los orígenes de los Ranchos en el paganismo del Mediterráneo oriental, sin ubicar más concretamente. Se extiende a otras regiones mediterráneas como la Península Ibérica, donde grupos semejantes fueron habituales tanto en España como en Portugal. De ahí se deduce normalmente su llegada a Canarias supuestamente importados por órdenes religiosas como los franciscanos y dominicos en el siglo XVI. Lo cierto es que sus orígenes en las Islas se pierden en la oscuridad de los siglos e ignoramos aún cómo se conformaron con exactitud. La Iglesia de la Contrarreforma fomentó el culto a las ánimas, lo cual suele interpretarse como el único factor que explicaría su profundo arraigo popular en la población de las Islas en los siglos XVI y XVII. Pero reducir exclusivamente a las instituciones eclesiásticas este papel es ignorar una realidad más compleja, en ocasiones muy alejada de la ortodoxia eclesiástica. La existencia en cada comarca de la perseguida figura del animero, persona encargada de interceder y establecer contacto entre los vivos y los muertos, constituye un ejemplo de hasta qué punto las creencias populares divergían de la oficial. Son dignos de tener en cuenta factores que pudieron dar lugar a procesos de sincretismos y mestizajes tan habituales en Canarias durante los primeros siglos de la colonización europea. Resultaría esta indagación limitada si no hiciéramos referencia al culto a los antepasados, tan arraigado no sólo en la cultura de los antiguos canarios, sino en el conjunto de las culturas amazighes. Tampoco podemos pasar por alto la consistente influencia cultural amazighe en la conformación de la cultura andalusí, que también llegó a las Islas con la colonización castellana, no debiendo extrañarnos el hecho de que arribara a las Islas alguna expresión cultural semejante a las ya existentes en la población nativa. La documentación durante todo el siglo XVI nos revela el arraigo entre los naturales de canciones de carácter triste y lamentoso denominadas endechas, documentadas tanto en lengua amazighe como en castellano. Si bien las endechas no hacían referencia tan concreta al culto a los muertos, sí evoca cierto paralelismo que pudo facilitar la fusión de estas tradiciones musicales. Recordemos que la temática de los Ranchos abarca más ámbitos como por ejemplo el de las relaciones sociales, en muchas ocasiones desde la improvisación. En esta cuestión, sin datación documental concreta, no estamos en condiciones de afirmar más, pero tampoco de descartar la relación. Los Ranchos, caracterizados por su ritmo monótono, repetitivo y algo triste, así como su canto y sus coros, recuerdan a música oriental. Y cuando hablamos de esta vaga denominación, normalmente la distinción entre lo bereber y árabe suele atenuarse e incluso desaparecer. Ambos conceptos se asimilan, como es tradición en la historiografía occidental. Consideraciones todas estas para valorar la posibilidad de un origen amazighe, o al menos de alguna influencia en la constitución de los Ranchos de Ánimas, que con seguridad sabemos que entronca, más allá del Cristianismo, con el mundo pagano mediterráneo. Quizás la respuesta podría estar orientada por la tan olvidada tradición oral que habla por sí sola: Arrancó de los árabes [el Rancho de Ánimas], esto no es español, esto viene de los árabes (...). Y entonces tocaron en la juerga y ajuntan dinero (...) hasta que uno dijo: "lo mejor es dárselo a las Ánimas Benditas", y ahí arrancó el Rancho. El Rancho arrancó con una juerga, eso es lo que yo he oído yo a los viejos.
Breve reseña histórica. En el siglo XVIII comenzó la decadencia de los Ranchos de Ánimas en el Archipiélago, y fueron numerosos factores los que influyeron, como la introducción del culto mariano y las criticas ilustradas al culto a la muerte. Las reformas políticas liberales tuvieron como consecuencia la pérdida de poder eclesiástico y por tanto de las Cofradías. A comienzos del siglo XX se excluyó progresivamente los Ranchos de las parroquias a raíz de la bula papal de 1903 de Pío X, donde se prohibía toda música profana. Un antes y un después supuso el régimen franquista, donde el Sínodo Diocesano del Obispado de Canarias en 1947 prohibió tajantemente los Ranchos de Ánimas, desvinculándolos definitivamente de la Iglesia con el objetivo de que desaparecieran. No obstante el culto a las ánimas, encendiendo velas de aceite en los hogares, y mediante los Ranchos de Ánimas, en las casas se mantuvo de manera agonizante durante el siglo XX en algunas zonas de Gran Canaria. A finales del siglo solo quedaban en Valsequillo, Arbejales (Teror), Tiscamanita y Teguise. Sin embargo, a partir de la década de los 90 los Ranchos han vivido cierta regeneración y han recibido apoyos puntuales institucionales que les han ayudado a mantenerse. Incluso alguno se ha podido recuperar recientemente, como el de La Aldea.
Impresiones y conclusión. Personalmente presenciar una manifestación etnográfica como los Ranchos de Ánimas en su plena intimidad me impactó. Es una manifestación cultural espontánea y genuina que va más allá de la preparada actuación folklórica en un escenario descontextualizada de su auténtica función social tradicional. Otro rasgo a destacar es la profunda fe que inspiran estas manifestaciones culturales: sus participantes creen en lo que cantan, lo viven como algo superior a lo meramente estético o lúdico. Se percibe una auténtica filosofía de vida y de la muerte, donde se mantiene una efectiva convivencia entre los vivos y los antepasados, así como una visión de relaciones sociales especial. No se busca una estética musical, sino una comunicación y un culto a las ánimas, donde se refuerzan lazos familiares y sociales en torno a ellas. Esos acordes repetitivos y monótonos durante horas parecen querer entrar en una especie de trance que ayude a los antepasados en el más allá, donde la comida en común y otros rituales, como el doblar el mantel por muchachas vírgenes, poseen una gran carga simbólica y espiritual considerable. En definitiva, esperamos que esta expresión de nuestra cultura más ancestral siga encontrando en el futuro su lugar y la herencia de los rancheros no caiga en el olvido.
Bibliografía
ALZOLA, José Miguel. La Navidad en Gran Canaria.
GONZÁLEZ COSSÍO, Pino. "Los panderos canarios: El metal que nos habla". Revista El Pajar.
REYES GARCÍA, Ignacio. “Las endechas isleñas”. Revista Mundo Guanche.
SUÁREZ MORENO, Francisco. 2008. Los Ranchos de Ánima en Canarias. Aspectos históricos en la cumbre y suroeste de Gran Canaria. BienMeSabe.org, 2008.
VV. AA. Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror. Guardianes de una tradición.
Foto de portada: imagen antigua del Rancho de Arbejales-Teror utilizada en la portada del libro Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror. Guardianes de una tradición