Desde el año 2004, y por iniciativa del colectivo cultural Pinolere, el Ayuntamiento de La Orotava instauró el conceder como institución este significativo premio que da un mayor reconocimiento a la importante labor de personas, entidades y colectivos del municipio en pro de la artesanía y el patrimonio, permitiendo mantener nuestras costumbres, tradiciones y antiguos oficios. Así, en los últimos años se ha entregado este premio a La Hermandad de Labradores (2004); a los hermanos cesteros de Tienda Rica Modesto y Donato González (2005); a la caladora de La Perdoma Armenia González (2006); al escultor y alfombrista Ezequiel de León Domínguez (2007); a los Molinos y Molineros de la Villa (2008), y al prestigioso cestero de La Florida Norberto Luis Perdigón, en el 2009. En 2010 a los artesanos tallistas de la madera y en 2011 a las diez panaderías tradicionales del municipio.
Zapatería Chávez. La zapatería Chávez, ubicada en el número 15 de la Plaza de San Francisco (La Orotava), más conocida como La Zapatería de Pedro, fue fundada en 1951 por Pedro Chávez Trujillo. Después de varios años de aprendizaje con uno de los zapateros de la época, Antonio Luis Domínguez, Pedro inició su independencia laboral a los 18 años gracias al apoyo económico de su padre, herrero y latonero de oficio, quien le permitió desarrollar la actividad en un pequeño rincón de su herrería. Durante años, Pedro Chávez se encargó de reparar zapatos y confeccionar el calzado de forma artesanal con las mejores pieles, las cuales adquiría en Santa Cruz de Tenerife. Los trabajos más destacados consistieron en reparar las botas de los trabajadores de la platanera o de las sorribas y elaborar zapatos a medida para las personas con mayor poder adquisitivo. Fueron varios los ayudantes que compartieron la zapatería hasta que, a finales de la década de los 70, los hijos de Pedro Chávez comienzan como aprendices produciéndose el relevo generacional del oficio y la continuidad de una actividad antiquísima.
Finalmente, la antigua herrería pasa a convertirse en un taller activo, donde padre e hijos realizan reparaciones, elaboran zapatos por encargo y se especializan en la elaboración de botas y polainas, elementos propios de los trajes típicos, que son distribuidos en diversas tiendas de artesanía de la isla. Y tras la pérdida del maestro Pedro Chávez Trujillo, sus hijos continúan desarrollando el oficio en el número 15 de la plaza de San Francisco. Convertidos en maestros zapateros, Pedro y Tomás mantienen viva una actividad tradicional con la incorporación de algunas máquinas modernas. Aún utilizan determinadas herramientas heredadas de su padre como martillos, cuchillas, pies de hierro y una máquina de coser con historia.
La actual Zapatería Chávez continúa siendo un espacio pequeño y carismático, donde tienen lugar espontáneas tertulias y conversaciones amenas entre zapateros y clientes. Un lugar peculiar y único, que conserva el aspecto y las destrezas del pasado, lo que les ha permitido conservar la técnica heredada, innovar y especializarse en determinadas cuestiones. “Los zapateros de San Francisco” son capaces de elaborar zapatos a medida y, además, reparan bolsos, cinturones, chaquetas, etc. Sin embargo, la oferta más atractiva la ocupan las reparaciones de los conocidos pies de gato, calzado específico utilizado en la escalada que arreglan hábilmente, atrayendo así a multitud de escaladores de diversas partes de la isla, e incluso de otros países.
Zapatería Viuda de Santiago Bello. La zapatería denominada Viuda de Santiago Bello, ubicada en el número 29 de la calle Dr. Domingo González García (La Orotava), en la zona conocida popularmente como Las Cuatro Esquinas, está abierta al público desde junio de 1970. Su fundador, Santiago Bello, poseía una antigua zapatería en otro edificio de la misma calle donde llegaron a trabajar simultáneamente hasta trece zapateros, convirtiéndose así en una de las zapaterías tradicionales más competentes previo a la década de los setenta. Actualmente, dos de sus aprendices continúan la actividad, convertidos en zapateros de oficio. Empleados del negocio, José Hernández Arbelo, conocido como Pepe el Zapatero, e Inocencio Iglesias Hernández, conocido como Chencho, mantienen vivo hoy en día un local particular por el que parece no transcurrir el tiempo.
Pepe el Zapatero inició su andadura en el oficio a los quince años de edad. Comenzó en el antiguo local, en 1969, en apenas un rincón de la zapatería donde se encargaba de hacer recibos y despachar el calzado reparado. En los ratos libres pudo aprender el oficio. Chencho, también conocido por su apellido Iglesias, comenzó como aprendiz en 1982. Fue la última persona que formó parte de la plantilla e inició sus conocimientos junto al propio dueño del negocio. Con el paso del tiempo, perfeccionó su aprendizaje hasta convertir la actividad en el oficio de toda su vida. Ambos zapateros han sido compañeros de trabajo desde hace más de veinte años. Han compartido el quehacer diario y han visto ante sus ojos como se produce un cambio progresivo en el tipo de demanda y en los objetos elaborados.
Inicialmente, la producción de zapatos artesanos era muy común en todas las clases sociales. A la zapatería de Santiago Bello acudían numerosas personas de diversos lugares del municipio, quienes recogían su calzado recién elaborado o aquellos reparados por los zapateros. La mayor parte de las reparaciones se entregaban los domingos, día de descanso de todos los trabajadores. Es por ello que los zapateros descansaban los lunes, día que aprovechaban para realizar las compras de materiales en Santa Cruz de Tenerife. La elaboración de objetos típicos, como botas y polainas, suponían otra de las intensas actividades. Sin embargo, con el paso del tiempo, la elaboración de estos objetos y los zapatos en general casi ha desaparecido. Actualmente, el negocio se centra en la reparación de calzado industrial, bolsos y algún otro objeto, utilizando las mismas herramientas con las que aprendieron y las mismas técnicas heredadas del pasado, en un local peculiar, que evoca a una época en que el oficio de zapatero era imprescindible para la sociedad.
Foto: Zapatería Chávez, en la que trabajan los hermanos Pedro y Tomás Chávez Méndez