Los Ramer fue un grupo juvenil de música pop formado en la villa de Santa Brígida (Gran Canaria), allá por el año 1963, década de la explosión de la música de los inolvidables años sesenta en España, cuando el Franquismo aflojó las riendas gracias a la influencia favorable de determinados acontecimientos, como el Plan de Estabilización y el desarrollo económico que propiciaron un cambio social, económico y cultural tan profundo que culminaría, a la muerte de Franco, con la Transición democrática. Las influencias musicales, moda, cine y cultura pop-rock iban incendiando a una juventud sedienta de cambios, como este grupo satauteño que nació en los años del 600 y de los pantalones de campanas y que, a pesar de no llegar lejos en el panorama musical, estuvo a punto de cruzar el charco y actuar en Suecia, cuna del inolvidable grupo musical Abba.
Los Ramer vivieron la edad de oro del pop, un tiempo en el que se escuchaban los temas más conocidos de las grandes bandas musicales del momento: los innovadores e influyentes The Beatles, The Animals, Los Canarios, el Dúo Dinámico, Triana, Los Brincos, con Juan Pardo y Antonio Morales Junior, Los Sirex, Los Pekenikes, Fórmula V, Los Mustang o Los Bravos, un grupo español de música de rock que tuvo gran repercusión internacional, gracias sobre todo a su gran éxito "Black Is Black", y que logró captar a toda aquella generación con letras como: Las cosas han cambiado/ yo soy Feliz./ Los chicos con las chicas pueden vivir./ Por fin hemos ganado/ Hay que reír.
El quinteto musical formado por Ricardo Ortiz Ramos a la batería; Aurelio (Lelo) Rodríguez Vega, saxofón; José Miguel Santana León, guitarra rítmica y solista; Enrique Santana Cabrera, contrabajo; y Raúl Martín Pérez, guitarra de punteo, fue uno de los grupos que se alimentaron de los nuevos ritmos ye-ye llegados a la isla de Gran Canaria. El nombre de Los «Ramer» es un acrónimo formado por las primeras letras del nombre de cada miembro (Ricardo, Aurelio, Miguel, Enrique y Raúl).
Desde un primer momento, y a falta de inspiración, estos integrantes de la cantera local optaron por tocar canciones del momento, con un tono progre, pegadizas y armoniosas, pero acopladas para los bailes de sus seguidores, como los turistas extranjeros que contorneaban sus cuerpos en las salas de fiestas donde actuaban.
Antecedentes musicales. Los primeros contactos con la música del grupo estuvieron vinculados a distintas formaciones musicales, como el coro de la parroquia de Santa Brígida, dirigido por el vecino Federico Salazar Galván, seminarista, maestro y fundador de la academia La Providencia, en la ciudad, a quien todavía no se le ha hecho un reconocimiento público por su labor musical y social en el pueblo; así como a diferentes grupos folclóricos, gran parte de ellos dirigidos por el director de la Banda Municipal de Música, Ñito Calderín, entonces renombrado folclorista.
Con el tiempo y la necesaria convivencia a que obliga militar en un grupo como éste, los integrantes de Los Ramer reforzaron sus lazos amistosos. Su lugar de reunión era el bar de los hermanos Benítez, situado junto a la subida del cementerio, donde aparte de echarse un pizco se desataban entrañables tertulias de efervescencia juvenil. También fue el lugar donde decidían los lugares a los que iban a rondar a las novias, tan al uso a mediados del pasado siglo, cuando los músicos se veían obligados a portar sillas, mesas plegables y candiles para poder leer las partituras en plena oscuridad. Unas alegres serenatas nocturnas que se animaban con la presencia –y la experiencia– de algunos mayores como maestro Leopoldo Santana, Santiago Benítez, Juanito Morales, Juanito Fernández, Diego Cruz, Manolo Ojeda el Chapa; así como los hermanos Manolín, Héctor y Santiago Rodríguez de la Coba, Jaime y José Luis Rodríguez, los hermanos Lolín, Pepe y Carlos Santana, y el conocido electricista Pepe Benítez Santana. Tampoco faltaban en aquellos alegres encuentros para cantar por las calles Ángello, acompañado de su acordeón o del laúd, Carlos Reyes, y otros vecinos que de alguna manera contribuyeron a realzar las tradicionales rondas nocturnas ––esas que han vuelto a sonar ahora gracias a la Parranda San Antonio, del Club Municipal de Mayores de Santa Brígida–.
Varios integrantes de la banda satauteña cuando formaban parte de la agrupación folklórica municipal, ataviados con el traje
de Néstor, en 1961. En la foto, de izquierda a derecha: Enrique Santana Cabrera, Raúl Martín Pérez, Carlos Santana,
Carlos Reyes, Ángello y Ricardo Ortiz Ramos (Fotógrafo: JACOBO)
Inolvidables serenatas. Las serenatas se organizaban en cualquier momento y lugar para alegrar a los enamorados corazones de los jóvenes, pero no siempre los tocadores salían bien parados. Que el corazón tiene razones que la razón, o los vecinos, no entienden. En una ocasión, tras una alegre serenata en las calles del pueblo de Tejeda, la Guardia Civil los buscaba, acusados de alterar el orden público con nocturnidad y alevosía. Raudos y veloz, los rondadores se fueron con la música a otra parte, y eso que habían sido invitados por el cura Francisco Melián.
«Cuando salíamos de ronda alquilábamos casi siempre el taxi de Chirino, un Ford, modelo Cónsul, de cinco plazas, pero donde íbamos hasta diez personas ocupando el portamaletas abierto», recuerda el más joven del grupo, Raúl Martín Pérez, de 66 años y actual director y fundador de la Parranda San Antonio.
Después de aquellas inolvidables rondas, los integrantes del grupo decidieron emprender nuevo retos musicales y se tomaron como primer objetivo buscar un lugar de ensayo. De este modo hablaron con el activo responsable de la Organización Juvenil Española (OJE), el vecino Manuel Navarro Moreno, quien les facilitó el local en la parte trasera del ayuntamiento, amén de todo lo que estuviera en sus manos. Los vecinos de la calle Castelar, en vez de quejarse les animaban, mientras ellos buscaban canciones y coordinaban las composiciones de éstas, ya que el saber musical del conjunto en conocimientos de solfeo era entonces muy limitado. Luego llegó el turno de adquirir mejores instrumentos musicales, los cuales compraron en el bazar Orbis de la calle Triana, siendo su propietario Manuel Santana, natural del barrio de El Madroñal y que conocía a muchos de los padres y a los familiares de los componentes del grupo, por lo que se llegó a un buen acuerdo económico.
Al tiempo que esperaban, ansiosos, por los nuevos instrumentos, un día aprovecharon para examinarse y tratar de obtener el carné profesional de músico que otorgaba la Sociedad General de Autores de Las Palmas. «Aquello fue muy precipitado ya que José Miguel, que trabajaba en el juzgado, se enteró por la mañana y el examen era por la tarde. Sobre la marcha nos pusimos en contacto, y hasta Raúl tuvo que ir a buscar en su moto Garelli a Enrique, que entonces trabajaba en Valsequillo, así y todo se presentaron y cantaron la canción "Las Palmeras", de Alberto Cortez, pero al no llevarla bien preparada fuimos rechazados. La verdad es que fue una lástima ya que teníamos gran ilusión y hubiese cambiado la trayectoria del grupo», asegura Ricardo Ortiz y sus compañeros.
Las palmeras, las palmeras.
Ah, mi corazón está empezando a padecer
desde que yo te conocí, mi dulce bien
Sé que para mí es muy difícil olvidar
todo el encanto de tu voz y tu mirar.
Ven mi amor, que quiero ser tu adoración
y forjar nuestro nidito de pasión.
Ven que las palmeras saben de mi amor,
ven que mi alma ya no puede de dolor.
Coral parroquial de Santa Brígida en torno a 1960, dirigida por Federico Salazar Galván,
en el centro de la imagen, de pie junto al cura (Fotógrafo: RAMÍREZ MEDEROS)
Debut en el Casino. Con los nuevos instrumentos los ensayos del grupo fueron más rigurosos, aportando cada uno de ellos lo que mejor sabía. Y llegó el gran día. El debut oficial de Los Ramer tuvo lugar en el salón de bailes del Real Casino de Santa Brígida a finales de 1963. Se dio la feliz circunstancia que el acto fue presentado por Nery Marquina, cantautora y maestra en un colegio de la ciudad, quien llegó a ganar el concurso Voces Nuevas, organizado por Radio Nacional de España en Barcelona, el 25 de abril de 1970, con su canción "Unidas en Primavera". Más tarde, esta conocida trovadora canaria, nacida en Asturias, firmaría con la casa discográfica Belter y dejaría en ella sus primeras canciones.
Pero volvamos con Los Ramer. Cuentan que su actuación en el Casino impresionó a la mayoría del respetable satauteño, orgulloso el pueblo de contar con un conjunto musical adecuado a la época, made in Santa Brígida, por lo que las primeras actuaciones no se hicieron esperar. Así, subieron a los escenarios de los principales centros de la movida de entonces: El Guayedra, Hotel Santa Brígida, El Bentayga, Altavista, El Lasso, Las Sillas (Artenara), la sociedad Las Meleguinas o en el asador Casa Antonio, en El Monte, hasta que en el invierno de 1964, el conocido empresario hostelero Agustín Artiles Padrón los contrató para que actuaran en su negocio de Las Grutas Artiles, uno de los establecimientos de moda. Allí actuarían cuatro veces por semana y cobraban unas cinco mil pesetas, además del derecho a la cena y a las consumiciones durante las actuaciones.
Nery Marquina, en una imagen promocional de los años setenta (Fondo: Revista AGUAYRO)
En Las Grutas de Artiles tuvieron, incluso, la oportunidad de compartir escenario con el inolvidable conjunto Los Canarios, una formación con una estructura dedicada casi por completo al soul, liderada por Teddy Bautista, que más tarde dirigirá la Sociedad General de Autores. La actuación de Los Ramer antes de aquellos ídolos formados en Gran Canaria resultó inolvidable. Cuentan que los integrantes de Los Canarios, que más tarde, en 1968, lanzaron al mercado Get on your knees (Ponte de rodillas) y se convirtieron en número uno en ventas, quedaron gratamente sorprendidos por la forma de tocar y cantar sobre el escenario del joven quinteto satauteño.
Y llegaron nuevas oportunidades musicales. Los miembros de Los Ramer recuerdan que, actuando en Las Grutas de Artiles, los dueños de una agencia de viajes pretendieron llevarlos a Suecia. Era un momento en que había resurgido con fuerza el turismo nórdico en las Islas, con una avalancha de nórdicos que traerá a nuestras playas no sólo una gran cantidad de divisas, sino también otras culturas y formas de vida que puso en jaque la moralidad pacata y excesiva de la sociedad canaria de entonces. Los miembros del grupo musical estudiaron la tentadora oferta de cruzar el charco, pero finalmente la rechazaron y agradecieron el gesto de lanzar a Los Ramer a Europa, optando por seguir en Las Grutas y ser profetas en su tierra.
El grupo Los Ramer en la actualidad: Raúl Martín, Miguel Santana León, Enrique Santana Cabrera y Ricardo Ortiz Ramos.
En la imagen faltó a la cita Aurelio Rodríguez Vega por encontrarse delicado de salud (LA GACETA)
Despedida. De esta forma pasaron casi tres años, y como todo tiene su fin, en 1967 decidieron separarse, principalmente debido a motivos laborales. Raúl Martín entró en la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria; Enrique, empleado de la Caja Insular de Ahorros; José Miguel andaba entre pleitos en el Juzgado; Lelo trabajaba para una distribuidora de medicinas; y Ricardo, visitador médico. Habían pasado apenas cuatro años pero un sinfín de vivencias compartidas, y todo gracias a la música y a otras inquietudes comunes, como el romanticismo de las rondas nocturnas, hilo musical de sus orígenes y de muchas tradiciones.
Hoy día la mayoría de los componentes están jubilados, a excepción de José Miguel Santana, quien sigue al frente de su gestoría, pero casi todos siguen vinculados de una forma u otra a la música, como el caso de Ricardo Ortiz, que forma parte de una agrupación folclórica del municipio de Firgas; o el propio José Miguel y Raúl, ambos miembros de la Parranda San Antonio. Una agrupación que desde su creación en el año 2009, en Santa Brígida, ha recuperado las rondas por las calles del casco antiguo cada vez que una nueva estación llega puntual a la cita. Una forma tradicional y divertida de enriquecer la última etapa de sus vidas.
Foto de portada: El quinteto Los Ramer en una de sus célebres actuaciones en 1963 en el Casino. De izquierda a derecha: Raúl Martín, Aurelio Rodríguez Vega, J. Miguel Santana León, Enrique Santana Cabrera y Ricardo Ortiz Ramos. Fotógrafo: JUAN VENTURA.