Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Apuntes etnográficos del uso del silbo en la isla de Gran Canaria.

Miércoles, 25 de Abril de 2012
Antonio M. Jiménez Medina, Juan M. Zamora Maldonado, Evaristo S. García Rodríguez y Gabriel Betancor Quintana
Publicado en el número 415

En el caso del silbo grancanario, parece ser que éste desapareció completamente a mediados del siglo XX y sólo es conocido por personas muy mayores (generalmente de la cumbre y medianías de Gran Canaria, así como antiguos pastores) que conservan el recuerdo de haber visto y escuchado esta peculiar forma de trasmisión.

 

De los medios de comunicación que solían utilizar, hasta hace varias décadas, los pastores de la isla de Gran Canaria, sobresalían, entre otros, el uso de la gaita o flauta de caña de barranco, así como de los bucios (caracolas o conchas marinas, de gran tamaño, pertenecientes a las especies Charonia tritonis y Charonia lampas, cuyo término procede del portugués búzio), pero sobre todo destacaríamos el uso del silbo (Zamora Maldonado, J. y Jiménez Medina, A., 1999: 201).

 

Estos medios son muy efectivos cuando se trata de salvar distancias (de hasta 2 kilómetros, en algunos casos) en orografías muy accidentadas, como barrancos encajados, lomas y montañas. Por una parte, algunos informantes nos han comentado que la gaita o flauta se usaba entre los pastores para comunicar algún hecho, como por ejemplo traer o llevar ganado, acercarse para hablar, avisar de algún peligro, etc. Para ello, se ejecutaban diversos toques que eran reconocidos entre estos pastores. Por otra parte, y con los mismos fines, también se utilizó el bucio, empleando para ello ciertos toques. Por desgracia, los informantes a los que pudimos entrevistar no se acordaban, o no conocían, los toques específicos empleados tanto por en las gaitas como en los bucios.

 

En cuanto al lenguaje silbado las fuentes etnohistóricas aluden casi única y exclusivamente a la isla de La Gomera, tal y como se describen en los textos de 1404-1408 realizado por los frailes Pierre Bontier y Jehan Le Verrier en las Crónicas francesas de la conquista de Canarias, conocidas como Le Canarien (1980: 165-166). Para el caso de Gran Canaria, en las Crónicas de la Conquista de Gran Canaria, Alonso de Palencia describió en 1490 (aludiendo a los indígenas de Gran Canaria): los canarios acudieron desde diversos lugares, cuando, desde las atalayas en rocas inaccesibles, los viejos les indicaron con un silbido, que utilizan como las señales de un cuerno o de una trompeta, que ya podían y debían atacar al enemigo (Alonso de Palencia en Morales Padrón, F., 1993: 487).

 

Una parte de los descendientes de la población indígena de Gran Canaria se asentó, en gran medida, durante el siglo XVI, en la zona de la cumbre (Guía, Gáldar, Artenara, Tejeda, Mogán y San Bartolomé de Tirajana), dedicándose, de manera especial, a la ganadería menor, es decir, al cuidado de las cabras y ovejas (Betancor Quintana, G., 2004 b), viviendo apartada, pero controlada por la sociedad colonial que impulsaba en Canarias la Corona de Castilla en las primeras décadas del siglo. En estas zonas la debilidad demográfica de la nueva sociedad europea permitió que los grupos de naturales y sus descendientes (canarios, gomeros y guanches), que sobrevivieron a la conquista, siguiesen practicando sus hábitos culturales prehispánicos en las nuevas condiciones político-sociales que regían la vida de la isla, experimentando un proceso de aculturación más pausado que el que vivieron los naturales asentados en las proximidades del Real de Las Palmas y de las vegas agrícolas de Telde y Gáldar. La presencia de diversos linajes gomeros en Gran canaria, en esos momentos genésicos de la sociedad moderna en la isla, es un hecho probado documentalmente y que además dejó también su huella en la toponimia insular. Asentados por diversas zonas de Gran Canaria: en el Real de Las Palmas (Catalina Chapiro, Pedro Arurapa...), Arucas, los altos de Valsequillo..., su presencia fue más significativa en la comarca de Tirajana, donde diversos linajes gomeros cohabitaron con grupos de guanches y canarios asentados en las zonas limítrofes al ingenio y heredamiento de Tirajana; en el corazón de la Caldera hacían vida grupos de canarios, gomeros y guanches, en el triángulo comprendido entre las Vueltas de Adeje, Tunte y los Caserones canarios de Fataga, donde se había instalado el linaje de los de Mulagua, encabezado por los gomeros Fernando Mulagua y Francisco Abhalí, que llegaron a Gran Canaria desde Tenerife huyendo de la política represiva de su Cabildo hacia los gomeros.

 

El Lomo de los Guaniles y el Lomo de los Letreros, en los alrededores del Ingenio de Santa Lucía, fueron también zonas de reasentamiento de canarios, gomeros y guanches. En las zonas costeras también podemos hallar la presencia de gomeros y guanches en el Sur de Gran Canaria. El barranco de Arguineguín y las cercanías de Juan Grande fueron los núcleos de estas poblaciones; allí compartieron territorio con los guanches de Anaga desterrados de su isla y fueron los responsables de una toponimia que evidenció su presencia en el Risco del Gomerito junto al Barranco de la Verga, el Puntón de la Guancha o los mismos Llanos de la Guancha lindantes ya con los del canario Juan Grande. Dedicados a la ganadería de cabras y ovejas al palo y de suelta, la relación con los grupos de canarios -el linaje de Juan Grande en la costa y de Blas de Liria y Juan Adobar en la cabecera del barranco de Tirajana- se cimentó sobre la base de las apañadas de ganado realizadas en Amurga.

 

D. Higinio Bordón Cazorla, Lereta, Ingenio (2000). Foto: A. Jiménez Medina

 

Es probable que entre los supervivientes de estos pobladores indígenas subsistiera el lenguaje silbado, costumbre que luego fue transmitida a las siguientes generaciones. Otra hipótesis del origen de este lenguaje silbado pudiera ser la presencia de un buen número de indígenas procedentes de La Gomera que fueron deportados a Gran Canaria y se asentaron en estos lugares (Betancor Quintana, G., 2003), por lo que podría haber una relación entre el silbo gomero y el practicado en Gran Canaria.

 

Por otra parte, a finales del siglo XIX, el antropólogo y médico francés René Verneau, además de citar el silbo gomero (Verneau, R., [1891] 1981: 238-240), alude en su obra Cinco años de estancia en las Islas Canarias al silbo herreño como señal de llamada: (...) Cuando llegó la noche nos quedamos sorprendidos de oír por todas partes los silbidos y los sonidos de una trompa (ésta consiste en una simple concha agujereada). Era la señal de la llamada  (...). Una delegación vino a buscarnos para conducirnos a la sala de baile (...) (Verneau, R., [1891] 1981: 275-276).

 

Si bien R. Verneau consideraba que, a excepción de La Gomera, en el resto de las Islas los silbos que ejecutaban los naturales eran simples señas convencionales (Verneau, R. [1891] 1981: 238-239).

 

En el caso del silbo grancanario, parece ser que éste desapareció completamente a mediados del siglo XX y sólo es conocido por personas muy mayores (generalmente vecinos y vecinas de pagos de la cumbre y medianías de la isla de Gran Canaria, así como antiguos pastores) que conservan el recuerdo de haber visto y escuchado esta peculiar forma de trasmisión, sin que conozcamos, en el estado actual de las investigaciones, alguna persona que sepa silbar (o silbiar, como dicen las personas mayores entrevistadas).

 

Todos los informantes coinciden en afirmar que el silbo practicado en Gran Canaria era muy similar al efectuado actualmente en La Gomera, es decir, que era un lenguaje y que se empleaban los dedos para formar sonidos. Así, D. Rafael Molina Martín, natural y vecino de El Toscón (Tejeda), que contaba con 77 años de edad en abril de 1998, nos decía: por el silbo también nos hablábamos, como el gomero, aquí ya no se lleva eso y se perdió eso (Zamora Maldonado, J. y Jiménez Medina, A., 1999: 201 y 2000: 15). Este dato podría relacionarse con lo expresado anteriormente, en relación a los indígenas gomeros que fueron deportados a Gran Canaria (Betancor Quintana, G., 2003).

 

La presencia del silbo en esta parte de El Carrizal también fue corroborado por D. Ambrosio Quintana Medina, natural igualmente de El Toscón (Tejeda), que contaba con 67 años de edad en la misma fecha (abril de 1998). Este informante nos dijo (en abril de 2012, con 79 años de edad) que el silbo solía emplearse por los pastores y por algunos carboneros, sobre todo para avisarse de la presencia de la Guardia Civil. D. Ambrosio nos comentó que la gente aprendía a silbar desde que era pequeña, pero era una costumbre que la ejercían principalmente los pastores. Recuerda que cuando era niño muy poca gente silbaba, eso fue allá por los años 40 y 50 del pasado siglo XX, recuerda especialmente a sus abuelos. Ya en los años 50, recordaba sobremanera la forma que algunas personas usaban para avisar de la presencia de la Guardia Civil (cuando estaban prohibidas las cabras en los almendreros, o hacer carbón en el monte público), literalmente nos decía: el silbo era para una emergencia, para avisarse, para avisar a los carboneros que venía la gente la Guardia Civil. Sin embargo, D. Ambrosio, a diferencia de lo que nos dijo D. Rafael Molina, nos llegó a afirmar que: en esa parte, en aquellos tiempos, de El Carrizal, el silbo sólo para emergencias, no era como en La Gomera, no era un lenguaje, sino para cosas importantes, habían varios que lo practicaban, ya nadie se acuerda como se hacía. Mi padre no silbaba, pero habían varios pastores, como mi tío, Manuel Medina, ese practicaba el silbido. Más bien eran los pastores los que silbiaban, para llamar al ganado, para decirse cosas de emergencia con otros pastores.

 

D. José Guedes Rodríguez, Casa Pastores, Santa Lucía de Tirajana (1999)

Foto: J. Zamora Maldonado

 

Diversos informantes también nos hablaron del uso del silbo en otros lugares de Gran Canaria, sobre todo en Santa Lucía de Tirajana y en los altos de Ingenio y de Agüimes. Así D. José Guedes Rodríguez, natural de Casa Pastores (Santa Lucía de Tirajana), que contaba con 71 años de edad en marzo de 1998, nos comentaba que los pastores se silbaban para comunicarse entre ellos, si bien era una costumbre que se perdió. Por otra parte, D. Higinio Bordón Cazorla, que contaba con 70 años de edad en mayo de 2000, natural de Lereta (Ingenio), nos comentó que cuando era niño recordaba a los pastores que transitaban por la zona de Lereta (tanto en la parte de Ingenio como en la de Agüimes) verlos silbar para comunicarse entre ellos. En especial cuando se practicaba la recogida del ganado guanil (o salvaje), también denominada apañada en Fuerteventura, en la zona denominada El Agarradero, en Lereta, Guayadeque, Agüimes (Jiménez Medina, A., 2000 y Jiménez Medina, A. y Zamora Maldonado, J., 2004: 37).

 

Por otra parte, varias personas mayores de la zona de El Carrizal de Tejeda comentaron que el silbo, como lenguaje, se practicaba en esta zona hasta los años 50 y 60 del pasado siglo XX. En ese sentido, los pastores se comunicaban entre las orillas del Barranco de Siberio, entre el Lomo de Juan Mateo y la Mesa de El Junquillo. Parece ser que había un pastor, llamado Laureano, que sabía silbar muy bien. También, además de los pastores, lo hablaban otras personas que no eran pastores, pero sobre todo era un lenguaje practicado por éstos. Según otros informantes que pudo entrevistar E. García Rodríguez, el lenguaje silbado estaba formado por frases cortas (ven para aquí, nos vemos en tal sitio, etc.); para otros era un verdadero sistema comunicativo, en el que se expresaban como si se hablaran. En los años 30 (del siglo XX) era común oír silbos en el Barranco de Moya, entre esta villa y El Palmital de Guía, pues había familias divididas entre un lugar y otro (información facilitada por Dª. María Esperanza Rodríguez Lantigua, de  84 años de edad, abril de 2012 y natural de Moya).

 

El propio padre de uno de los autores, Evaristo García Rodríguez, que era de Moya (D. Salvador García Almeida, ya fallecido, tendría ahora unos 90 años de edad, natural de Moya), le llegó a decir que vio gente silbar, tanto en Moya como en La Aldea de San Nicolás, concretamente decía, cuando veía en la televisión algún programa alusivo al silgo gomero, que antiguamente la gente silbaba aquí en la isla y se hablaba así, se decían cosas silbando. Su padre además estuvo trabajando en la carretera de La Aldea, donde llegó a ver gente practicar el silbo.

 

En relación a la supervivencia de antiguas costumbres, como tal vez fuera el caso del silbo, algunas personas nos han comentado que sus familiares de avanzada edad hablaban una lengua rara, que no era español. Desconocemos a qué idioma se refieren estos informantes. Aunque es bastante difícil, pero no imposible, ¿podría tratarse del antiguo idioma de los antiguos canarios? ¿Se pudo dar el caso de que a finales del siglo XIX y comienzos del XX algunos habitantes de la zona cumbrera de Tejeda y Artenara conocieran o hablaran el antiguo idioma de los canarios?

 

 

Conclusiones

Creemos que este lenguaje silbado podría haber procedido de la costumbre indígena que practicaban los antiguos canarios (o los gomeros deportados), tal y como se cita en las Crónicas de la Conquista de Canarias, si bien hay que hacer constar que el silbo se practica y practicaba en otras partes, como en el Pirineo francés y Andorra, así como en algunos lugares del África Subsahariana (http://es.wikipedia.org/wiki/Lenguaje_silbado), por lo que no se descarta otras posibles influencias. No es improbable, además, pensar o creer que ese antiguo idioma silbado, que reproduciría sonidos parecidos a la antigua lengua (de procedencia bereber) de los isleños, se transformase o adaptase, con el devenir de los años y de los siglos, a otro lenguaje silbado con sonidos parecidos a palabras castellanas.

 

Por tanto, el antiguo silbo indígena debió adaptarse al idioma castellano (a partir del siglo XVI), por parte de aquellos descendientes que se asentaron y de alguna manera “sobrevivieron” en lugares marginales y marginados, muy apartados de los principales núcleos de población, y solía ser una sistema comunicativo común empleado, generalmente, entre los pastores que practicaban la trashumancia, si bien es posible que en siglos pasados fuera conocido por parte de la población. No se descarta, como afirman algunos informantes, una posible relación, o influencia, entre el silbo gomero y el grancanario, que pudiera haber sido introducido por los indígenas deportados desde La Gomera en el siglo XVI. Este lenguaje, bien como medio comunicativo o como forma de señales de avisos, fue desapareciendo progresivamente, hasta su extinción en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX.

 

En el estado actual de las investigaciones los datos orales plantean dos opciones: una que realmente expresa que el silbo practicado en Gran Canaria fuera un lenguaje comunicativo, y otra, como bien como ya planteaba René Verneau, que sólo era un simple sistema de señales (ven para aquí, trae el ganado, que viene la guardia civil, etc.). También es probable otra explicación y es que ese lenguaje con el tiempo fuera evolucionando (de alguna manera involucionando) hacia una forma muy sencilla de comunicación con la transmisión de sonidos, que aludían a algunas frases o palabras muy específicas y determinadas, tal y como también sostienen algunos informantes.

 

Parece lógico pensar que en islas donde existen accidentes orográficos importantes (barrancos encajados, etc.) el silbo se presenta como un medio de comunicación idóneo. Por lo tanto, es más que probable que estuviese presente en casi todas las Islas, además de La Gomera, El Hierro y Gran Canaria (Díaz Reyes, D., 2011).

 

Fuera como fuese, todos los informantes coinciden en plantear que este modo de silbar, para comunicarse, era un método empleado generalmente por los pastores (aunque también lo conocían varios carboneros y algunas mujeres), que era conocido por muy poca gente, que se transmitía de padres o abuelos a hijos y que esta costumbre desapareció entre los años 50 y 60 del siglo XX (época en la que también comienzan a desaparecer muchos aspectos, actividades, costumbres, etc., del mundo rural, artesanal y tradicional de la isla de Gran Canaria). Los datos, asimismo, parecen confirmar que el silbo fue empleado en toda la isla, tanto en la vertiente Oeste (La Aldea de San Nicolás) y en la Cumbre (Tejeda y Artenara), como en el Este (altos de Ingenio y Agüimes), en el Sur (Santa Lucía de Tirajana) y en el Norte (Moya y Santa María de Guía).

 

No podríamos finalizar sin agradecer la generosidad de los informantes (algunos ya fallecidos), por compartir sus historias que son, como no podría ser de otra manera, nuestra Historia.

 

Entrevistando a D. Higinio Bordón Cazorla, Lereta, Ingenio (2000). Foto: J. Zamora Maldonado

 

 

Informantes

D. Rafael Molina Martín, El Toscón (Tejeda), 77 años de edad, abril de 1998.

D. Ambrosio Quintana Medina, El Toscón (Tejeda), 79 años de edad abril de 2012.

D. José Guedes Rodríguez, Casa Pastores (Santa Lucía de Tirajana),  71 años de edad, marzo de 1998.

D. Higinio Bordón Cazorla, Lereta (Ingenio), 70 años de edad, mayo de 2000.

D. Salvador García Almeida, Moya, 88 años de edad, diciembre de 2010.

Dª. María Esperanza Rodríguez Lantigua, Fontanales (Moya),  84 años, abril de 2012.

 

 

Bibliografía

BETANCOR QUINTANA, Gabriel (2003): Los indígenas en la formación de la moderna sociedad canaria. Integración y aculturación de canarios, gomeros y guanches. 1496-1525. Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Ciencias Históricas. Tesis doctoral inédita.
- (2004 a): “Los canarios y la caña de azúcar, siglo XVI”. XVI Coloquio de Historia Canario Americana. Resúmenes. Ed. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, p. 15.
- (2004 b): “La ganadería indígena tras la conquista”. El Pajar Cuaderno de Etnografía Canaria. Nº. 19. Ed. Asociación Cultural Pinolere. Gobierno de Canarias. Cabildo de Tenerife. Ayuntamiento de La Orotava. La Orotava, pp. 39-49.

BONTIER, Pierre y VERRIER, Jehan Le [original de 1404-1408, 1ª. ed. 1488-1491] (1986): Le Canarien. Crónicas normandas de la Conquista de Canarias. Edición de Alejandro Cioranescu. Ed. Cabildo de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.

DARRIBA, Javier (2003): “El legado aborigen”. Canarias 7. Domingo, 24 de agosto de 2003, pp. 16-17.

DÍAZ REYES, David (2011): “El lenguaje silbado en Canarias”. Boletín del Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Nº. 2. Los medios de transmisión de la información. Ed. Gobierno de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 65-101.

JIMÉNEZ MEDINA, Antonio M. (2000): Guayadeque: apuntes etnográficos. Memoria del proyecto de investigación para documentar las salas de Etnografía del Centro de Interpretación de Guayadeque, Ingenio-Agüimes. Arqueocanaria, SL. Inédito.

JIMÉNEZ MEDINA, Antonio y ZAMORA MALDONADO, Juan M. (2004): “La ganadería tradicional de Gran Canaria”. El Pajar Cuaderno de Etnografía Canaria. Nº. 19. Ed. Asociación Cultural Pinolere. Gobierno de Canarias. Cabildo de Tenerife. Ayuntamiento de La Orotava. La Orotava, pp. 34-38.

MORALES PADRÓN, Francisco [1ª. ed. 1978] (1993): Canarias. Crónicas de su Conquista. Transcripción, estudios y notas. Ed.  Cabildo de Gran Canaria. Madrid.

VERNEAU, René [1ª. ed. en francés 1891] (1992): Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Edición de Julio Hernández García y Manuel J. Lorenzo Perera. Ed. José Antonio Delgado Luis. Madrid.

ZAMORA MALDONADO, Juan M. y JIMÉNEZ MEDINA, Antonio M. (1999): “La flauta o gaita entre los pastores de Gran Canaria: un estudio etnográfico”. El Museo Canario. Volumen LIV, tomo I. Ed. El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 179-219.
- (2000): “La gaita o flauta de caña: un instrumento de pastores”. La Vinca. Revista de Opinión, Denuncia e Información. Nº. 36. Ed. Grupo Ecológico La Vinca Ecologistas en Acción. Arucas, pp. 12-15.

 

 

Los autores: Antonio Manuel Jiménez Medina es Lcdo. en Geografía e Historia, Juan Manuel Zamora Maldonado es Investigador, Evaristo Salvador García Rodríguez es Lcdo. en Historia y Gabriel Betancor Quintana es Dr. en Historia.

 


Foto de portada: ganado pastando, Barranco de Cardones, Arucas (1999). Autora: Alicia de J. Hernández Padrón

 

 

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Comentarios
Jueves, 06 de Febrero de 2014 a las 01:01 am - Juan

#07 Interesantísimo el artículo y las aportaciones, el último párrafo me dejo perplejo. Considero que si esas personas tenían el conocimiento de la utilización de otra lengua deberían tener algún recuerdo, formas de hablar, alguna palabra concreta , etc..algún especialista debería tener la oportunidad de entrevistarlos...cada vez que fallece una persona mayor en Canarias, perdemos medio libro de historia....

Jueves, 26 de Abril de 2012 a las 22:45 pm - Gomera

#06 Felicidades por tan interesante artículo.

Espero Sr. Díaz que aquellas que no podemos disfrutar de sus conocimientos (vivimos en islas), si podamos aprender de lo que Ud. señala como "Posiblemente puedan sentarse las bases de la recuperación del lenguaje silbado en Gran Canaria".

Seguro que hay mucha gente deseosa, yo sería una de ellas, de disfrutar de sus conocimientos.

Jueves, 26 de Abril de 2012 a las 17:50 pm - David Díaz Reyes

#05 Muchas felicidades a los autores de este magnífico artículo, y muchísimas gracias por compartirlo con todos nosotros. Es mucho lo que tendría que escribir para comentar lo que se expuso, sobre todo en lo que concierne al origen del silbo en Gran Canaria. Lo cierto es que suscribo a grandes rasgos las palabras del comentarista Pedro el Gasio. Pero estos y otros asuntos tal vez podamos tratarlos personalmente todos los interesados en este tema. Este sábado, pasado mañana, he sido invitado por segunda vez por los organizadores de la Ruta de Bentejuí para realizar en Gran Canaria un taller teórico-práctico de lenguaje silbado. Será por la tarde, en plena naturaleza, en los Llanos de la Pez. Posiblemente puedan sentarse las bases de la recuperación del lenguaje silbado en Gran Canaria. Saludos.

Jueves, 26 de Abril de 2012 a las 16:16 pm - Canario

#04 Trapero entrevistó también a algunos pastores de La Aldea:

http://mdc.ulpgc.es/cdm4/item_viewer.php?CISOROOT=/asmtloc&CISOPTR=4753&CISOBOX=1&REC=5

Jueves, 26 de Abril de 2012 a las 16:05 pm - Pedro el Gasio

#03 Me gusta el artículo, pero no estoy a favor de ciertas cosas. No me parece lógico que el silbo fuera influencia de los gomeros llevados a Gran Canaria, sino que estos pudieron llevarlo y practicarlo, pero no generar el lenguaje allí. De ser así, se podría afirmar que todos los lenguajes silbados de Canarias son de origen gomero y eso me parece erróneo, porque eso bebe mucho de la idea de La Gomera como "arcadia perdida", tanto en lo referente al silbo, como en lo referente al tambor y a la cultura tradicional en general. Si el hombre dice que silbaba como los gomeros, es porque practicaba un lenguaje de silbo articulado, no porque con ello se sepa que pueda venir de la Gomera, o al menos esa conclusión me parece más lógica.Lo más probable es que el silbo estuviera generalizado entre los antiguos canarios, como elemento amazigh general en la época.

Seguramente existía el lenguaje silbado en el continente y estaba bastante extendido entre las culturas imazighen, existiendo referencias desde Herodoto. Por otro lado, el silbo de Gran Canaria no se extinguió hace cincuenta años, porque existen grabaciones de hace algo más de una década, que se pueden ver en esta página. www.silbocanario.com y aún, por lo que se, es susceptible de ser rescatado, aunque desconozco las iniciativas que se están llevando a cabo en este sentido. Tampoco es correcto que existan únicamente referencias al lenguaje silbado en la Gomera, o Gran Canaria. Las hay también en La Palma, en 1474, a decir de Tejera Gaspar y en Tenerife un siglo después de la conquista. Luego las tenemos en los siglos siguientes, siendo interesantes las de Bethencourt Alfonso.

Sobre la posibilidad de que se hablara Tamazigh hasta esas fechas, lo dudo bastante, aunque tengo referencias similares de Tenerife y La Palma. Sin embargo estimo que, si hubiera sido así, las influencias en el dialecto canario actual de la zona serían mucho más fuertes en todos los sentidos (léxico, giros..). Es más probable que se tratara de algún tipo de patois, una lengua criolla de contacto, como la que existía en La Palma hasta hace un siglo y de la que quedan restos importantes aún. Aunque con lo desconocida que es nuestra cultura tradicional, que nos sorprende siempre, quizás se conservara en ambientes familiares extremadamente cerrados algún tipo de Tamazigh degenerado. No se puede descartar nada. Hay referencias en Gran Canaria, de hablantes de Tamazigh aún en el siglo XVII, dadas por un fraile. Lo leí en su momento, aunque no recuerdo bien la referencia, de todas formas, no hay más que leer a Marín y cubas, para darse cuenta de que, los antiguos canarios, continuaban unidos y con sentido de pertenencia étnica, aún en el siglo XVII.

Jueves, 26 de Abril de 2012 a las 08:48 am - Antonio M. Jiménez Medina.

#02 Estimado Sr. Antonio Rodríguez:

En relación a su comentario, el cual agradecemos, nuestro compañero Evaristo S. García Rodríguez nos comentó que era posible que una persona de la Cumbre todavía conociera y practicara el silbo. Por desgracia creemos que quedan muy pocas personas que conozcan la manera de silbar, sería muy interesante, por tanto, que diera a conocer la entrevista que realizó. Creo, no me equivoco, que el equipo redactor de Bienmesabe.org estaría encantado de dar a conocer este dato en profundidad. Por lo que le animo a que lo publique en este medio. En todo caso, a través de la propia revista puede ponerse en contacto con nosotros para cualquier tipo de colaboración. Reciba un saludo.

Miércoles, 25 de Abril de 2012 a las 15:36 pm - Antonio Rodríguez

#01 Precisamente, hace pocos meses entrevistamos a un pastor octogenario de La Aldea que conocía el silbo de Gran Canaria del que nos hizo varias demostraciones. Su nombre es Isidro y es conocido en el municipio como Isidro el del Hoyo. Si está interesado en contactar con este hombre pueden ponerse en contacto conmigo.