Don Pedro González Martín nació el 19 de octubre de 1923 en Teno Alto, en el término municipal de Buenavista del Norte (Tenerife). Es el cuarto de seis hermanos, dos varones y dos hembras. En 1956 se casó con Doña Cristina, también vecina de Teno Alto, lugar donde han compartido más de 50 años de su vida, dedicándose principalmente a la agricultura y la ganadería.
El oficio mío ha sido la agricultura y la ganadería. Con siete u ocho años yo ya manejaba la yunta, mi padre me enseñó a arar, a labrar la tierra. Aquí principalmente lo que se cultivaba era trigo y papas, pero también lentejas, chícharos, garbanzos, etc., cosas resistentes al viento. De lo que se cultivaba, lo que no se consumía lo vendíamos o se cambiaba. Íbamos al Sur, a Chío, a Arguayo, con la burra cargada, a cambiar trigo o quesos por higos pasados. En el Sur no se cogía cosecha, sino la fruta, y entonces ya teníamos nosotros !os clientes y hacíamos negocio.
Siempre teníamos ocho o diez cabras y dos vacas, lo más que tuve fueron 17 cabras y hasta 4 vacas. El queso lo hacíamos de leche de cabra mezclada con la de vaca y salían buenos quesos. Cuando las vacas parían vendíamos los becerros, a veces se dejaba una becerra hembra y se vendía después como vaca. Siempre había que tener dos vacas para trabajar, la yunta como decíamos nosotros, para labrar el terreno.
Don Pedro proviene de una familia de tejeros, que durante varias generaciones se dedicaron a la elaboración artesanal de tejas, aunque él no se llegó a dedicar nunca profesionalmente a este oficio. Sí lo aprendió desde niño con sus tíos, que eran maestros profesionales en el horno de la Cueva del Asabuche, el de mayor actividad de la zona y del que salieron las tejas de la mayoría de las viviendas antiguas de Teno. Yo de muchacho iba a donde estaban haciendo teja mis tíos. Como niño, aquello lo veía yo como nuevo para jugar en barro y con agua y tierra. Iba yo por allí y otro muchacho, y cuando ellos almorzaban o fumaban los cigarrillos, nosotros aprovechábamos y hacíamos teja, y ahí aprendimos, con ellos.
La actividad tejera en el horno de la Cueva del Asabuche se perdió en 1953. Don Pedro es hoy en día una de las pocas personas que conoce bien este oficio, y en los últimos años ha contribuido de manera decisiva a su rescate y difusión como exponente cultural del modo vida tradicional en Teno. Eran tres maestros profesionales: uno para amasar el barro, otro para cortar la teja, y otro para tenderla. El horno lleva 2.800 tejas y eso había que hacer en cada hornada, y lo hacían los tres maestros profesionales en dos días y medio, salía a más de 1.000 tejas por día. El que llevaba el trabajo fuerte era el que amasaba, descalzo y venga, de sol a sol. Los maestros de cortar y tender eran muy rápidos; el maestro de amasar ese tenía que ir casi una hora antes, cuando los otros llegaban tenía que tener barro para 100 tejas, si no se pegaba todo el día apurado y para que la teja saliera buena el barro tenía que estar bien amasado.
El barro lo sacaban de allí mismo. Hay que buscar una tierra que no sea ni muy fuerte ni muy floja, porque si es tierra fuerte en lo que la teja se va secando en el secadero se estalla, y si es floja al cocerla se engorruña, se desfigura un poco, entonces hay que buscar una tierra que ni muy fuerte ni muy floja, y si va ligada mejor. Se cavaba la tierra, se cernía y se echaba en la pila. Una vez llena la pila de tierra se le echaba el agua, que la sacábamos del barranco, y se dejaba dos días para que el agua bajara al fondo. La pila llena de tierra daba para las 2.800 tejas.
Cuando el barro ya está bien amasado se pone sobre una laja grande que hay allí, se le pone un poquito de tierra seca debajo para que no se pegue y sobre la laja lo trabajamos. Con la gradilla [molde rectangular para cortar la teja y darle la forma alargada] se corta la teja, luego se coloca encima el guarapo [molde de madera que le da la forma curva] para darle la forma y después se le paso el arrasador y ya está, entonces se saca y se deja secar.
Una vez fabricada la hornada de tejas, tenían que estar secándose un día y medio o dos días, según el tiempo que hubiera, y después se ponía toda la teja al horno. La teja se cocía con la noche, por el calor, y porque por la noche se ve mejor el fuego. Lo empezaban a cargar sobre las dos de mediodía y a las seis ya se empezaba a echar leña, y se estaba echando leña seis o siete horas. A las seis o siete horas se le daba un descanso de unos 15 ó 20 minutos para que saliera el humo y ver cómo iba la teja y después se le echaba otros 20 minutos más o menos. El humo primero sale negro, después sale rojo cuando la teja va cociendo, y cuando ya pasa de rojo a azul entonces ya la teja está cocida.
La leña la sacábamos de la montaña que hay al lado del horno, todo el ramaje que tiene la montaña desde abajo hasta lo alto. La leña se recogía con la ayuda de la familia, ahí no se pagaba nada más que el sueldo de los tres maestros.
El terreno del horno es de una gente de Buenavista, entonces los dueños del terreno por el alquiler no recibían dinero sino tejas, de las 2.500 tejas que llevaba el horno había que dejar aproximadamente unas 300 para el dueño, porque tenía casas en Teno y le hacía falta teja por si se le rompía alguna teja para su casa y para las casas que tenían los medianeros... Normalmente se hacían de dos a cuatro hornadas al año, aunque había años que se hacían hasta seis o siete. El que quería hacer una casa lo primero que tenía que hacer era la teja, o sea, que la casa se empezaba por el tejado, porque la teja no se podía mojar y la casa que era de piedra y barro pasaba lo mismo, agosto y septiembre era el tiempo verdadero para hacer la teja y las casas igual en verano. Entonces el que quería fabricar tenía que hacer la teja un año antes. Además siempre hacían falta tejas para reponer, porque subió el animal y rompió tejas, porque llegó un viento sur que también se las lleva...
La noche de la hornada de las tejas, los jóvenes del lugar se reunían en torno al horno y pasaban la noche con diferentes juegos como el rabo del diablo, zapato al culo, Juanillo, Sr. padre, la piola, el abejón... Don Pedro recuerda muy bien cada uno de ellos. El Juanillo, Sr. Padre es una historia: el padre tenía unas bestias y Juanillo era quien debía cuidar de ellas, pero Juanillo dejaba las bestias solas y se iba a jugar con los amigos. El Sr. Padre se enteró de eso y un día fue y vio a Juanillo con los amigos y las bestias solas: entonces los amigos protegieron con un corro y el pobre empezó a correr fuera del corro con el cinto atrás de Juanillo y empezaba lo que decía:
Sr. padre: Juanillo. (y al que le tocaba se llevaba un cintazo).
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En los últimos años, don Pedro ha enseñado el oficio a varios jóvenes de la zona y colabora siempre que se lo piden con los colegios y empresas de educación ambiental de la Comarca, realizando actividades de muestra del oficio en el citado horno.
Don Pedro ha mantenido vivas algunas de las tradiciones más singulares de Teno, como el Baile de la Piñata. Este popular y ancestral baile, que data de las antiguas Fiestas de Invierno, se sigue celebrando en el caserío de Teno Alto el sábado de piñata, al modo de antaño gracias a la constancia de D. Pedro, que desde hace casi 70 años se encarga de elaborar la piñata y de coordinar el baile que dura toda la noche.
La piñata, con forma de flor cerrada de la que cuelgan cientos de cintas de colores (yo calculo que para 50 parejas pongo 300 cintas), se cuelga del techo y las parejas bailan alrededor de ella al son de una isa corrida, mientras las mujeres tiran de las cintas hasta que se abre la piñata. Los hombres le dicen a las mujeres tira de la roja, tira de la azul, tira de la que a ti te guste. La pareja ganadora debe invitar a los músicos a una copa y después el baile continúa toda la noche al son de isas, folías, malagueñas y el popular tanganillo o tajaraste de Teno. La piñata es una tradición muy antigua, todos los barrios tenían una piñata, en las poblaciones no tanto. A los doce años empecé yo a hacer la piñata, los que la estaban haciendo me llamaban: "ven para que me ayudes a poner los cintas", y así fui aprendiendo hasta que me dejaron ya hecho cargo.
Don Pedro dirige actualmente el cuerpo de baile del grupo Tajaraste de Teno Alto, agrupación folklórica formada en el año 2000 por vecinos de Teno y Buenavista. Este vecino del caserío de Teno sigue siendo hoy, a sus casi 85 años, todo un activo cultural en la zona y desde esta publicación queremos reconocerle su esmerada y valiosa aportación al mantenimiento y difusión de las tradiciones rurales de Tenerife.
Este artículo fue publicado previamente en el nº 2 de la revista Mundo Rural de Tenerife.