21 feb. 2011 7:04
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Antonio Henríquez Jiménez
dijo:
Sr. D. Higinio H. Antes de ver esa manera de “interpretar”, “captar”, o lo que sea, el contenido de ese libro, yo me había fijada en otras noticias que había publicado el Gobierno de Canarias. Escribí mis impresiones, y aquí las pongo. No saldrán exactamente como las escribí, porque otras veces los “Comentarios” de Bienmesabe quitan las cursivas, por ejemplo.
Sobre el sonoro atlántico. Un comentario.
Todo el que tenga acceso a internet ha podido ver esta publicación del Gobierno de Canarias, que posiblemente se presentará también en papel, en la que se ofrece una síntesis de la vida y obra del poeta canario Tomás Morales, con motivo de la celebración del Día de las Letras Canarias el 21 de febrero de este año. Dos textos institucionales abren la páginas de esta publicación, en las que se debería haber cuidado algo más las formas de decir, como la primera expresión de una de ellas: “La firme decisión de poner en valor (la cursiva es mía) el mundo de la creación literaria”, que parece estar traduciendo.
El complemento gráfico ayuda a contextualizar esa vida y obra, además de los nutridos ejemplos de su poesía, y los tres interesantes artículos de estudiosos de Morales, en los que se reflexiona sobre el sentido de su obra, o se muestran algunos aspectos interesantes de la misma. Eugenio Padorno titula su trabajo “Notas sobre Tomás Morales poeta”. Es curiosa su observación, al preguntarse si “es, en verdad la Oda al Atlántico un bloque independiente, por su contenido, de Las Rosas de Hércules? O, ¿indesgajable de este título mayor, es otro de los libros, acaso el último y conclusivo?” Además de la “rotulación de un libro IV” de que habla haber visto en los documentos preparatorios de la edición de Fernando González, también se podía ver, en la maqueta preparada por Tomás Morales del Libro segundo, una de las primeras páginas encabezada con el título “LIBROS DE TOMÁS MORALES”, con letras de imprenta (lo demás es manuscrito). En el apartado “POEMAS”, aparecen “POEMAS DE LA GLORIA DEL AMOR Y DEL MAR 1908”; seguidamente, tachado “ODA AL ATLÁNTICO”; y luego “LAS ROSAS DE HERCULES – LIBRO SEGUNDO – 1919”. Alguna intención debe manifestar ese lapsus en la escritura, y posiblemente vaya en la dirección indicada por Padorno.
Tampoco habrá que olvidar lo que afirma Sebastián de la Nuez en la p. 38 del segundo volumen de su Tomás Morales… (“Libro III de las Rosas: El himno al Teide”, en el apartado “Proyectos poéticos”): “En primer lugar diremos algo del magno proyecto del libro III de las Rosas que tenía apenas iniciado, pero cuyo pórtico era nada menos que el ‘Himno al volcán’ y a continuación un nombre ‘Telluri’, seguramente un vasto poema a la tierra, del que no hizo ni un solo verso”. En la página siguiente, habla Sebastián de la Nuez de los versos que aparecen en el Libro primero en las páginas 153-154, bajo el título “La inmensidad nocturna”, que explica cómo “estrofas de un poema truncado que bien pudieran ser trozos sueltos del vasto proyecto de un “Canto sideral”, de que nos habló Saulo Torón, que el poeta tenía entre manos, como puede deducirse por esos versos donde el poeta contempla el rodar de las constelaciones en una noche ‘azul de septiembre’” (en otra versión de un periódico madrileño, aparece: “Noche azul de diciembre”). Se citan los versos 9-13. A esto añado las noticias de su posible relación con un poeta francés interesado en el mundo del esoterismo, del misticismo, del hermetismo, de los rosacruces, etc., y cuya opinión sobre Las Rosas de Hércules parece que le interesaba (“Te agradecería tu opinión y la de tu amigo”, escribe Morales, refiriéndose al poeta francés, al que trataba el destinatario de la carta que cito).
Bruno Pérez Alemán presenta un sugestivo artículo sobre el sentido erótico de la poesía de Tomás Morales, con un título (“La ciudad cual bacante enardecida”) tomado de un verso del poeta. Antonio Becerra centra su trabajo en la tradición atlántica que subyace en los escritos de Morales (“Tomás Morales y la tradición atlántica”). Una observación: la isla instalada en el relato mítico “se refiere a la nuestra”. Hubiera sido más políticamente correcto afirmar que se trata de Gran Canaria, donde estuvo el bosque de Doramas. Da la sensación de que se escribe solo para los grancanarios, y el Día de las Letras Canarias no es solamente para la tierra donde nació el escritor homenajeado. Hay otro apartado dedicado a las actividades que se realizan en la Casa-Museo Tomás Morales de Moya.
Se añaden unas “Notas” sobre la edición en Cátedra de Las Rosas de Hércules por Oswaldo Guerra Sánchez, donde se hace historia de la presencia de la obra de Tomás Morales en libros. Se cita como “una nueva edición” (“Habría que esperar hasta 1940 para una nueva edición”) la de la Colección de la Biblioteca Canaria, publicada en Santa Cruz de Tenerife por el empeño de Leoncio Rodríguez. Se le pone la fecha de 1940. No hay seguridad de que esa sea la fecha. La primera vez que he encontrado noticias de la misma es en febrero de 1941 (la colección parece que empezó en 1939). ¿No hay ningún investigador que pueda dilucidar las fechas exactas de la aparición de cada volumen?). Tampoco se trata de toda la obra de Morales, sino de los “Poemas del Mar” (así viene titulado el librito) más otros dieciséis poemas, entre ellos la “Oda al Atlántico”.
Hay una "Cronobiografía", muy bien ilustrada con fotografías, al modo de aquella que la Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias publicó en 1984, con motivo del centenario del nacimiento del poeta, que no viene firmada, pero que todo el mundo sabe de su autor. El rigor falla en algunas de las noticias que en esta “Cronobiografía” se nos dan. Para que el lector no avisado no se lleve a engaño, sin quitarle mérito al esfuerzo de dicho folleto, reseñaré los descuidos en la información que yo he podido observar sobre algunos aspectos. Este tipo de trabajos hay que hacerlos sosegadamente y no pueden estar bajo los ojos de una sola persona. Algunos de los despistes se ve que son debidos a problemas de espacio; se recorta algo, pero luego no se mira con atención si todo queda perfecto.
1905-1908: También hay textos de Morales en Vida Galante, de 1905, revista que entonces se publicaba en Madrid. El autor del trabajo no ha tenido en cuenta (incluso ha olvidado en la “Bibliografía esencial” el trabajo del profesor Andrés Sánchez Robayna titulado “Más sobre la ‘protohistoria’ de Tomás Morales: tres poesías desconocidas de 1905”, que vio la luz en el número XXXVI-XXXVII, [1990-1992], 1993, de la revista Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios canarios. En la “Bibliografía esencial” no aparecen otros escritos de Sánchez Robayna sobre Morales (ediciones de sus libros, estudios, prólogos, etc.) (1) que, al menos, son más esenciales, por ejemplo que el citado allí Saulo Torón-Fernando González. Epistolario de la Edad de Plata, que ni siquiera respeta la lectura de muchas de las cartas presentadas (2). Con respecto al folleto citado de Jenaro Artiles, “Rubén Darío y Tomás Morales” (Las Palmas de Gran Canaria, El Museo Canario, 1976), lleno de incorrecciones sobre la obra de Morales que, como se ve, sigue llevando a engaño aún a los lectores de ahora, creo que hubiera sido más importante citar su menos descuidado artículo “Tomás Morales en la Revista Latina” (3). Más adelante se reseñan algunas revistas importantes donde publicó poemas Tomás Morales. Creo que se deberían citar también otras bastante importantes.
Se cita, en 1908, la antología de Eduardo de Ory como La musa nueva. Antología de líricos modernos de España, que se titula La musa nueva. Selectas composiciones poéticas coleccionadas por Eduardo de Ory (en la cubierta, el subtítulo aparece como Florilegio de rimas modernas), Cádiz, 1908. ¿Por qué no se citan otras antologías posteriores en que aparecen poemas del vate de Moya?
1910: Se afirma que “Britania Máxima” se publicó entonces. Fue en junio de 1909. “Tarde en la selva” sí se publica en 1910, pero ya hay noticias en 1909 de, quizás, su primer título: “La agonía de los árboles”. El poema “Salutación a Rueda” se publicó también en 1909, bajo el título “El poeta Salvador Rueda visita nuestras tierras atlánticas”. También se publicará con otros títulos.
1910-1914: Tomás Morales también fue médico de Sanidad Marítima en Agaete.
1916: Más que “Dedica al poeta Rubén Darío: ‘A Rubén Darío en su última peregrinación’”, se debería decir algo así como “Hace el elogio de...”, o “Rinde homenaje al fallecido…”, “Escribe, a la muerte de Rubén Darío, el poema ‘A Rubén Darío en su última peregrinación’”…
Luego se indica que “aparecen composiciones suyas en el periódico Ecos, que dirige durante dos años Alonso Quesada”. En 1916, Tomás Morales publica en Ecos, que yo haya visto, solo cuatro poemas. Un año antes, en 1915, publicó siete poemas, de los más importantes de su producción.
La amistad con Saulo Torón, Claudio de la Torre y Agustín Millares Carlo, es muy anterior a 1916, sobre todo la de los dos últimos.
1919: “Aparece el libro segundo de Las Rosas de Hércules”. Sería más propio decir: “En el colofón del libro segundo de Las Rosas de Hércules” se indica como año de edición 1919; pero se sabe que el libro no salió de las prensas hasta, por lo menos, a mitad o finales del mes de febrero de 1920.
En las efemérides que se van presentando, me extraña encontrar: “1917: “Finaliza la Gran Guerra”. Yo tenía entendido que la Gran Guerra finalizó el “11 de Noviembre de 1918”, como reza bajo el título del poema de Morales “Canto conmemorativo”. Se ve claro que el espacio obligaría a recortar efemérides, quedando “1917” como comienzo de la revolución rusa”, comiéndose “1918”, que incluiría lo que en el folleto institucional se indica.
En algún momento, por evidente lapsus, me parece, se afirma que el Libro segundo de Las Rosas de Hércules es póstumo, siéndolo el primero, de 1922.
El folleto trae, repartido en muchas de sus páginas, una suficiente y nutrida antología de poemas o fragmentos de poemas de Tomás Morales. En alguno de los poemas se ofrece algún descuido, como transcribir la primera palabra del verso 18 del poema “Tarde en la selva” (p. 20) como “Caballera”, en lugar de lo que leen todas las versiones: “Cabellera”.
Por lo demás, no hubiera estado de más presentar en el folleto los actos públicos, como conferencias, exposiciones, recitales, etc., que sobre la obra de Morales se llevarán, de seguro, a cabo.
En conclusión, mucha prisa parece haber habido al elaborar este trabajo. Las pequeñas deficiencias anotadas no dicen mucho del respeto que se merece el escritor homenajeado por el Gobierno de Canarias. Mucho no costará que este tipo de comunicaciones lo revisen más de dos ojos atentos.
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(1) Entre ellos: “Tarde en la selva, de Tomás Morales (Ensayo de microcrítica)” (Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios canarios. XXXVI-XXXVII (1993), págs. 153-157.), y “Poesía primera de Tomás Morales: otros textos desconocidos” (Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios canarios (XLII [1997] (1998), págs. 155-163.)
(2) Invito a los lectores a hacer un contraste con las reproducciones de las cartas autógrafas que presenta la web de la Biblioteca Insular y el cdrom publicado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
(3) El Museo Canario (Las Palmas), n.º 89-103 (enero-diciembre, 1966-1969), pp. 77-125.