Revista n.º 1101 / ISSN 1885-6039

La Iglesia de San Juan Bautista de Arucas despierta el Bien de Interés Cultural.

Sábado, 2 de abril de 2011
Redacción BienMeSabe
Publicado en el n.º 359

El informe redactado por la Unidad de Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura destaca que se trata del mejor ejemplo de arquitectura neogótica que existe en Canarias.

Detalle de una parte de la iglesia de Arucas (Gran Canaria).

 

La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo de Gran Canaria, a través de la Unidad de Patrimonio Histórico, ha resuelto incoar la Iglesia de San Juan Bautista de Arucas en la lista de Bienes de Interés Cultural del Archipiélago Canario en la categoría de Monumento al entender que el inmueble, sito en el casco histórico de la localidad aruquense, es “uno de los pocos ejemplos de arquitectura neogótica tardía existentes en Canarias”. Según destaca el informe, el edificio presenta una “arquitectura singular, con unidad de estilo, y escala monumental, con excepcional tratamiento en la labra de la piedra, ejemplo sobresaliente del oficio y el trabajo de los labrantes de Arucas. Como parte de esta valiosa obra arquitectónica hay que mencionar las vidrieras por su unidad de estilo, belleza y calidad artística”. Asimismo, en el informe, que supone el inicio del trámite para lograr la inclusión del edificio como BIC, se han vinculado los bienes muebles más significativos del interior del templo.

 

En esta construcción de estilo neogótico tardío, se potencia la verticalidad, el uso de la piedra y la luz con una profusión de detalles ornamentales en fachadas, torres y ventanales. Otro de los valores que convierten a la Iglesia de San Juan Bautista de Arucas en uno de los monumentos más singulares de Canarias son sus ventanales. Las vidrieras del templo son piezas de gran belleza y valor artístico encargadas a la casa francesa Mauméjean y que destacan por su calidad y magnífica factura. En la temática representada se muestran pasajes de la Biblia, distintas advocaciones de María, letanías, santos y mártires, motivos florales, geométricos y simbólicos, sobre fondos con elementos arquitectónicos propios del gótico, lo que refuerza la unidad del conjunto.

 

La impronta de este edificio, popularmente conocido como la Catedral de Arucas por parte de la población de la isla, tiene relación directa con la historia reciente del municipio y es una consecuencia de la expansión económica del Norte grancanario vinculada a la generalización del cultivo del plátano, por lo que a su indudable valor arquitectónico y artístico hay que sumar su papel como reflejo de la historia municipal. Desde sus inicios, gran parte de la economía de Arucas se ha basado en su riqueza agrícola, en el siglo XVI en el cultivo de la caña de azúcar, en el XVIII el cultivo de la vid, millo, trigo, papas y frutales, en el siglo XIX la cochinilla y en el XX la platanera, que se mantendría hasta entrados los años 70. Esta situación permitió que fuera uno de los municipios más prósperos, y posibilitó una importante transformación urbana en los siglos XIX y XX. El Casco Histórico de la ciudad de Arucas destaca por su calidad arquitectónica y las magnificas edificaciones que alberga, donde el uso de la cantería, denominada piedra azul o piedra de Arucas, es uno de los elementos más notables, seña de identidad en casi todas las edificaciones, calles y plazas.

 

La propuesta de construir un nuevo Templo para acoger a la creciente población partió del párroco D. Francisco Cárdenes Herrera y de D. Francisco Gourié Marrero. Tras ser aceptada la idea se formó la Junta Directiva para la construcción del Templo Parroquial de la Ciudad de Arucas, por personas notables de Arucas que se encargarían de llevarla a cabo, entre ellos los dos promotores de la idea. Fue su presidente D. Francisco Gourié, gran impulsor de esta obra y de su realización.

 

El nuevo recinto se construiría en el lugar donde se ubicaba la parroquia desde el siglo XVI. Para ello, se convocó un concurso público de ideas para el nuevo Templo, que quedó desierto al no ser estimadas ninguna de las propuestas presentadas, posteriormente se propondría al arquitecto catalán D. Manuel Vega i March (1871-1931). El proyecto de San Juan Bautista es de 1908, la primera piedra se colocó el 19 de marzo de 1909, día de San José, y fue abierto al culto el mismo día del año 1917, aunque la construcción principal se prolongaría hasta 1932. La dirección de obra de la fábrica principal se le encargó al arquitecto grancanario Fernando Navarro y Navarro (1864-1925).

 

El proyecto de ampliación de la Torre Campanario data de 1928, y se le encargó al mismo arquitecto, D. Manuel Vega i March, lográndose así unidad y gran coherencia en toda la composición. Fue el arquitecto diocesano Rafael Masanet y Faus el que se encargó de parte de la ejecución de la Torre Campanario, y finalmente desde el Cabildo se asumiría la última fase de su ejecución. La construcción se prolongó de 1932 a 1977, quedando interrumpida durante mucho tiempo, y retomándose en 1962, años después de la finalización de la estructura principal de la iglesia.

 

En la construcción del templo de Arucas hay que mencionar la labor de los distintos profesionales que participaron y trabajaron en su construcción y en especial en el oficio de la piedra: maestros de obra, tallistas, labrantes, entalladores, repartidores, cabuqueros, aprendices, obreros, etc. Su esfuerzo, trabajo, y la gran calidad en la ejecución y el valor artístico en cada uno de los detalles transformaron la piedra de Arucas en una obra excepcional.

 

 

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