Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Para salir de la amnesia. (II)

Sábado, 28 de Mayo de 2011
Yeray Barroso
Publicado en el número 367

Recordaba en la primera parte la cita de Pierre Vilar acerca de la amnesia histórica, que era totalmente asociable y asemejable a la situación psicológica canaria. Ahora bien, no se explicó de dónde nace esa amnesia, ese nacer día a día sin nada en la mente, sin nada de memoria histórica.

 

En todo proceso colonizador se hace al colonizado un ser semianalfabeto, cuya única posibilidad de vida finaliza siendo la de utilizar la fuerza de las manos para producir. No se admite la fuerza mental que cree conciencia pues, como también se nombró en la anterior ocasión, quien ha intentado entrar en un redil diferente al establecido ha sido tratado de loco. Einstein también se preguntaba si sería él el loco o el resto de la gente.

 

Solo queda mirar a nuestro alrededor para comprender el proceso en el que el canario se siente diminuto, indefenso, inestable y pobre mientras que ve a los demás como rico, poderoso, influyente y más estudiado que él. Esto último no es una mentira, pues el proceso de ignorantación que ha sufrido el pueblo canario ha sido notable, tanto que incluso la gente de mediana edad que en la actualidad habita las Islas Canarias es, cuanto menos, poco estudiada, llegando a límites que retractan la situación, que no es otra cosa que estructural, pues la estructura social-económica-cultural ha hecho al habitante isleño un ser desconocido de sí mismo, perezoso -pues así se lo han hecho sentir - y semianalfabeto.

 

Manuel Alemán, según se puede observar en la 10ª edición de su libro Psicología del Hombre Canario, dice que en toda situación colonial, el colonizador acusa de perezoso al colonizado (p. 141). ¿Acaso no es cierto? El canario siempre ha sido asociado al aplatanamiento, a la pereza.

 

Además, el rasgo de frugalidad, que también resalta Alemán, se ha impregnado en la sociedad canaria, pues la base alimenticia de muchas familias canarias quedó reducida a papas, gofio y poco más (p. 140), lo que es un astuto mecanismo (p. 141), es decir, el crear una conciencia inferior, un pensamiento de debilidad ante el exterior.

 

No todo queda ahí. El que no crea que el canario sigue sirviéndose del trabajo manual, solo tiene que echar la vista a un lado para observar que más del 50% de la población es poco o nada cualificada. Solo puede obtener un empleo en las obras, en la hostelería o en los grandes almacenes. Las opciones de la mayoría de los canarios queda reducida a esto.

 

¿Por qué? Esto solo es una consecuencia del carácter que se ha impregnado desde hace más de cinco siglos en el canario. Es decir, un carácter social que requiere a un poderoso y a un servidor, todo ello condicionado por la estructura político-social. En este marco, el canario ha avanzado muy poco, puesto que la mentalidad inestable se ha ido heredando de padres a hijos, excepto en pequeñas y muy pocas contables ocasiones.

 

Solo el canario que haya sido capaz de salir de la amnesia, dentro de esa rebeldía y rabia primera, hasta la toma de conciencia y el estudio definitivo, ha sido capaz de igualarse al resto, sin necesidad de que haya superiores ni inferiores.

 

No es nada extraño que a un canario, sobre todo de mediana edad (40-50 años), le ofrezcan un empleo de mayor cualificación y prefiera quedarse en el puesto en el que está, aunque sea menos remunerado, pues esto es una constante de la sociedad canaria también. El miedo y la inestabilidad, ya sea geográfica o histórica, es la cultura alienadora que nos han impregnado con el paso de los años.

 

Con respecto a la geografía, siempre hemos creído que los alejados somos nosotros; nos han hecho creer aislados del mundo, poco eficientes y serviles. Y, en definitiva, esta creencia infundada nos ha hecho ser creedores de vivir en un marco geográfico poco útil. Sin embargo, la realidad demuestra todo lo contrario. Desde la primera mitad del s. XV, e incluso antes, se peleaban por tener a Canarias dentro del marco imperial -tanto portugueses como castellanos-. Canarias representaba un desahogo en el marco localizador, pues es un enclave de paso para ambiciones imperialistas, como las tenían ambos. En todo ello la creencia infundada de lejanía se ha impregnado en la sociedad canaria hasta la herencia continua de padres a hijos.

 

La historia aquí no es historia y, puesto que la historia canaria se aniquila, el ser canario es un ser amnésico. No se acuerda de quién es ni de cuál es su situación en el mundo. La historia es la herencia, los hábitos, las tradiciones recogidas. Ella -la cultura, como consecuencia del desconocimiento histórico- ha sufrido un aniquilamiento hasta llevar al pueblo a no serlo.

 

El otro punto clave que ha hecho amnésico al isleño canario es la religión. El canario, hasta hace pocas fechas, es el ciudadano más devoto del mundo a la religión, pues este sufrió en su tiempo una colonización religiosa, dado que había que llevar a la religión católica -mediante las armas, eso sí- al resto del mundo.

 

Todo ello ha hecho un conglomerado en el isleño que lo hace ser inestable, cual cosecha de campesino que no sabe si un año tendrá alimento o no. El ciudadano canario siempre ha estado dependiendo de que otros traigan el pan, pues así se lo han hecho creer, como buena táctica de inutilización, y así se lo ha creído. Solo hay que comprobar que en la década de los 50, en Canarias había 170.000 analfabetos y muy pocas escuelas; en 1967, mientras que la media estatal se localizaba en un 9,57%, en las Islas Canarias rozaba el 30% de media, concretamente un 24,40 en Santa Cruz de Tenerife y un 30,18% en Las Palmas; y si se sigue para atrás en la historia será igual.... Si se mira el presente, con los recientes informes de PISA, se verá que, gracias al desconocimiento, a la inferioridad de conciencia dado la ignorantación procesal del canario, se siguen produciendo las bases que Alemán comenta en su Psicología del Hombre Canario: Marginación de la cultura, producto de ese desconocimiento -al que yo añado alienación, que es creer ser lo que no se es-; la permanencia del rol del canario, que no es otro que sentirse menos que los demás, sentirse incompetente e incapaz, es decir, el paso de trabajar en la tierra para los terratenientes y caciques a obtener el trabajo de cajero, obrero y hostelero, en su inmensa mayoría; el proceso sociopolítico, es decir, la desvirtuación de la realidad canaria; la diferenciación de clases pues, como decía anteriormente y como dice Alemán, el canario se siente menos capacitado y menos preparado para competir, ve imposible el hecho de pugnar un puesto a cualquier no canario; mantenimiento la sumisión como herencia de padres a hijos, como pensamiento de normalidad, mientras la situación es de creencia de inferioridad; fraude del expansionismo, fraude de la querencia de implantar un modelo cultural único, mientras se ignoranta el territorio al que se arriba (pp. 148-151).

 

 

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