Ya una gran cantidad de visitantes y curiosos procedentes de diferentes lugares de la isla y del resto del Archipiélago se concentraron desde primeras horas de la mañana en la zona conocida como La Peña, en las inmediaciones del popular barrio de Triana, donde el ambiente fue creciendo en bullicio y expectación con el paso de las horas. En ese lugar, la cabaña ganadera del municipio y de la Isla Baja atraía la mirada de niños y mayores, apreciando de este modo la variedad animal dispuesta en los rediles habilitados para acoger los rebaños de cabras así como las reses de ganado porcino, caprino, vacuno y caballar. Asimismo, quienes lo estimaron oportuno tuvieron la oportunidad de exponer al público su animal de compañía.

Más allá de la Feria de Ganado, las calles de Buenavista eran un reguero de gente que disfrutaba de un paseo por el casco antiguo del municipio a la espera del tradicional traslado de la imagen de San Antonio Abad desde el templo de Nuestra Señora de Los Remedios hasta el recinto ferial. Fue ese el momento cuando peregrinos procedentes de otros municipios cercanos como Garachico, Icod de Los Vinos, Los Silos o El Tanque, y que horas antes se habían desplazado a pie hasta la localidad, acompañaron al Patrón de los animales hasta el lugar donde el párroco local había de bendecir a los rebaños y reses. Por ese entonces, la Feria de Ganado se había convertido en una masiva manifestación de exaltación de la música y el sentir del canario por las costumbres más ancestrales. De esta forma, los sones de los aires parranderos se confundían con los olores a los asados y guisos de los productos de la tierra que poco a poco invadían los ventorrillos existentes en la zona y que eran solicitados por el público asistentes ante el rigor impuesto por un tiempo muy caluroso. Además, en el mismo lugar romeros arremolinados en torno a más de una decena de carretas se prestaban impacientes a iniciar el recorrido romero.

A las dos y media de la tarde, la Romería, precedida por las reses de ganado participantes en la Feria, partió del recinto ferial rumbo al casco urbano de la localidad, inundando de colorido las calles más céntricas del pueblo. Miles de personas se alineaban a lo largo del trayecto al paso de las carretas, extendiendo sus manos para alcanzar los productos gastronómicos lanzados desde ellas. Casi una veintena de agrupaciones folclóricas y parrandas se intercalaban entre los vehículos tirados por bueyes para aportar el dinamismo y la alegría propia de estas celebraciones.

A la llegada al final de la calle de La Alhóndiga, el alcalde del municipio, Víctor Lorenzo, ofició de anfitrión romero haciendo entrega de los trofeos a los propietarios de las mejores reses de la Feria, saludando también, y de forma ferviente, el paso de las carretas. El mandatario local estuvo acompañado por el anterior alcalde del municipio, senador y candidato socialista al Cabildo de Tenerife, Aurelio Abreu, además de por otras autoridades locales e insulares. La fiesta tuvo un magnífico broche final con un baile de romeros amenizado por la orquesta Malibú Band, circunstancia que alargó la fiesta hasta bien entrada la tarde.