La ley mosaica prescribía dos ceremonias vinculadas con el nacimiento de un niño. Si era de sexo masculino, debía de ser circuncidado. Al tiempo que la madre, considerada impura después del parto, debía de purificarse, esto es, presentar a su primogénito en el templo y recuperarlo del Señor por medio de una ofrenda. La circuncisión debía de realizarse ocho días después del nacimiento, y la purificación, cuarenta días más tarde. La madre podía encargarse de la operación tanto como el padre: en el Libro de los Macabeos son las madres quienes circuncidaban a sus hijos recién nacidos y, según San Epifanio, Jesús habría sido circuncidado por la Virgen en la gruta de la Natividad.
Réau nos informaba de que, entre los judíos, el acto de la ablación del prepucio era el equivalente de lo que llegaría a ser el bautismo para los cristianos. En suma, era una especie de sacramento, y a la vez, un acto de registro en la comunidad familiar y religiosa a través de la imposición de un nombre: es ese día cuando el niño judío recibe su nombre de circuncisión, que entre los cristianos se llamaría nombre de pila (bautismal). Así se hizo con el hijo de María (Lucas, 2: 21): Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron el nombre de Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno. De ahí la importancia que los teólogos atribuyen a este acontecimiento: es en esta ocasión cuando el Redentor recibe su nombre, y es entonces, sobre todo, cuando por primera vez vierte su sangre que correría más tarde en la Flagelación y en la Crucifixión para redimir los pecados de los hombres.
Desde la Baja Edad Media, comenzó a proliferar la representación de la infancia de Jesús, que alcanzó su apogeo durante el barroco español. Concretamente en Canarias, la figura del Niño Jesús gozó de una importante devoción en la religiosidad popular isleña durante el Antiguo Régimen. En este destacado culto al Hijo de María, jugó -según Santos Rodríguez- un papel de primer orden los atributos con que se muestran al Niño Jesús, en el que se aunan sus poderes taumatúrgicos, de redención curativa, así como las funciones de enfermero y fecundador. Tal vez por este motivo, para asegurar la salud familiar, proliferara en los domicilios particulares el culto al Sagrado Infante. Así, la piedad doméstica contribuiría a la difusión de esta devoción, con su imagen entronizada en lugar preferente de alguna habitación, bien en el salón principal o incluso en los oratorios de las mansiones. Recordemos el altar del Niño Jesús presidido por su imagen en la antigua casona de Felipe Massieu y Tello de Eslava, en la actual Plaza de España de la capital palmera. A la derecha estaba acompañado por una Inmaculada y al otro por San José. Según Pérez García, una composición que, vista en su conjunto, conformaba una estudiada versión de la Sagrada Familia.
Niño Jesús de La Pasión, Iglesia S. Fco. de Asís. Anónimo, Andalucía (s. XVII)
Según Hernández Correa, del rico patrimonio folclórico que atesora Santa Cruz de La Palma en su plantel festivo de Navidad, las celebraciones de Año Nuevo se hallan vinculadas a una tradición que se remonta hasta el siglo XVI. Según el calendario romano, la Iglesia ha fijado para el 1 de enero la Fiesta de la Circuncisión o del Dulce Nombre de Jesús. El mismo investigador palmero nos informa de que la antigüedad de su ordenamiento en el derecho canónico de la diócesis canariense data como mínimo de 1506. Caballero Mújica incluye en su obra el listado de las fiestas de precepto de dicha diócesis: En el mes de enero, el primero día, la çircunçisión de nuestro señor Ihesuxripto.
En la iglesia del antiguo cenobio de San Miguel de Las Victorias -templo dedicado a la advocación de Santo Domingo de Guzmán-, se hallaba establecida la Cofradía del Niño Jesús. Uno de sus cometidos era el de organizar la fiesta de la Circuncisión todos los primeros de enero de cada año. Se ignora cuándo fue fundada. Sobre esto nos informa el alcalde constitucional Lorenzo Rodríguez en sus afamadas crónicas locales. Nos dice que esta circunstancia es debido a que, no estando sujeta al ordinario, los libros correspondientes deben hallarse entre los papeles del Convento. Se sabe, eso sí, que existió hasta mediados del siglo XIX.
Existen referencias desde antiguo sobre el altar del Niño Jesús. Así, Miguel de Monteverde, hijo de Jácome de Monteverde, obtuvo data del Prior y frailes del monasterio dominico para hacer un oratorio en la iglesia de este convento hacia la parte del claustro y junto al púlpito, con dos sepulturas al pie del mismo, juntas una y otra, y peana de madera en la que pudieran sentarse su esposa e hijas. Pérez García sigue informando de que su dotación se recogía en el instrumento público otorgado por ambas partes, el 10 de marzo de 1558, ante el escribano Domingo Pérez. El patronato del altar del Buen Jesús, como así se llamaba, quedó en la descendencia que tuvo de su matrimonio con Isabel Pascua de Virués. También Catalina y Esperanza de Olivares Solano poseyeron dos sepulturas con asiento en esta iglesia. Una de ellas, en el cuerpo de la misma junto a la pared del lado del Evangelio, entre el altar del Dulce Nombre de Jesús y la puerta de gracias que salía al claustro (A.P.N. Antonio Ximénez, 1697).
Niño Jesús de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán
El uno de enero de 1733, día de la Circuncisión, los frailes dominicos intentaron hacer una procesión con la imagen del Niño Jesús por las calles de la capital palmera, sin asitencia del Beneficio, fundados en la Bula Pretiosus, a la que se opuso éste, y no se les permitió.
Cuatro años antes, el 5 de octubre de 1729 se inició la procesión de la Naval con la imagen de la Virgen del Rosario desde este templo dominico hasta la Cruz del Tercero, situada en La Alameda. También se había producido algún que otro pleito entre el Beneficio y el Convento, porque los frailes se excedieron, saliendo del círculo acostumbrado. Finalmente, el Provisor y Gobernador del Obispado don Luis Manrique de Lara mandó que unos frailes eligiesen las calles y que, elegidas, quedasen demarcadas para siempre, y los frailes señalaron las que se han venido siguiendo, que son las mismas de cualquier procesión general.
Actualmente, la única procesión que mantiene la piadosa costumbre de visitar la mayoría de los templos de Santa Cruz de La Palma, es la que tiene lugar el Miércoles Santo a partir de las 5 de la tarde. Precisamente sale del templo de Santo Domingo y entra en las iglesias de El Salvador y la del Hospital de Dolores, pasando al lado de la plaza de la de San Francisco. Cuando ésta se divisa desde la calle Baltasar Martín, los magníficos tronos con las bellas imágenes de San Juan Evangelista, el Nazareno y la Dolorosa conocida como La Magna, giran hacia su pórtico en señal de saludo. Ya no se introducen en su interior, como sí sucedía antes. Cada cinco años, la Virgen de Las Nieves (Patrona de La Palma), acompañada por San Miguel Arcángel (Patrón de la isla) y la Santa Cruz Gloriosa (Patrona de la Ciudad), durante la multitudinaria y larguísima Procesión General, sí contemplan esta antigua tradición. A partir de la edición de 2005, se decidió hacer en domingos consecutivos dos procesiones sectoriales en lugar de sólo una.
Existe una noticia curiosa, también contada por el mismo cronista, en la que nos informa de que hubo que colocar una nueva imagen del Niño en 1790, puesto que un fraile loco quemó la primitiva, justo en la víspera de la Circuncisión, en la medianoche del 31 de diciembre de 1789. Se sabe que hubo un proceso encauzado por el Santo Oficio contra el dominico fray Antonio Rodríguez, natural de la capital palmera, por este sacrilegio. Se cuenta que otra monja “alocada” también quemó la preciosa talla de Santa Clara de Asís, de la iglesia del antiguo monasterio de Santa Águeda -Patrona de la Ciudad-, hoy ermita del Hospital de Dolores. Tuvo lugar, según dicen, en las cercanías del actual Real Aeroclub de La Palma, en la costa de Villa de Mazo. Se decía que la religiosa detestaba las imágenes de candelero.
Besapiés del Niño Jesús en El Salvador
En el Testamento que otorga don Felipe Massieu y Tello de Eslava, recogido por el cronista Pérez García, se lee: 47ª. Declaro que una de las fincas del vínculo cuarto, fundado por Doña María Massieu y Monteverde, o es una cadena de perlas granadas, con peso de diez y seis onsas, según aparece de su fundación; pero que cuando llegó a mis manos y entró en mi poder como su actual poseedor, en mil ochocientas veinte y cuatro, ya no pesaban más de quince onsas, tal vez por el peligro que corrió cuando incendiaron al Niño Jesús en el Convento de Santo Domingo, que la tenía puesta y que afortunadamente volvió a manos de mi madre, por haberla robado con otras prendas el mismo que cometió dicho insendio…
González de Chávez informaba en su trabajo sobre el proceso inquisitorial al que fue sometido el mencionado religioso dominico de que, durante las festividades, la camarera del Niño arropaba la imagen con telas primorosas y adornada de una gruesa cadena de perlas que su valor se regula en mil pesos corrientes, otras varias ôyas de exmeraldas y topacios […] y otras algunas piezas propias del mismo Niño, como corona de plata sobredorada, cruz de plata de filigrana y otras varias menudencias.
Lorenzo Rodríguez nos informaba en sus apuntes históricos de cómo se preparaba la fiesta en la plaza del cenobio dominico. La noche del 31 de diciembre los cofrades engalanaban los alrededores con rama fresca traída de los montes y ya a medianoche se tenía entronizado al Niño en la capilla mayor sobre sus andas que estaban coronadas de campanillas que sonaban alegremente durante el recorrido procesional. El sotabanco y el trono se adornaban con profusión de flores y velas.
Niño Jesús de La Encarnación
La Imagen del Niño Jesús. La actual imagen del Niño Jesús se custodia en un pequeño retablo neoclásico de una única hornacina que se erigió al fondo de la única nave del templo, al lado de la Epístola y a la entrada principal, bajo el coro. Se muestra de pie, con la mano derecha alzada en el gesto sacramental de la bendición, mientras que con la izquierda sostiene una larga cruz de plata que también usaba la anterior escultura. Se desconoce si esta talla era similar a la antigua, si bien no debía distanciarse demasiado de la actual. Según el investigador Fernández García, se trata de una obra del afamado escultor orotavense Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854). Este artista fue también el autor de las mencionadas tallas neoclásicas del mismo templo: el Nazareno, la Magna y la Virgen del Rosario.
A finales del siglo XVIII y principios del siguiente fue camarera de la imagen del Niño Jesús doña Ana Tello de Eslava y Massieu, esposa de don Juan Massieu y Fierro, que ponía para su adorno una cadena de perlas granadas, con peso de 16 onzas, perteneciente al mayorazgo fundado por doña María Massieu y Monteverde; dicha pieza fue robada con otras más cuando se incendió la imagen, pero fue recuperada con pérdida de peso y valor al llegar a manos de don Felipe Massieu Tello de Eslava, según declara en su testamento otorgado ante el notario Pedro López Monteverde en 1842.
Otras Imágenes. Existen otras imágenes del Niño Jesús en otros templos de la ciudad. En palabras de Hernández Correa, se trata de reproducciones de este icono de Jesús como Divino Pastor de las Almas. Un ejemplo es la talla popular de color loro localizada en el segundo cuerpo del retablo mayor de Nuestra Señora de La Encarnación, en su parroquia homónima, extramuros de Santa Cruz de La Palma. Según el investigador Pérez Morera, había sido donado por disposición de 1737 de la esclava liberta del señor de Lillot y Zuitland, Nicolás Vandale Massieu y Vélez, llamada Francisca del Rosario, previo encargo de su hijo José Luis del Rosario, nombre que viene inscrito en la peana. En una declaración otorgada antes de su muerte, acaecida el 14 de julio de 1737, manifestó que éste, antes de embarcarse para Campeche, le había dejado un Niño Jesús con sus andas doradas. Su última voluntad fue que la imagen se entregase al mayordomo de la ermita de La Encarnación y que se le pagasen 17 pesos que le tiene prestado del caudal de la Virgen sobre unas prendas que tiene en empeño.
Otro bello exponente es el conservado en el baptisterio del Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves. Se alza sobre la pila bautismal y se presenta de pie, desnudo, con la mano derecha bendiciendo y con la izquierda sujetando el cayado crucífero de plata. Sobre su delicada cabeza lleva corona imperial, también de plata en su color. Según Hernández Correa se trata de una talla barroca que alude a una vieja concepción, tempranamente dogmatizada por el cristianismo histórico, según la cual a través de la purificación de las aguas bautismales el hombre comienza a formar parte del rebaño pastoreado por Jesucristo, a quien guía un único destino: la acción salvadora de la cruz.
Niño Jesús del Santuario de Las Nieves. Baptisterio
Sí tenemos noticias sobre la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús en la parroquia de San Blas de Villa de Mazo. También era conocida, según Velázquez Ramos, como Cofradía del Buen Jesús. Fue la última hermandad creada en este municipio en el siglo XVII -concretamente en 1640- por el Vicario de La Palma, don Bartolomé de Abreu y Santa Cruz, a petición de los vecinos. En aquella época ya existía la preciosa imagen del Niño Jesús, una talla en madera policromada. Nos dice aquel autor que ya en agosto de 1650 se ordenaba a la cofradía celebrar la fiesta del primero de año y hazer prosecion el Segundo Domingo de cada mes con el niño Jesus en andas...
Bibliografía
Archivo de Protocolos Notariales de Santa Cruz de La Palma (A.P.N.) Antonio Ximénez, 1697; Pedro López Monteverde, 1842.
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SANTOS RODRÍGUEZ, José Manuel.«Niño Jesús», Res Gloriam Decorant. Arte Sacro en La Laguna, Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 1998.
VELÁZQUEZ RAMOS, Cirilo. Historia General de Villa de Mazo, Centro de la Cultura Popular Canaria, Ayuntamiento de Villa de Mazo, Santa Cruz de Tenerife, 1999.
Foto de portada: Familia de la Virgen, Anónimo, Escuela andaluza, óleo sobre lienzo, s. XVIII (detalle)