El Licenciado Pinto de Guisla así lo mencionaba en 1681: su ermita era el primero y principal santuario de esta ysla, que la tiene por patrona y en las necesidades más urgentes, así publicas como particulares, se recurre a él por el remedio y quando instan las públicas se llevan a la santa ymagen a la ciudad, donde se le da muy decente culto, resibiéndola con la mayor autoridad y deboción que se puede… También el alcalde Lorenzo Rodríguez deja constancia el 7 de mayo de 1653 de cómo las casas que están destinadas al alojamiento de los romeros en los aledaños de la ermita de Las Nieves quedaron pequeñas para albergar al gran concurso de gente, por ser esta Santa Imagen el amparo de toda esta isla y de sus moradores y las continuas obras milagrosas que hace Dios Nuestro Señor por su intercesión. Esos mismos prodigios fueron relatados por René Verneau (1852-1938) tras su estancia en La Palma, durante su largo viaje en el Archipiélago entre 1884 y 1887. Informaba también de que a una corta distancia se encuentra el santuario de Nuestra Señora de Las Nieves. Se dice que ya existía en este lugar una pequeña iglesia antes de que la conquista de la isla fuese terminada. Hoy, gracias a la generosidad de los fieles, la estatua tiene un templo más decente y está cubierta de joyas de un valor aproximado a 10.000 francos. De esta manera, ella no se ha mostrado ingrata y ha pagado con milagros las privaciones que se han impuesto sus adoradores…
Los orígenes de su culto se pierden en un pasado tan remoto como oscuro, y ha sido motivo de debate insular en todo tiempo. La tradición piadosa sitúa a la imagen en la isla antes de la Conquista, emprendida por Alonso Fernández de Lugo el 29 de septiembre de 1492 y concluida el 3 de mayo del siguiente año. En el protocolo de la anexión de Benahoare (nombre prehispánico de La Palma) a la Corona de Castilla se fijaron ambas fechas: la primera -onomástica del Arcángel San Miguel- para la llegada a la costa de Tazacorte de las huestes castellanas, y la segunda –onomástica de la Santa Cruz- para la conclusión de la empresa militar y fundación de la Ciudad de Santa Cruz de La Palma.
En 1753, el dominico palmero fray Luis Tomás Leal escribía en el prólogo de la novena a la Morenita: ignórase el quándo, quién y de dónde vino aquel portentoso simulacro, que es de piedra, y no muy sólida, de tres quartas de alto, de color clarimoreno y con la preeminencia de todas las señales que, según arreglada crítica, califican por extraordinarias y milagrosas otras santas imágenes. Efectivamente, una antigua tradición -recogida en el siglo XVIII por el erudito Viera y Clavijo- señala que la Virgen estaba en la isla antes de la llegada de las tropas castellanas y que, en una Bula Pontificia del papa Martino V -fechada el 20 de noviembre de 1423, es decir, 69 años antes de la Conquista-, ya se hace mención a una capilla bajo la advocación de Santa María de La Palma: Beatae Mariae de La Palma. El primer documento que se conserva con el nombre de esta advocación es una data del Adelantado fechada el 23 de enero de 1507, en la que se donan algunos solares para la construcción de su ermita. El pequeño santuario ya consta estar construido dos lustros más tarde, si bien de aquella primitiva edificación queda tan sólo el arco de medio punto en la actual sacristía, porque la creciente veneración y las necesidades del culto determinaron mejoras y ampliaciones en 1525 y, ya con la planta actual, en 1646. Existen indicios para pensar, como dijera el profesor Pérez Morera, que el santuario fue fundado o superpuesto sobre algún lugar que los aborígenes consideraban sagrado.
La misma leyenda decía que la imagen había aparecido en una cueva del frondoso monte entre dos caudalosos barrancos y con nacientes de agua, un lugar bello, tranquilo…, un remanso de paz que justificó el poblamiento aborigen. Sus habitantes -los awaritas- convivieron con la imagen, procedente -tal vez- de alguna de las visitas misionales organizadas por el Obispado de Telde, institución documentada por el historiador Rumeu de Armas.
En torno a este primigenio recinto, de una sola nave, se fueron agregando distintas dependencias que, mejoradas y restauradas, han llegado hasta nuestros días: la Casa de Romeros (lugar de alojamiento de los peregrinos, edificada en el siglo XVII), la Casa Rectoral, el Cuarto de los Esclavos (dependiente de una histórica cofradía seglar), las lonjas de despejo, convertidas en magnífico Museo de Arte Sacro, el primero de los promovidos en la isla y único en su género en todo el Archipiélago, etc.
El santuario entró en el Real Patronato por decisión del Rey Felipe IV en 1649, cuando el clero secular y la feligresía se opusieron a la inesperada ocupación del sagrado recinto por los dominicos. Como curiosidad digamos que tiene el honor de haber sido el primer Real Santuario nombrado en Canarias. En la primera visita oficial realizada el 15 de octubre de 1977, S. M. el Rey don Juan Carlos I refrendó el título de Real para el histórico templo; y S. M. la Reina doña Sofía recibió el título de Camarera de Honor de la Virgen, que había aceptado cuando era Princesa de España.
La calidad arquitectónica del santuario y todo su conjunto, la espléndida dotación del templo, con suntuosos retablos barrocos y excepcionales imágenes flamencas, neoclásicas y barrocas, pinturas andaluzas y de escuela canaria, exvotos-pictóricos, la orfebrería -desde el altar trono festivo y las andas de baldaquino de la Virgen a extraordinarias piezas de culto y ornato-, las obras de devoción popular que se custodian en sus dependencias, el fabuloso joyero, los fondos del Museo Insular -dignos de cualquier instalación de referencia internacional-, el valioso archivo documental, etc., todo ello y más forman un conjunto único en Canarias, celosamente guardado por el rector del Santuario y las activas comunidades parroquiales y cofradías, que cumplen con generosidad y eficacia servicios piadosos, solidarios y culturales en beneficio de toda la isla.
El Real Santuario Insular es una cita obligada para todos los visitantes que acuden a La Palma. Se trata de un referente único de arte, espiritualidad e historia para todos los habitantes.
Por todo lo expuesto, este sacro recinto ha merecido el reconocimiento y la concesión de honores por la corporación insular de gobierno. En esa consideración, y al amparo del artículo número 5 de Honores y Distinciones de esta Institución Insular, el 14 de enero de 2011 se acordó, por unanimidad de todas las fuerzas políticas, la concesión de la Medalla de Oro de La Palma al Real Santuario. Así, se reconocía su trascendencia espiritual, cultural y estética y su carácter integrador de los sentimientos de identidad del pueblo palmero acreditados en su larga trayectoria y reconocidos en esta condición por la Iglesia Católica y por la Monarquía española.
El Papa Pío XII, mediante Breve Pontificio dado en Roma el 13 de noviembre de 1952, reconoció y declaró este Patronazgo Inmemorial de la Virgen de Las Nieves y de San Miguel Arcángel sobre toda la isla de La Palma.
La Virgen es una pequeña efigie de estilo románico tardío del siglo XIV (hay investigadores que aseguran que pertenece al siglo XIII) y se muestra sobrevestida para su culto. Varios estudiosos, entre los que se encuentra el prestigioso profesor palmero Pérez Morera, han considerado su posible origen sevillano. El desaparecido y polifacético artista Fernández García escribió: es una obra gótica con reminiscencias románicas. Mide 57 cms y está realizada en barro cocido, material con el que modelaron sus esculturas los artistas flamencos o franceses activos en la ciudad hispalense en el siglo XV. Hernández Perera nombraba como ejemplos de ellos a Lorenzo Mercadante o Miguel Perrín. El investigador palmero Martín Sánchez ha publicado un minucioso estudio sobre el imaginero Lorenzo Mercadante de Bretaña en el que le atribuye la autoría de la milagrosa imagen. Otros estudiosos, como el Marqués de Cubas en 1694, señalaban que es de barro portugués con letreros en la orla o manto que no pueden leerse. También es curioso señalar que la beata María de San José, en 1680, tuvo la revelación de que la imagen de La Negrita había sido formada por los ángeles del cielo de la columna en que fue azotado el Señor.
La imagen de la Patrona Palmera fue canónicamente coronada el 22 de junio de 1930 ante una multitud congregada en la antigua Rambla de Cuba, hoy Avenida de El Puente y que en esta edición se cumplen 81 años de este privilegio pontificio otorgado por el Papa Pío XI. En 2005 se colocó una lápida en el lugar de la coronación, recordando el 75 aniversario de la efeméride.
La concentración espiritual y majestad icónica que emana del rostro de esta imagen, esquemáticamente idealizado, refleja lo eterno y sobrenatural. Pérez Morera continuaba diciendo que tal vez a ello se debe la poderosa atracción que ejerce sobre quien lo contempla y la devoción despertada a través de los siglos. Fray Diego Henríquez en 1714 decía: el rostro es perfecto y lleno; los ojos, rasgados y abiertos que parecen mirar a todas partes; las mejillas rosadas; el color moreno, no con exceso obscuro; ostenta majestad y mueve a veneración y devoción…
Recordemos que la Gran Señora de La Palma ostenta el título honorífico de Alcaldesa Honoraria y Perpetua de los catorce municipios: Santa Cruz de La Palma (1942), Los Llanos de Aridane (1964), Fuencaliente de La Palma (1982), Breña Baja (1992), Breña Alta (1994), Puntallana (2004), Villa de Mazo (2005), San Andrés y Sauces (2005), Tijarafe (2005), Villa de Garafía (2010), Barlovento (2010), El Paso (2010), Puntagorda (2010) y Tazacorte (2010). Curiosamente también lo es del municipio tinerfeño de Güímar (1985).
Se puede afirmar que la extensión de todos estos importantes honores por todo el territorio insular no tiene parangón ni precedentes en el Archipiélago Canario, así como tampoco en ninguna otra provincia o comunidad del Estado español. Por este motivo, se acaba de llegar a un acuerdo unánime por parte de todas las fuerzas políticas del Cabildo Insular. El acuerdo institucional aprobado el 11 de febrero de 2011 fue el nombramiento de la venerada imagen de Nuestra Señora de Las Nieves como Regidora Mayor de la Isla, título honorario que, por su carácter excepcional, no contraviene ningún precepto de la reglamentación de honores y distinciones, en correspondencia con el rango histórico de la devoción mariana a la que se honra.
La Virgen de Las Nieves es la imagen mariana más antigua y que más riquezas atesora de toda Canarias, fruto de la piedad popular. Cada vez que tiene lugar alguna de las procesiones de la venerada y milagrosa efigie es una ocasión excepcional para apreciarla de cerca, donde recibe la veneración directa y especial de su pueblo. Numerosas personas se arremolinan en torno a sus andas para poder cargarla durante unos instantes y así dar cumplimiento a una promesa; otras para besarle el manto o el baldaquino de plata y hacerle una petición, etc. Aparte de las multitudinarias procesiones que tienen lugar durante su estancia en la parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma durante las Fiestas Lustrales, el resto del año son más de quince salidas de su santuario en el mes de agosto tras las solemnes novenas y Eucaristías concelebradas.
Recordemos que su onomástica se celebra el 5 de ese mes y tiene carácter festivo en toda la isla, día fijado para que retorne la Virgen a su santuario desde la parroquia matriz de El Salvador de la capital en aquellos años lustrales.
Para la procesión se coloca en sus andas de baldaquino de plata repujada y decorada con motivos barrocos. Datan de 1665 y son las segundas más antiguas del Archipiélago. Las primeras pertenecen a la Virgen del Rosario de Santa Cruz de La Palma. Para su Bajada y su Subida, la imagen es colocada en su sillón de viaje, una pesada y valiosa urna de oro y cristal rematada por una corona imperial. Las andas de plata, junto con el resto del altar -trono festivo despiezado en 42 trozos, compuesto por el sagrario, el frontal, las barandas, las cinco gradas gradas, etc.-, son llevadas, como cada cinco años, en alegre romería en la tradicional Bajada del Trono hasta la parroquia de El Salvador. La última se celebró en julio de 2010 y la próxima tendrá lugar el mismo mes de 2015. En la capilla mayor de ese templo matriz se arma y aguarda bajo dosel de terciopelo y oro la llegada de la Virgen dos semanas después.
La fundación de la Bajada de la Virgen al centro de la capital palmera fue determinada por el piadoso mitrado García Jiménez, después de asistir a una rogativa realizada con la santa imagen por los numerosos vecinos que padecían una larga sequía. Tras el traslado de la sagrada efigie a la parroquia de El Salvador, comenzó a llover copiosamente. Ante la solemnidad de los innumerables cultos y profundo fervor del pueblo, el prelado, atendiendo a la petición del clero insular y de los fieles, estableció el traslado de la Virgen en todos los años acabados en cero y cinco, iniciando la cadencia lustral en 1680.
Otra de las importantes fiestas marianas en el Real Santuario es la Fiesta de las Madres a la que acuden devotos peregrinos y orgullosos romeros de toda la isla. En aquellos años en los que no se celebran comicios electorales a finales de mayo, siempre esta celebración tiene lugar el último domingo de ese mes. Todos los caminos, una vez más, conducen a Las Nieves. Coros y Danzas Nambroque de La Palma de la capital (Medalla de Oro de Canarias en el año 2004, entre otros muchos galardones) ha venido clausurando -no ha sido así en algunas ediciones en la que los diversos pueblos de la isla la han nombrado Alcaldesa Honoraria y Perpetua- el emotivo acto ante la venerada Imagen y la concurrencia. Esta admirada agrupación folclórica inició -hace ya cuarenta y un años- esta entrañable fiesta conjuntamente con el Santuario y el desaparecido investigador palmero Alberto-José Fernández García.
Para sobrevestir a la sagrada imagen, se eligió para la pasada edición de 2010 un espectacular traje de tisú granate bordado en oro del siglo XVIII, cuya urdimbre (conjunto de hilos que se colocan en el telar paralelamente unos a otros para formar la tela) es de las más compactas de las piezas que conforman el fabuloso vestuario de la Virgen. Tras muchos años de no habérsele puesto, este lujoso vestido fue escogido entre la veintena de valiosos trajes completos de diversos colores que posee ASIETA. Así es como también se conoce a La Morenita. Es un acrónimo al que se le ha encontrado el significado de Alma Santa Inmaculada En Tedote Aparecida, aunque también Alma Santa Inmaculada En quien Tenemos Amparo. Según la leyenda, esta palabra estaba inscrita, esculpida o dibujada en la espalda de la imagen, aunque también se ha dicho que se hallaba en el fondo de la hornacina del antiguo y desaparecido retablo mayor, e incluso en la orla de alguno de sus riquísimos mantos. Algo que, sin embargo, no se ha podido comprobar.
En el último tercio del siglo XVI se inició la costumbre de cubrir la sagrada escultura con tocas, mantos, joyas y sayas. El progresivo deterioro sufrido por el paso del tiempo obligó a encerrar la imagen bajo una campana textil. Así quedó configurada su iconografía tal y como la conocemos, embutida dentro de una percha triangular de corte barroco. El pueblo la ha venerado siempre bajo esta apariencia y descubrir su interior es un tabú que hasta ahora no ha sido desvelado. Paz y Morales decía en 1920 que esta forma exterior es la propia de las imágenes de la Edad Media, teniendo para acomodarle los vestidos dos brazos añadidos, lo mismo que otro Niño Jesús que se pueden mover y separar de su cuerpo a voluntad. En sus vestidos usa de todos los colores, menos el negro, abuso intolerable y que debiera ordenarse el blanco como el único y exclusivo. Esta indumentaria se visualiza a través de las primeras representaciones pictóricas llegadas hasta nosotros: un exvoto marinero de 1639, un lienzo y una tabla del siglo XVII, piezas custodiadas en el Santuario de Las Nieves. En estas obras la venerada imagen ya se expone a la veneración del pueblo vestida de aquella forma triangular. El mencionado cronista Marín y Cubas da testimonio de ello en 1687: hoy está metida en una funda de madera que la hace más alta, y es además aderezada con vestidos y joyas…
Para la edición de 2009, se eligió un magnífico y valioso traje de seda confeccionado en rico brocado de primavera muy antiguo. Está entretejido con hilos de oro. Se denomina primavera ya que el dibujo se basa en muchas clases de flores. En este caso concreto, la que más predomina es el clavel. El vestido que lució en la edición de 2008 fue un espléndido traje verde claro muy antiguo, confeccionado en brocado, también entretejido con hilos de oro, de modo que este metal forma en la cara superior unas grandes flores briscadas de diversas tonalidades. No se le ponía después de más de quince años. En el año 2007 se la revistió con otro valioso traje verde como símbolo de la frondosidad y el verdor de los campos de Villa de San Andrés y Sauces que tuvo el honor durante esta fiesta de entregarle los atributos como su Alcaldesa Honoraria y Perpetua. También fue elegido por ser precisamente el color de la Virgen de la Montaña, Montserrat -Patrona de ese municipio-. El año anterior se eligió un traje verde claro y luminoso confeccionado en oro y plata y riquísimas telas del siglo XVIII en honor a Villa de Mazo, como símbolo de la campiña y sol de sus costas y por el mismo motivo. En el año 2005 se le colocó un precioso y rico traje rojo en honor a San Juan Bautista (color de la sangre derramada en su martirio), patrón de Puntallana, al ser este municipio el que honró a la Patrona Insular con el mismo título; y así un largo etcétera.
Existe un curioso mandato del Lcdo. Aceituno al mayordomo de la Virgen, Bartolomé de Morales, fechado el 6 de septiembre de 1576. En él le ordena que tuviera mucho cuidado de que no comieran ni durmieran en la ermita los vecinos que iban a velar a la Señora y que no bailaran en veinte pasos alrededor del templo, bajo pena de 6 reales en caso que se perpetrara alguna danza. Prohibición que luego fue ratificada en 1629.
El fervor del pueblo imploraba su auxilio cuando alguna catástrofe asolaba la isla: epidemias, volcanes, langosta, sequías… Uno de los tantos prodigios que se le atribuyen fue el que sucedió en 1646, cuando se extinguió el primer volcán de Fuencaliente, día en que, según recogen las actas del Cabildo, amanecieron las cumbres de esta isla llenas de nieve.
La Virgen ha sido trasladada en procesión a la capital palmera en rogativas y celebraciones especiales, rompiendo con la secuencia lustral. Sirvan como ejemplos: en 1630, 1631, 1632 y 1676 por una pertinaz sequía; en 1646 por la erupción del volcán San Martín; en 1659 por una plaga de langosta; en 1678 por el volcán de San Antonio; en 1768 por una epidemia de fiebre catarral; en 1852 por el cólera de Gran Canaria; en 1949 por el volcán de San Juan; en 1966 por la clausura de la Misión Popular en La Palma; en 1993 por el 500 aniversario de la fundación de Santa Cruz de La Palma…
Estos lustros se constituían en días interminables de regocijo particular para el pueblo palmense, que no dejaba de traer a la memoria aquellos milagros que desde su niñez le contaron, de la cueva en que se recogió toda una procesión de trescientas personas, no siendo capaz de contener cincuenta…; durante las salvas de bienvenida a la Virgen en la Plaza, una de las piezas de artillería explotó, cuyos pedazos cayeron sobre las tropas y unas mujeres, sin que hubiera desgracia personal; también de una lámpara que en una penuria de aceite ardió incesantemente y aún rebosó; la nieve que cubrió el volcán de Tigalate en 1646, el otro volcán de 1711 que, a la vista de la Imagen se extinguió… Viera y Clavijo recordaba también el incendio de la ciudad en 25 de abril de 1770 que, habiendo empezado a tiempo que se retiraba la procesión a su santuario y llevando ya catorce casas consumidas, se fue apagando desde que retrocedió con la imagen el devoto pueblo… Testigo de excepción de este último prodigio fue el sacerdote José Momparlé, quien escribía que ante Nuestra Señora no se incendió ninguna otra casa, aunque habían sido acometidas de centellas y carbones encendidos… Fue la asistencia de la Virgen quien libró y preservó el resto de la ciudad del fuego. La fiesta en honor y gloria a La Morenita nace, en definitiva, como rogativa de lluvia por la devoción de los palmeros y su fe en los milagros de su Patrona y profundo agradecimiento por su eterna intercesión.