Las horas de espera se pasaron en la calle, compartiendo la belleza de la amanecida. Se pasó el tiempo en los bochinches, en la verbena de la plaza, y en el tenderete nocturno familiar, y en todos lados se sentía el nerviosismo de la espera.
A las cinco menos cuarto, delante del Ayuntamiento, los vecinos a duras penas contenían la emoción y por eso, cuando el volador rompió en la oscuridad, y sonó el "Quinto Levanta", el sentimiento se liberó dando la bienvenida a la aurora de alegría.
Se bailó la Diana como solo se puede bailar en la Villa. Se bailó con gusto, ahuyentando las amarguras, resarciéndose del año de espera. Se bailó con el corazón, que es como sabe bailar el pueblo de Agaete en la madrugada que trae el día de la enramada.
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