Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

O,Neill y los descubrimientos del Mediterráneo.

Martes, 26 de Abril de 2011
Modesto de Vera y Antonio Henríquez
Publicado en el número 363

Una vez más nuestra ciudad ha sido testigo de un enésimo “descubrimiento del Mediterráneo”: ocurrió el día 28 de marzo de este 2011 en la Sociedad Económica de Amigos del País. Allí se ofreció al público casi como una deslumbrante primicia la añejísima noticia de que en el año 1931 del siglo pasado arribó a Las Palmas procedente de Francia el gran dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill (Premio Nobel años después), y que en nuestra ciudad permaneció una brevísima temporada. Pero tal noticia no era desconocida...

 

 

... Pero -decíamos- ocurre que tal noticia no era desconocida, o casi, en esta capital. Más o menos desde 1960, el inolvidable periodista Luis Jorge Ramírez, en el Diario de Las Palmas primero, y posteriormente en Radio Atlántico, no una sino un gran número de veces se lució proclamando a los cuatro vientos el hecho de la estancia aquí del célebre creador del moderno teatro del gran país americano. Pero no solo Luis Jorge se hacía eco de aquella ilustre visita, también algunos calificados amantes del arte dramático se referían a ella con relativa frecuencia, en los descansos de algunas representaciones efectuadas en el Pérez Galdós (María Dolores de la Fe, Enrique Lage… Me imagino lo que hubiera dicho, de estar presente en la conferencia, el ya desaparecido Juanito Bosch).

     No hace demasiado tiempo, en la sección “Cultura” del diario La Provincia se pudo leer un trabajo en el que se aludía con cierto detalle a esa lejana visita del que años después, en 1960, fuera galardonado con el Premio Nobel. En ese texto de La Provincia se decía lo siguiente: No rigurosamente como viajero en tránsito, sino con la idea de pasar aquí unos pocos días de descanso después de residir algún tiempo en Francia, en 1930 llegó a Las Palmas en compañía de su mujer, Carlota Monterrey, el gran dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill. En seguida decidió prolongar su estancia en vista de que la placidez y la temperie del lugar le proporcionaban “la atmósfera adecuada para hacer los cortes y correcciones definitivos” en el texto de una pieza de la trilogía Electra, según escribió en 1955 León Mirlas, el escritor argentino a quien O’Neill autorizó y recomendó expresamente para que fuera el traductor de sus obras al español.

     De todo lo cual se deduce que a veces, no pocas, queriendo o sin querer se incurre en el equívoco de que aparezca como novísimo algo que ya está barnizado por el orín del tiempo.

 

Modesto de Vera

 

 

 

Comentario

Desgraciadamente, estas cosas están sucediendo cada vez con más frecuencia. Es como si no hubiera memoria. En la conferencia que se comenta, bastaba con nombrar lo que ya se conocía por la prensa, y centrarse en lo novedoso que se presentaba. O, a lo menos, no hacer hincapié en que aquí en Las Palmas no se había hecho nada, o casi nada en lo que se refiere a recordar la estancia del dramaturgo norteamericano. Lo más sorprendente es que hay personas en las instituciones donde se dan estas conferencias que, debiendo conocer estos datos, tienen la obligación de no hacer pasar la vergüenza al conferenciante de estar diciendo obviedades, o de que, simplemente, está falseando los hechos, por darlos incompletos.

 

Hace no mucho se presentaban en la prensa, también como novedad, las peripecias de unos poemas de Federico García Lorca que vinieron a mano de los hermanos Millares, a través de Miguel Benítez Inglott. Todo el mundo medianamente informado en la transmisión de la obra de García Lorca conocía el tema. Además, parecía que todo el interés estaba en saber que el receptor de tal poema era judío.

 

Otro día era una conferencia sobre la estancia de Miguel de Unamuno en Las Palmas en 1910, que no fue sino una repetición de los mismos tópicos y errores que escribieron en su momento señores que, por lo que sea, no se detuvieron a contrastar aquello de lo que informaban. Todavía se pretendió que se publicara en una revista de prestigio. Y no es raro que cualquier día nos encontremos con las repetidas erradas informaciones en otra revista que no tenga rigor, sino que sirva a los amigos.

 

Aquí vendría bien aquello de zapatero, a tus zapatos, o conferenciante, investiga y pregunta.

 

En definitiva, los asuntos de la cultura no tienen que ser cosas de amigos, sino realizaciones más serias. Tenemos que huir de ser transmisores de errores, y eso se logra con una seria investigación, elemento que da el tiempo, el trabajo continuo y el saber informarse de los que pueden saber algo más que nosotros. Por otra parte, que un periódico no se dé cuenta de que en sus archivos hay noticias y escritos que desdicen claramente ciertas opiniones que publica ahora indica que se desprecia la propia memoria, o que queremos reescribir la historia para adaptarla a lo que nos interesa. Desgraciadamente, parece que esto es lo que siempre se ha hecho y entra ya en la rutina de la costumbre.

 

***

 

La estancia del dramaturgo americano en nuestra ciudad debió ser comidilla en los círculos ilustrados de Las Palmas a raíz de la publicación de las traducciones de sus obras por la Editorial Sudamericana, S. A., de Buenos Aires. El traductor y amigo de O’Neill, León Mirlas, en el capítulo II (“El hombre que se llamó Eugene O’Neill”) de su ensayo O’Neill y el teatro contemporáneo1, habla de

 

 

su monumental trilogía Mourning Becomes Electra […] Para escribir estos trece densos actos, de electrizante acción, el dramaturgo se trasladó con su esposa a Francia y trabajó allí, en el fecundo aislamiento de su residencia rural de Le Plessis, en 1929 y 1930. A fines de 1930 fue a Las Palmas, en las islas Canarias, buscando una atmósfera adecuada para la revisión final de su trilogía, ya acabada.2

 

 

La correspondencia de O’Neill con León Mirlas comienza en 1934, cuando ya Electra había sido escrita, y a raíz del estreno en Buenos Aires de su traducción de El Gran Dios Brown. En el citado O’Neill y el teatro contemporáneo, Mirlas presenta lo fundamental de su relación epistolar con O’Neill. En una de esas cartas, el norteamericano le confiesa que su castellano “es muy somero… ¡y lo poco que supe en otros tiempos se me ha olvidado, como lo descubrí durante un viaje a España en 1930!” (Carta de 1935).

 

En 1944 autoriza O’Neill a la Editorial Sudamericana para traducir el volumen de Nueve Dramas, con la condición de que el traductor fuera León Mirlas, que había traducido ya El Gran Dios Brown en 1934. Ese mismo año, León Mirlas le envía, junto con los bocetos de la obra que le había pedido O’Neill, “un estudio de dicha obra y El mono velludo que figura en mi primer libro sobre el teatro de O’Neill, que apareció en 1938, ensayo que traduje al inglés para que él pudiera leerlo.” (p. 207).

 

Con toda verosimilitud, la noticia de que el dramaturgo americano estuvo en Las Palmas en 1930 puede datar ya de 1938. Habría que ver si ese primer ensayo de Mirlas sobre O’Neill llegó prontamente a Las Palmas. Sea que la noticia esté ya en ese ensayo, o en la primera edición de O’Neill y el teatro contemporáneo (1950), y de seguro en la edición de 1961, no es extraño que se difundiera en Las Palmas por cualquier lector avisado de dichas obras o por los libreros atentos a la producción del Cono Sur Americano (pienso en la librería de Márgara Bosch o en Hispania). Las primeras noticias que yo he podido encontrar en nuestra prensa datan de 1967, como se verá en los textos que presento.

 

La foto del dramaturgo en Las Palmas de Gran Canaria y ubicación del edificio que se ve en dicha foto

 

El asunto es que el dramaturgo estuvo en Las Palmas desde finales de febrero a finales de marzo de 1931. En la web Eugene O’Neill Letters Project, buscando con el término “Las Palmas”, aparecen las fotos que el conferenciante citado arriba presentó en su conferencia, todas con fecha de 1931, salvo la que se ha publicado ahora en la prensa, donde aparece O’Neill en el balcón de un edificio de Las Palmas (parece ser el hotel donde se hospedaba, el Atlantic). En la web, se transcriben las palabras de su mujer en el verso de la fotografía, datando la toma en 1930 (“Fuimos allí (desde Francia) para un cambio de escena y para que O’Neill hiciera cortes y revisiones en Mourning Becomes Electra”). Una nota nos advierte de que “Mientras Carlota data esta fotografía como tomada en 1930, ella y O’Neill estaban en realidad en Las Palmas en marzo de 1931, poco antes de que regresaran a los Estados Unidos.” De la misma afirmación citada de O’Neill a Mirlas de 1934 proviene el datar el traductor y estudioso bonaerense, y los que lo leyeron, la estancia en Las Palmas en 1930. En la web se referencian siete cartas de O’Neill a su representante Richard Madden desde Las Palmas, en el mes de marzo de 1931. A finales de marzo, el 26, retorna la pareja a Francia, con escalas en Tánger y Casablanca, llegando a Marsella; de allí van a París en tren, adonde llegan el 4 de abril.3

 

La aludida fotografía se encuentra en la edición de Una luna para un bastardo, traducción y prefacio de León Mirlas, de la Editorial Sudamericana, de 1955. El prefacio de Mirlas se titula “Liberación”. La foto se encuentra en el verso de la hoja de fotografías que se inserta entre las páginas 48 y 49, con el siguiente pie: “El escritor en Las Palmas, Islas Canarias, en 1930. O’Neill fue allí con su esposa, después de haber residido algún tiempo en Francia, para cambiar de escenario, ya que su espíritu le exigía una atmósfera adecuada para hacer los cortes y correcciones definitivos de su Electra.”

 

Después de la lectura de estos Rescates, nos podremos hacer varias reflexiones; entre ellas, el preguntarnos por qué los responsables de la “cultura” municipal no perpetúan este recuerdo de alguna manera.

 

Antonio Henríquez Jiménez

 

La pareja en Las Palmas (Fuente: http://www.eoneill.com)

 

 

ALGUNAS NOTICIAS EN NUESTRA PRENSA SOBRE LA ESTANCIA DE O’NEILL EN LAS PALMAS

 

 

Diario de Las Palmas, 17-XI-1967, 3: “La Calle”, Luis Jorge Ramírez: “O’Neill y Las Palmas”:

     Un grupo de intelectuales canarios (Ventura Doreste, Pedro Lezcano, Manuel Hernández Suárez y otros) están preparando un homenaje a Eugenio O’Neill, el dramaturgo norteamericano que entre París y Las Palmas escribiera su famoso drama Electra, viviendo por tanto, como Saint-Saëns, algún tiempo en nuestra isla.
     Para este homenaje se están estableciendo contactos con Nuria Espert para realizar una campaña teatral, así como con otras destacadas figuras, pues se quiere dar a este acto dimensión internacional.

 

 

 

La Provincia, 16-VIII-1969, 9: “La calle”, Luis Jorge Ramírez:

     De extraordinaria brillantez serán las primeras conmemorativas de la fundación de Las Palmas de Gran Canaria.
      […] Con estas tres cosas, y siendo el día 24 aniversario de la fundación de la ciudad y ya –¡por fin!– acuerdo de nuestro Ayuntamiento de imitar a todos los municipios del mundo en elegir la fiesta mayor o, o sea, la fundacional del lugar o la del Santo Patrono, es fácil colegir la brillantez que tendrá esos días que ya en lo cultural se presenta como algo imposible de superar, ya que creemos que podría redondearse el programa trayendo a Nuria Espert y su compañía y hacer el homenaje al premio Nobel norteamericano Eugenio O’Neill, que entre París y Las Palmas escribió su inmortal Electra, y de esta forma, ante el Congreso Mundial de Autores, nuestra capital exhibiría una circunstancia honrosísima que pocos lugares del mundo ostentan y que nos emparejan nada menos que con París, a la par que recordamos al mejor dramaturgo de América y a una de las cimeras figuras del teatro de todos los tiempos. […]

 

 

 

La Provincia, 20-VIII-1969, 2: “La calle”, Luis Jorge Ramírez: “La Sociedad General de Autores incluye en su Congreso Mundial el homenaje de Las Palmas a Eugenio O’Neill”:

     Tras la rueda de prensa que Víctor Ruiz Iriarte y José Joaquín Arozamena sostuvieron con los informadores locales, departimos con ellos sobre varios extremos. […] Pero dejemos esto y vayamos al tema de esta nota, o sea nuestro deseo de que, en los mismos días del Congreso Mundial de Autores, el que Las Palmas tribute un homenaje a Eugenio O’Neill, el Premio Nobel de literatura y primerísima figura del teatro americano que, entre París y nuestra capital, escribió su Electra.
     Ruiz Iriarte se mostró encantado de tal homenaje y destacó que el mismo serviría no solo como realce para dichos días sino como afirmación de la categoría teatral de Las Palmas, y por supuesto, la Sociedad General de Autores se adhiere e integra la comisión que se forme para tal homenaje, comisión que creemos debe formarse con el Museo Canario, el Museo Pérez Galdós y destacadas personalidades intelectuales isleñas así como elementos oficiales de indiscutible representación.

 

 

 

La Provincia, 27-VIII-1969, 6: “La calle”, Luis Jorge Ramírez: “El Teatro durante el Congreso Mundial de Autores”:

     Con fina sensibilidad se apresta Las Palmas a ser marco del magno acontecimiento cultural que significa siempre el congreso Universal de la Sociedad General de Autores, que siempre ha corrido por capitales importantísimas desde París a Nueva York, desde Viena a Madrid y que, en 1970, tendrá lugar en Las Palmas.
     Ya está perfectamente resuelto el marco de las asambleas, recepciones y reuniones entre el Teatro Pérez Galdós y Gabinete Literario y se están preparando los actos que escoltarán a estas sesiones de trabajo con visitas a diversos lugares de la ciudad, así como los tradicionales agasajos a tan ilustres huéspedes.
     Ya saben nuestros lectores que en esos días (del 21 al 27 de junio), estará en Las Palmas la Orquesta Nacional y el Orfeón Donostiarra […] Pero se quiere hacer más, y se estima que nada más idóneo que unas funciones de teatro universal relacionado con Canarias, como sería una obra de Pérez Galdós, natural de aquí; La Electra de O’Neill, escrita entre París y Las Palmas, y el Clavijo de Goethe. De esta forma habrá presencia de tres siglos de gran cultura y de vinculación teatral a Canarias de rango insuperable.
     Sobre esta cuestión ya se trabaja en firme… Se espera respuesta de grandes artistas e incluso se buscaría que la obra de Galdós fuera realizada por otro insigne autor canario: Claudio de la Torre. […]

 

 

La pareja en Las Palmas (Fuente: http://www.eoneill.com)

 

 

Diario de Las Palmas, 16-XII-1970, 33: “Cartel de las letras y las artes”: “Eugenio O’Neill y Las Palmas”, A.:

     Hoy volvemos a insistir en un antiguo empeño, acariciado con férvida esperanza por unos cuantos verdaderos enamorados de nuestra ciudad y su buen nombre. Empeño que se propone nada más ni nada menos que evitar que nuestra isla pierda alegremente la tenue, minúscula si se quiere, pero muy gloriosa sombra que sobre ella proyecta una de las más ilustres figuras del teatro universal.
     Y así, de esta manera, volvemos a evocar a Eugenio O’Neill y su breve estadía en Gran Canaria. Estancia que ciertamente no significó la vinculación sentimental del artista a nuestra tierra ni el aprovechamiento egregio de nuestros paisajes físico y humano, pero que enriqueció la episódica insular con un hecho cuyo recuerdo vale la pena recordar de forma digna y permanente.
     Aquí, entre nuestras gentes, acogido por unas semanas al cobijo de nuestro clima, el gran dramaturgo norteamericano dio los últimos toques a una de sus obras más perfectas, concretamente a una de las partes de su Electra. Más de uno recordará, sin duda, aquella edición suramericana de Una luna para un bastardo, muy difundida aquí hace años, en la que una vieja fotografía atestigua de modo inequívoco la presencia del hombre Eugenio O’Neill en un concreto rincón de Las Palmas.
     Y por aquí, cabalmente, se encamina nuestro afán: a lograr que en ese lugar (situado por otra parte en uno de los sectores más gratos de la ciudad) unas pocas palabras, labradas en piedra elemental, hablen al transeúnte de los días que aquí pasó el más importante de los dramaturgos universales de nuestro siglo y de cómo en esta isla sopló una vez –ay, brevemente– el viento magnífico que en otro tiempo suscitara grandiosas resonancias en el corazón de los trágicos griegos.

                                                                                                                        

 

 

La Provincia, 26-III-1972, 6: “La calle”, Luis Jorge Ramírez: “Una lápida canaria para Eugenio O’Neill”:

     Una de las obras más interesantes de uno de los dramaturgos más importantes de nuestro siglo es la Electra (A Electra le sienta bien el luto, nos parece que es el título), que entre París y Las Palmas escribiera hace varias décadas el premio nobel norteamericano Eugenio O’Neill.
     Tal acontecimiento va a ser lógicamente exaltado por “Los amigos canarios del teatro, cine y música”, con la colocación de una lápida en el hotel donde tal hecho ocurrió. O sea en el Hotel Atlántico, en Ciudad Jardín.

 

 

 

Diario de Las Palmas, 8-I-1976, 6: “El otro padre de Electra que vivió en Las Palmas. O’Neill escribió parte de este drama en nuestra ciudad”, Fernando Ramírez Suárez:

     La noticia surgió casualmente a la vista de una reproducción fotográfica en una edición de las obras de O’Neill publicada en Buenos Aires por los años cincuenta. En ella aparecía el gran dramaturgo, Premio Nobel norteamericano, en la azotea del viejo Hotel Atlántico de Las Palmas. Este recoleto hotelillo aún se conserva en una de las calles más hermosas de nuestra ciudad, la calle Dr. García Castrillo, paralela al Paseo de Chil, en la parte alta de Ciudad Jardín, siendo una de las que mejor ha conservado el encanto de los chalets y la adecuada vegetación de esta zona de Las Palmas.

     Luego, recogimos la tradición, que nadie desmiente, de que, en aquella estadía bajo nuestro cielo del gran autor dramático contemporáneo, escribió en nuestra ciudad parte de su Electra o si se quiere recordar el nombre completo de la obra El luto le va bien a Electra. Fue en mil novecientos treinta y tantos.

     Dos genios, dos Electras.

     Es curioso advertir que dos grandes creadores literarios que han residido en Las Palmas coincidieron en elegir el mito de Electra para convertirlo en tema central de una de sus respectivas obras más célebres, puesto que también Galdós dramatizó el argumento de la célebre tragedia griega, con la maestría que solo los genios saben hacerlo.

     Sabemos que Eugenio O’Neill, además de ser un escritor de gran fuerza creadora, se distinguió por su perfecto realismo, por su impresionismo dramático y por ser uno de los grandes trágicos contemporáneos equiparado a los trágicos griegos. En la “historia de su largo viaje hacia la noche que fue toda su vida, resulta que hizo posada aquí, en Las Palmas, donde escribió algunas escenas de la obra referida.

     El sitio adecuado para un recuerdo. 

     A veces, en Las Palmas, parece que se empeñan en darle razón a sus detractores, a aquella gente que la moteja de “fenicia” y de falta de vibración ante hechos y cosas que debieran afectar a la sensibilidad del pueblo. Un ejemplo de esta circunstancia podría ser el olvido y la ignorancia de la estancia entre nosotros de este gran autor dramático.

     A la vista de ello, y teniendo en cuenta que nuestra ciudad no abunda precisamente en parajes que evoquen sucesos o personas de importancia universal, sorprende que todavía Las Palmas no haya recordado materialmente el paso del autor norteamericano.

     Justamente el sitio idóneo para fijar este recuerdo es, sin lugar a dudas, la misma calle donde está situado el Hotel Atlántico. Allí, en un lugar que no será difícil elegir, bastaría con clavar en tierra una estela de piedra de la isla, en la que una sencilla leyenda advirtiera al transeúnte que un día, aún no lejano, anduvo entre nosotros uno de los hombres que resucitó en nuestro tiempo el aliento trágico que conmovió en la antigüedad al pueblo griego.

     Un compromiso moral del Ayuntamiento.

     Nuestro Ayuntamiento tiene aquí la ocasión de probar a los ciudadanos que no es indiferente a los fenómenos de la cultura y la sensibilidad. Con poco dinero (el que cuesta labrar un bloque de cantería) podría cumplir el compromiso moral que le impone la circunstancia que hemos expuesto en este reportaje, al tiempo que enriquecería el acervo evocativo de Las Palmas y pondría de relieve ante propios y extraños que si sabe afanarse en el absorbente y positivo trajín de la vida comercial y urbana, también tiene tiempo y sensibilidad para rendir homenaje a aquello que significa exaltación del espíritu.

                                                                          

 

 

La Provincia/Diario de Las Palmas, 25-III-2004, 42-43: “Cultura”: “Gente de paso”, Manuel González Sosa:

     Escritores como Rubén Darío, Katherine Mansfield, Borges, García Lorca y Eugene O’Neill dejaron tras de sí rastros de sus breves escalas en la Isla.

     […] No rigurosamente como viajero en tránsito, sino con la idea de pasar aquí unos pocos días de descanso después de residir algún tiempo en Francia, en 1930 llegó a Las Palmas en compañía de su mujer, Carlota Monterrey, el gran dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill. En seguida decidió prolongar su estancia en vista de que la placidez y la temperie del lugar le proporcionaban “la atmósfera adecuada para hacer los cortes y correcciones definitivos” en el texto de una pieza de la trilogía Electra, según escribió en 1955 León Mirlas, el escritor argentino a quien O’Neill autorizó y recomendó expresamente para que fuera el traductor de sus obras al español.

     Por lo que conocemos, ni para los viajantes transmarinos ni para nosotros estas visitaciones efímeras tuvieron algún alcance más allá de su mera condición episódica. Pero, si no para otra cosa, el saber que ocurrieron nos servirá acaso para imaginar que entre los forasteros que los caminos del mar esparcen durante unas horas por nuestras calles puede haber por lo menos uno al que nuestro espíritu le debe, o acabará debiéndole, intensos momentos de disfrute intelectual, sensitivo o estético. Así, a lo mejor, más de una vez un brote de nuestra capacidad de aprecio más entrañable irá en secreto y con destino incierto a homenajear a quienes de veras, por obra y gracia de sus creaciones, merecen admiración y reconocimiento inextinguibles.

 

 

  

Notas

1. Cito por la 2.ª edición (Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1961, 267 p.). La primera edición es de 1950, y contiene 207 páginas. Según la solapa de la segunda edición, sus páginas “son mucho más que una segunda edición del sagaz estudio que ha hecho Mirlas […] Ha ampliado su estudio. Lo ha profundizado. Lo ha puesto totalmente al día. Y al revelarnos una preciosa correspondencia inédita, nos muestra facetas muy poco conocidas” del autor. Posiblemente, León Mirlas empleara las palabras que cito en el texto en su ensayo de 1938 sobre el teatro de O’Neill que citaré enseguida.

2. En el prólogo al volumen de la Editorial Aguilar, S. A. de Ediciones (“O’Neill y su sentimiento trágico de la vida”) del Teatro escogido de Eugene O’Neill (p. 34. Cito de la 3.ª edición, de 1965), León Mirlas dice casi lo mismo: “su monumental trilogía Mourning Becomes Electra, cuyo título podría traducirse por El luto le sienta bien a Electra o El duelo es el destino de Electra […] Para escribir estos trece densos actos […] el dramaturgo se traslada con su esposa Carlota a Francia y trabaja allí, en el fecundo aislamiento de su residencia rural de Le Plessis, durante los años 1929 y 1930. A fines de 1930, va a Las Palmas, en las islas Canarias, buscando una atmósfera adecuada para una revisión final de su trilogía, ya acabada.”

3. De Croswell Bowen: the Curse of the Misbegotten. A tale of the house of O’Neill (también en la web).

 

 

Comentarios
Sábado, 02 de Marzo de 2013 a las 20:48 pm - Oswald

#04 Lourido dió una conferencia documental excepcional, trabajo personalmente costeado, toda crítica ha de ser bien recibida aunque carezca de fundamento.

Miércoles, 11 de Mayo de 2011 a las 00:35 am - Manuel Mora Lourido

#03 Réplica al artículo “O’Neill y los descubrimientos del Mediterráneo”

En el número 363 de la revista digital BienMeSabe.org, del martes 26 de abril de 2011, figura un artículo escrito en parte por el Sr. Modesto Vera y en parte por el Sr. Antonio Henríquez Jiménez con el título “O’Neill y los descubrimientos del Mediterráneo” en el que, en relación con la conferencia que sobre Eugene O’Neill impartí el 28 de marzo de 2011 en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, se vuelcan una serie de expresiones descalificatorias sobre mi trabajo. Al tener conocimiento de ello, y en atención al lector que no haya asistido a la conferencia y que, por tanto, pudiera verse confundido por que se dice en dicho escrito, realizo las siguientes observaciones:

1. El título de mi conferencia fue “Eugene O’Neill en Las Palmas. Vida y obra, relación con la mar y estancia en Gran Canaria de un escritor atlántico”. No se ha tratado, por no ser su finalidad, de un trabajo historiográfico, es decir, el objeto de mi estudio no ha sido relacionar las veces que se ha mencionado la visita de O’Neill a Las Palmas, y quiénes lo han hecho, sino estudiar, aparte de otros temas, dicho viaje, utilizando las fuentes que he considerado más adecuadas para ello.

2. En mi conferencia en ningún momento he dicho, ni he dado a entender, que era yo quien daba la primera noticia de la estancia de O’Neill en Las Palmas, pues yo mismo tuve conocimiento de ello en esta ciudad, pero estoy seguro que quienes en el pasado han reseñado dicha visita, tanto aquí como en el extranjero, estarían satisfechos de que alguien haya ido más allá realizando un trabajo de investigación sobre el tema. En cualquier caso, la noticia de que O’Neill estuvo en Las Palmas era conocida públicamente en nuestra isla desde el 12 de marzo de 1931 cuando el periódico La Provincia publicó que el escritor estaba en Las Palmas y al lector avisado de entonces el nombre de O’Neill no le sería extraño pues un mes y medio antes se acababa de estrenar su obra Anne Christie en Madrid. ¿Cómo voy a atribuirme el dar la primicia de la estancia de O’Neill en Las Palmas si he sido precisamente yo quien he dado en mi conferencia el dato de la nota de La Provincia de 1931, proyectando además el recorte de prensa de dicha noticia? Además, a las personas con las que previamente hablé de mi conferencia, o les pedí algún dato para la misma, solía dirigirme diciéndoles “voy a hablar de O’Neill que, como tú sabes, estuvo en Las Palmas”. Algunos sabían algo, en general muy vagamente, y otros, la mayoría, me reconocían que no lo sabían, porque lo cierto es que la estancia de O’Neill en Las Palmas, aunque conocida, no había sido, hasta donde yo sé, estudiada a fondo hasta ahora.

3. Para la preparación de la conferencia sobre O’Neill, entre otro material, he utilizado gran parte de la bibliografía existente sobre la vida del escritor, empezando por la voluminosa biografía de Louis Sheaffer; la edición de las obras completas de O’Neill, así como diversas traducciones al español de las mismas, entre ellas las de León Mirlas; y varios estudios realizados sobre O’Neill y su obra. He visto asimismo la versión fílmica de la mayoría de sus obras llevadas al cine, varios documentales sobre el escritor y la versión teatral que de “A Electra le sienta bien el luto” hizo Mario Gas, entre otras. Además, he estudiado el contenido de la página web eoneill.com que es accesible a todos en internet, y que sé que desde el anuncio de mi conferencia ha sido consultada por varias personas, incluyendo las fotos que allí se encuentran y que, entre otras varias, algunas facilitadas por la Fundación Eugene O’Neill y por la Universidad de Yale, fueron mostradas en la conferencia.

Pero, además, he estado en contacto con el responsable del Eugene O’Neill Letters Project y he tenido acceso, gracias a la Fundación Eugene O’Neill de California a los telegramas que O’Neill envió desde Las Palmas, cuyos originales se encuentran en Tao House, telegramas de cuyo interesante contenido dí cuenta, mostrando algunos, en mi conferencia. Asimismo, también he obtenido de la Universidad de Yale, entre otros documentos, copia del diario de la esposa de O’Neill, Carlotta Monterey, de gran valor para conocer los pormenores del viaje de los O’Neill a Gran Canaria, así como del desarrollo del trabajo del escritor y de su estado de ánimo en esos días. De ello también di cuenta, verbal y gráficamente, en la conferencia. Igualmente he podido determinar los buques, y sus travesías, en que los O’Neill llegaron y salieron de Gran Canaria, y he podido aportar una fotografía casi desconocida del barco en el que salieron de la isla atracado tiempo después en el Puerto de la Luz. Asimismo he revisado la prensa local de cuando O’Neill estuvo en Las Palmas en 1931 y las reseñas del estreno de “A Electra le sienta bien el luto” en Nueva York en 1931 y en Madrid en 1965, así como de la representación de la Electra de Mario Gas en Las Palmas en 2005.

También he aportado antiguas fotos del hotel donde O’Neill se hospedó que, aunque algunas se pueden obtener de otras fuentes, las he sacado de postales, folletos y anuncios de mi colección particular, y me he puesto en contacto con la familia de los antiguos propietarios del Hotel Atlantic por si tenían alguna información adicional de interés. Finalmente, gracias al Centro de Educación a Distancia (CEAD) de Las Palmas, ubicado en el edificio del antiguo Hotel Atlantic, he podido localizar el lugar donde previsiblemente O’Neill se sacó las fotos allí, una de ellas publicada en Las Palmas hace muchos años, y que me fueron facilitadas por la Fundación Eugene O’Neill y mostré en la conferencia.

No creo pues que el contenido de mi conferencia, que aportaba gran cantidad de información novedosa basada en todas estas fuentes, pueda ser considerado una obviedad como se dice en el citado escrito y, desde luego, todos y cada uno de los datos que he aportado, como siempre hago en mis trabajos, están respaldados por la correspondiente constancia documental.

4. Por si no fuera suficiente la relación anterior de las fuentes que he utilizado para mi trabajo, he de decir que cuando lo que al final fue una conferencia era solamente un proyecto de artículo, la asesora y antigua presidenta de la Fundación Eugene O’Neill, Diane Schinnerer, me escribió diciendo que “es usted demasiado organizado recopilando material para un artículo”, ya que pensaba que mi requerimiento de información excedía lo que usualmente se solicita para un trabajo como el que yo estaba preparando. Asimismo, una vez dictada la conferencia y tras trasladar el contenido de mi estudio sobre O’Neill y la relación de los hechos de su estancia en Las Palmas a la Fundación Eugene O’Neill, que me los había solicitado, Diane Schinnerer, también secretaria de la Eugene O’Neill Society de la que soy miembro, acusó recibo de la, en sus palabras, “valiosa documentación” que les había enviado, para posteriormente decirme que “su trabajo es altamente profesional” (“your work is highly professional”). Esto se dice, repito, desde la Fundación Eugene O’Neill de Estados Unidos.

Por todo lo expuesto hasta ahora, el lector podrá darse cuenta que no tengo ningún motivo para avergonzarme del trabajo que he realizado, como se pretende en el escrito referido, sino, antes al contrario, estoy muy orgulloso del mismo.

5. Me parece muy bien la reproducción que, en el escrito antes citado, se ha hecho de algunas de las referencias en la prensa local a la estancia de O’Neill en Las Palmas, posteriores a la inicial, que dí en mi conferencia y que sin embargo no se cita, de La Provincia de 1931, aunque el contenido de aquellas es, a veces, erróneo, ya que se ve que su fuente, como bien se señala, ha sido León Mirlas y lo que éste escribe sobre la estancia de O’Neill en Las Palmas está equivocado en la fecha de la estancia. La referencia al viaje a España en 1930 en una carta de Mirlas a O’Neill es correcta puesto que, aunque entonces no vino a Las Palmas, O’Neill sí estuvo ese año en otras ciudades españolas, como señalé en mi conferencia. Para determinar el por qué Mirlas dio 1930 como fecha de la estancia de O’Neill en Las Palmas hay que tener en cuenta que en 1988 Mirlas vendió un lote de siete fotos de O’Neill con anotaciones de su esposa Carlotta que tenía en su poder, así como dos lotes de cartas de O’Neill y Carlotta dirigidas a él, al coleccionista Harley Hammerman, y que ahora, en la página web de este, eoneill.com, figura la foto que se cita en el escrito referido en la cual aparece O’Neill en Las Palmas con una anotación de Carlotta datando la misma en 1930.

Asimismo, como en el citado escrito se dice, reproduciendo un error, que la salida de los O’Neill de Las Palmas fue el 26 de marzo, he de señalar que ya en mi conferencia dije que la fecha de su salida fue el sábado 28 de marzo y que las escalas del buque fueron Casablanca y Tánger, por este orden, y no al revés, como ahora se escribe. Asimismo, la llegada de O’Neill a Paris fue el 3 de abril, tras trasladarse en tren a la capital francesa el mismo día de su llegada a Marsella, y no el día 4, como también se dice ahora reproduciendo otro error. Los datos obtenidos por mí para fijar las fechas anteriores proceden de las siguientes fuentes primarias: telegrama de O’Neill comunicando la fecha de salida, diario de Carlotta e itinerario del buque.

En mi trabajo sobre O’Neill no he referido los errores anteriores, sea los ya mencionados u otros que figuran en diferentes libros sobre O’Neill, ya que entiendo que sus autores han hecho lo que mejor han podido con los datos de que disponían y que han actuado con su mejor intención, por lo que me he limitado a acudir, como he señalado, a las fuentes primarias para fijar los hechos, ya que coincido con las palabras que figuran en el artículo citado de que “tenemos que huir de ser transmisores de errores, y eso se logra con una sería investigación”, que es, como se puede ver, la que he realizado. De todas formas, como toda obra humana, mi trabajo no es perfecto y por tanto sí es, como es lógico, susceptible de ser ampliado y mejorado, en lo cual me encuentro, y para lo que hubiese estado en la mejor de las disposiciones con los señores de Vera y Henríquez si éstos hubiesen optado por la vía de la colaboración y no, por desgracia, por la del enfrentamiento.

6. Por otro lado, coincido en que por parte de los responsables oficiales de nuestra cultura se debería hacer más por recordar a Eugene O’Neill y su paso por Las Palmas. Ese ha sido el motivo de mi apelación al respecto en el acto de la conferencia. Eugene O’Neill no tiene calle en Las Palmas, ni un busto o estatua que lo represente ni tampoco ha sido objeto hasta ahora de una distinción oficial. Pero afortunadamente, y precisamente a raíz de la conferencia y de mi sugerencia sobre el particular, el CEAD ha acordado colocar una placa conmemorativa en el edificio donde estuvo el Hotel Atlantic que alojó a O’Neill, iniciativa de dicho centro que es de reconocer y de celebrar.

7. Por último, aun lamentando profundamente la forma en que los señores de Vera y Henríquez han acogido el contenido de mi trabajo, confío en que, tras un análisis más sosegado del mismo, su actitud pueda cambiar y lo valoren de otra manera, ya que mi estudio no desmerece en modo alguno las referencias que otras personas hayan realizado previamente y que, además de tratar otros aspectos, amplia y profundiza para conocimiento de todos lo poco que se sabía sobre la estancia de Eugene O’Neill en Gran Canaria.

Manuel Mora Lourido

Jueves, 28 de Abril de 2011 a las 21:42 pm - valentin medina rodriguez

#02 Amigo Antonio:

Cada día te veo (y te leo) más en forma. Tu prosa va al grano: ejemplo de dominio de la lengua, con la cual castigas la ignorancia. Hoy se arma el taco cultural con cualquier cosa, que, rascando un poco, no pasa del mero oportunismo y de la mediocridad que nos rodea. En el trabajo de investigación no hay más secretos que el talento y la dedicación total; cabeza cultivada y voluntad a prueba de éxitos efímeros. Esa es la línea a seguir, el reto permenente.

Enhorabuena, una vez más, por tu aportación y el recuerdo intelectual de lo que otros han hecho.

Martes, 26 de Abril de 2011 a las 23:47 pm - José Juan Jiménez Vega

#01 A mi manera de ver, todo correcto. Sólo añadir que el edificio de ese Hotel Atlántico en Ciujard Jardín es actualmente la sede del IBAD (Instituto de Bachillerato a Distancia) y que, por tanto, sería prácticamente factible ponerse en contacto con la dirección de dicho centro para que gestionase , probablemente con la concejalía de cultura del Ayuntamiento, la colocación de una lápida que rememorase la estancia de O ¨Neill en Las Palmas de Gran Canaria.