En la opinión de este colectivo, la condición de Espacio Natural Protegido es del todo incompatible con su uso como parque temático, que es el modo en que se usa por la mayoría de las personas que suben a la montaña ese día. Se calcula que en la pasada edición subieron a la montaña en torno a 5.500 personas. Entre los impactos ecológicos que produce el masivo tránsito de personas (hay que subrayar que en los últimos años han subido hasta con caballos) los ecologistas destacan los siguientes:
- El ensanche del sendero, que en algunos puntos alcanza los 2 metros cuando debería de ser de 40-50 cm.
- El corrimiento del suelo al tratarse de piroplastos y cenizas volcánicas acumuladas en una pendiente muy pronunciada.
- La compactación excesiva en algunos tramos, que impide el drenaje natural del suelo, hecho que ha provocado la formación de varias cárcavas o cañadas de escorrentía tras lluvias torrenciales, que van desde el sendero hasta el pie, siguiendo la pendiente de la montaña.
- La erosión de la corona del cono, donde tras el pisoteo el viento fuerte y regular de la zona desplaza gran cantidad de material.
- Erosión del interior del cráter por pisoteo, perdida de vegetación y acumulación de arenas eólicas procedentes del impacto anterior
- Pérdida y deterioro de la flora singular de este paraje, que es de una tasa de reposición muy baja.
- Acumulación de desperdicios.
TABONA sigue argumentando que todos estos impactos se agravan en la zona que se ha tomado como de bajada de la montaña, y que constituye el principal atractivo para las personas que ese día suben hasta la corona del volcán. Esta bajada, que se hace como diversión en sí misma y que sólo se practica ese día, se realiza en la dirección de la pendiente a lo largo de toda la falda de la montaña, con lo que el deslizamiento de materiales es muy superior que el que tiene lugar en el sendero de subida. La cantidad de material desplazado con esta acción se cifra en miles de toneladas. Además se da la circunstancia de que debido a la concentración excesiva de personas en la cumbre, muchas se aventuran a explorar otras alternativas, con lo que ya son varios los “toboganes” de este tipo que se han formado en la montaña.
Con todo esto el colectivo ecologista canario considera que la situación, desde el punto de vista ecológico, es muy grave, pero -añade- que no lo es menos la seguridad de las personas que practican esta actividad sin control.
Guímar, 30 de agosto de 2010