Revista n.º 1069 / ISSN 1885-6039

Alienación Cultural Canaria.

Sábado, 20 de noviembre de 2010
Yeray Barroso
Publicado en el n.º 340

La realidad es patente cuando se acude a un centro educativo. Allí lo propio no existe, la pesonalidad canaria se aliena por completo. ¿Cómo no va a existir una cultura alienada que se convierte en desprecio incluso de lo propio?

Foto con colores trucada de Tindaya (Fuerteventura).

 

Antes de entrar en lo que realmente quiero expresar, me gustaría definir el concepto de alienación, para así ponernos más de lleno en la situación: si buscamos en la Real Academia de la Lengua el concepto de alienado, podremos encontrar en su segunda acepción que es un proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. En materia de trabajo, Carl Marx lo consideraba como una pérdida de personalidad de los trabajadores, como una pérdida de la verdadera identidad.

 

Aunque la interpretación de Marx no nos vale para la cultura, si cambiamos el concepto por pérdida de la personalidad cultural de un pueblo y, en consecuencia, desconocimiento de la identidad, sí que podría ser utilizada para la situación de este archipiélago; la segunda acepción que aporta la RAE es totalmente acertada y podría utilizarse literalmente con el tema que vamos a tratar.

 

El pueblo canario ha sufrido durante el tiempo una contradicción en su conciencia que ha hecho de él un global sin rumbo, un ente sin una idea clara de su situación en el mundo y de su condición dentro de él. Con ello, la personalidad cultural ha muerto casi por completo con el paso de los años y, aunque parezca que no, la crisis de identidad cultural, o lo que es lo mismo, la alienación cultural está haciendo que el pueblo se aculturice y pierda su ser natural.

 

Por naturaleza, el pueblo canario posee unos elementos que están ante nuestros ojos y esa impercepción de lo nuestro no nos deja ver dicha composición. Ello se ve muy bien reflejado en las reflexiones del ya fallecido psicólogo grancanario Manuel Alemán: ‎Existe una conciencia de lo propio, de lo canario, pero a la vez hay una neblina que no deja darnos cuenta de la realidad (...). El paisaje existe, la nebilna nos está impidiendo ver el paisaje. Es una conciencia neblinada, decía en una de sus conferencias acerca de la identidad canaria, que ya tan en declive estaba antes de los años 90 y que tan cerca del abismo está en la actualidad, y da en el clavo: el sentimiento canario está, pero está contradicho, no está claro y definido. Está completamente alienado.

 

Resulta que me entero el otro día de que la Fundación Mapfre Guanarteme realiza durante este tiempo una exposición sobre los juegos de inteligencia del Archipiélago, que posee uno de los mayores patrimonios del mundo de los mismos. Ante ello, no me queda otra pregunta que esta: ¿y no existe también el mayor desconocimiento del mundo de sus raíces? Yo no lo dudo, no puedo dudarlo, la realidad es evidente.

 

La evidencia posiblemente sea muy difícil de percibir por una conciencia alienada, también es cierto; pero la realidad es patente cuando se acude a un centro educativo. Allí no puedo más que quedarme perplejo en una clase de literatura o de lengua; allí lo propio no existe, la pesonalidad canaria se aliena por completo. Si esta personalidad no se muestra a nuestros jóvenes, ¿cómo no va a existir una cultura alienada que se convierte en desprecio incluso de lo propio?

 

Víctor Ramírez, en su discurso de ingreso a la Academia Canaria de la Lengua, ese órgano tan poco escuchado y tan poco conocido en estos siete peños, dejaba ya claro que si se te ha forzado a memorizar mentiras y amañadas mistificaciones, acabarás creyéndote algo que no eres y acabarás actuando contra ti mismo, y que el memorizar mentiras y mistificaciones, enajena, aliena. No se equivoca pues si el espejo del pasado está distorsionado y el del presente está equivocado, tergiversado, el del futuro será inexistente. Entonces, el grito de unos pocos sonará a chino mientras se rompen yacimientos arqueológicos o se trata de hacer “arte” con algo que ya lo es, como con la montaña de Tindaya. Un pueblo que no conoce lo que está en su tierra jamás podrá defenderla y, si también desconoce sus bienes culturales, más fácil será de engañar, de alienar, de hacer que pierda la personalidad que lo identifica.

 

Tindaya: El poder contra el mito de Jesús Giráldez Macía deja a las claras también la situación de desconocimiento o de creencia de lo que no es, además de clarificar la situación del pueblo canario: ahora dejamos ya de trabajar para los terratenientes, en la tierra que nos esclavizó. Pasamos a la honrosa categoría de camareras, limpiadoras, cajeras y reponedoras de hipermercados, peones de construcción…, y tampoco miente: lo canario importa tan poco que parece que los gritos nacen susurrados desde el pecho de un isleño, que no deja jamás de ser simple, mediocre. Parece que quien grita por el padre Teide que llora por su tierra es un loco, pero decía Mark Twain también que alguien con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa, y para que triunfe esta idea hay que trabajar mucho, pero debemos trabajar saliendo de la alienación para que el ser natural de Canarias llegue a todas partes, para que los niños sepan qué historia tenemos, qué importancia arqueológica y natural tenemos, qué importancia geográfica poseemos y que aprendan a decir a los cuatro vientos soy canario sin ningún complejo, sin modificar hábitos de habla o de sentimientos. Ser canario es un orgullo y eso hay que saber transmitirlo.

 

 

Foto de portada: detalle de la montaña de Tindaya con colores modificados

 

 

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