La puerta del Santuario de Las Nieves es la sorpresa anunciada: no importa saber qué va a aparecer tras la Misa de los Peregrinos si la imagen hace luz las pesadas espaldas: del día a día, del paso hasta La Encarnación, de llevar el Trono y vivir con la sensación en fe de que la Santa Nieves es portada en la cotidianidad con el reclamo, el recuerdo, el rezo o la invocación.
Y confirmado: la sorpresa es más sorpresa cuando por la puerta sale la Madre tras sus custodios; mucho más que cuando entra porque ahora va a bajar, a dar sentido y comprensión al nombre de las fiestas; a llegarse al pueblo, a los rostros personales y vivos de cada una, de cada uno; a ese poco más abajo donde se aprecia de cerca el corazón.
Por eso es multitudinaria la compaña de gentes de toda La Palma, de toda Canarias, de tantos mundos repartidos que vienen al encuentro de la Virgencita palmera de las promesas: ¡Viva la Virgen de las Nieves!, viva, vivita... y que viva tantos más por los pagos y pueblos por los que se desplaza, entre ayes, más vivas, voladores y también cansancio; viva, vivita, por viva en la fe en los pies por tan largo y pausado camino. Pero la Virgen lo merece, como decía una vecina de Santa Cruz, y todo sea por Ella.
Encuentros familiares alrededor de Ella, por La Dehesa, por El Planto; encuentros entre conocidos, encuentros propios de la fiesta convocada cada cinco; encuentros y más encuentros como el de la Virgen y la Capital otro lustro en La Encarnación, y pasarse a ver a sus fieles en los barrios, en sus calles, en ese deseo siempre mariano de palmeras y palmeros; o de romeros de mar o aire en peregrinación rememorativa constante de La Morenita. Este esfuerzo de camino no lo he hecho yo ni con mi Virgen del Pino, decía cariñosamente un grancanario. Y mientras, al llegar a La Encarnación nocturna, la ovación de nuevo era temblorosa, festiva, prometida... La Virgen deseada y esperada está en la ciudad, y nosotros dentro de ella...
Amplia galería fotográfica de la Procesión de la Bajada de la Virgen de Las Nieves 2010