Revista n.º 1070 / ISSN 1885-6039

El tradicional Diálogo entre el Castillo y la Nave.

Miércoles, 14 de julio de 2010
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 322

El domingo, en los actos de la Bajada Lustral de 2010, será la Loa de recibimiento a la Virgen de Las Nieves, con letra del dramaturgo romántico Antonio Rodríguez López (1836-1901), del que también es obra el homenaje al pasado naval de La Palma del Diálogo entre el Castillo y la Nave que se representará previamente.

Diálogo entre el Castillo y la Nave en 1930.

 

Los festejos con que se solemniza en los primeros años tan alto acontecimiento parece que fueron acogidos con general aceptación y aplauso, y repetidos en varios de estos periódicos traslados de la Virgen, pronto se incorporaron a su ceremonia y se hicieron también tradicionales. La fastuosidad barroca de aquel siglo de exaltación mariana recargó la fiesta con la pompa general de loas, autos, “enrames”, danzas y músicas. Pero la circunstancia isleña en tiempos de piratería, le dio la nota característica del aparatoso simulacro del Castillo y la Nave.

José Pérez Vidal

Diario de Avisos, 1945

 

Diálogo en 1900

 

 

El singular y emotivo Diálogo entre el Castillo y la Nave es uno de los actos auténticamente importantes y de mayor tradición y arraigo en el programa de festejos en honor a Nuestra Señora de Las Nieves con motivo de su Bajada Lustral. Tiene lugar en el momento en el que el solemne desfile procesional pasa ante el Barco de La Virgen en la mañana del Domingo de la Semana Grande. Se produce antes de que la Morenita haga su entrada en la calle Real y en el corazón de la capital palmera. En su lento desfile desde la parroquia de La Encarnación, extramuros de la ciudad, hacia la Matriz de El Salvador, su urna de oro es detenida por la Nave. Allí, una enorme multitud sigue atenta al desarrollo de esta escena en la que son actores las salvas de saludo que se disparan tanto del Barco como del Castillo, dos monumentos erigidos a ambos lados del Barranco de Las Nieves, justo en la entrada Norte de Santa Cruz de La Palma. Es en el interior de ambos donde se oyen las voces de los dos capitanes enfrentados, ataviados con indumentaria de época. Es una estampa de gran emotividad y espectacularidad que concita todo el interés y la atención de los miles de peregrinos que se arremolinan en dicha zona de la bella ciudad.

 

El día 8 de diciembre de 1814 se tiró el primer cañonazo en el Barco y en el sitio destinado para el castillo; concurrieron muchas gentes, y de una y otra parte estuvieron haciendo fuego casi toda la noche. Al domingo siguiente se trabajó en limpiar ambos sitios para poder fundar Castillo y Barco…; en toda esa tarde hubo muchos tiros de ambas partes y vivas a Nuestra Señora. Al siguiente domingo continuó el concurso del cañoneo y de la casa del mayordomo del Castillo llevaron a rastras un grueso cañón al cual dieron fuego frente al Barco y de el dicho contestaron con tres cañonazos, vivas y algazaras…

Anónimo de 1815

 

Antiguamente, a punto de iniciarse los festejos, la tripulación del Navío recorría la ciudad dentro de un falucho de madera y lona o papel, solicitando ayuda económica para las fiestas. La petición la formulaba en décima como las siguientes, que partían manuscritas en los primeros tiempos y después impresas:

 

Ya trémola la bandera
de la Nave y Batería
titulada de María
de Nieves, que se venera.
Quedan del recinto afuera
la Nave y el Fuerte en unión
con falta de munición;
la venimos a buscar
para poder alcanzar
de Nieves la protección.


Con votos del corazón,
cuando perdidos nos vimos,
a la Virgen le pedimos
áncora de salvación.
Salvó nuestra situación
de los abismos del mar,
y hoy venimos a implorar
de cristianos corazones,
para pólvora y cañones,
las perras que quiera dar.

 

Diálogo del Castillo y la Nave en 1920.

Momento de 1920

 

 

El autor anónimo de un manuscrito de la Bajada de 1815 -dado a conocer por don Jaime Pérez García, antiguo Cronista Oficial de la capital palmera, en la obra Descripción de todo lo que pasó…-, con gran sentido del humor, escribía lo siguiente:

 

… Día de Reyes, a la Ave María, hizo saludo real el Barco y a las 10 de la mañana, salieron a pedir los marineros con caja, bandera y pasavoz, muy encintados con chapa plateada en el sombrero y pañuelo en la mano; iban por todas las casas de los nombrados en el barco, a los cuales daban una décima o cuarteta diciéndoles el empleo que les daban y todos éstos daban el que menos un duro; concluidas las casas de los nombrados en el orol, seguían por las demás del pueblo (cuántos pedirían prestado para dar, ¿y cuántos se quedarían sin comer?). Por la tarde todos llegaron los dichos al Barco a tiempo que estaba el barranco lleno de gentes, se pusieron en fila, el Barco hizo saludo real y el castillo lo mismo, pero en la misma tarde se picaron Castillo y Barco para que uno tirara más cañonazos que el otro; era una risa gozar de las conversaciones de los apasionados del Barco y los del Castillo (…).

 

Se trata de la versión insular de los famosos desembarcos de Moros y Cristianos que, desde el Mediterráneo, pasaron a las costas americanas con escala en Canarias. Surgió en el siglo XVII en un momento en el que se hallaban muy en boga las representaciones populares de asunto marinero. Desde Levante hasta Brasil, estas manifestaciones se multiplicaban y se iban adaptando de acuerdo a la idiosincrasia, la particularidad de la zona, la festividad y la circunstancia local.

 

Sábado tarde, 10 de abril de 1875: simulacro de combate entre el Castillo de la Virgen y el Barco y una pequeña embarcación mahometana que representaba la Impiedad, combate que terminaba con la rendición de éste. Esa tarde: Bajada de la Virgen desde su Santuario a la iglesia de la Encarnación…
      Domingo, 11 de abril de 1875: procesión solemne desde la Encarnación hasta El Salvador. Diálogo alegórico entre el Castillo de la Virgen y el Barco. Se dice que el Barco hacía años que no se construía…

Programa de 1875

 

Ya en la Edad Media, tanto poetas como artistas han ensalzado las glorias de María, comparándola con una nave de salvación en el naufragio del hombre. En La Palma fue Poggio Monteverde el que escribió en 1705 una Loa a la Morenita, titulada “La Nave”, como ofrenda a su Bajada Lustral. Allí se alude a la Virgen como la Nave que trae el pan divino del cielo. En el transcurso de la misma, aparecen dos soldados (1 y 2) en dos baluartes con piezas de artillería y otros cuantos guerreros:

 

1.- ¿De dónde viene la nave?
2.- Del cielo empíreo.
1.- ¿De qué viene cargada?
2.- Del pan divino.
1.- Démosle el buen viaje
a la entrada felice
de nuestra nave…
Los dos y repetían todos.-
Démosle el buen viage
a la entrada felice
de nuestra nave.

 

Diálogo de 1930

 

 

El Diálogo de 1765, como nos informa Antonio Abdó -quien dirige junto con su esposa Pilar Rey la Escuela Municipal de Teatro de la capital palmera-, antepone a ese diálogo cuatro versos:

 

Soldado.- Ah, de la nave?
Piloto .- qué diría?
Soldado.- qué nave?
Piloto .- la nave de María.

 

El propio investigador palmero también nos aclara que incluso la letra del Diálogo correspondiente a 1810 se ve marcada por la influencia de aquellos versos:

 

Castillo: ¡Ah de la nave! ¡Ah de la nave!
Navío: ¿Qué dirá? ¿Quién invoca mi protección? ¿Quién me habla?
Castillo: ¿De dónde viene, qué cargamento trae? ¿Cómo se llama?
Navío: Vengo desde la gloria de pan cargado, me llamo vuestra amorosa y tierna Madre…

 

El autor anónimo del Diálogo de 1765 nos detalla el escenario que encuentra la Virgen a su entrada en la capital palmera:

 

... Prociguió las salves un navío que de piedra tiene fabricado el arte y primor de los devotos en el medio del / barranco, al qual, en las fuertes avenidas del ymbierno, no daña la furiosa corriente, antes sí, pasándole por ambos lados, queda ilezo en medio de su curso. Este dicho navío que será de 40 (…) estava enjarciado tan propiamente que el que no mirava su casco y sólo vía sus velas, podia sin duda afirmar que caminara velox por el soplo del Aura que soplava sus velas. Hizo salve al descubrirce la Virgen en el frontón referido, otra al entrar en el planto, otra a la salida, practicando lo mismo al entrar y salir de la encarnasión; y al pasar la Señora por él, habló desde un castillo que con igual primor se avía erigido en frente, un soldado, al que respondía el piloto del navío en esta forma (…) y Aviendo acavado con las salves que repitió el Navío y el castillo, pasó la Señora por entre los dos, dándole todos el buen viaje, y llegando a la cruz del Adelantado, salió a recivirla la nobilíssima Ciudad…

 

El diálogo continúa (como veremos más adelante) con las conocidas alusiones al Napoleón invasor.

 

Es precisamente en ese año de 1765 cuando, en el interesante relato de los festejos en honor de la llegada de la Virgen a la ciudad, se recoge de nuevo otro diálogo. En él, los primeros versos de alto y llamada ¡Ah, de la nave!, como nos recuerda Hernández Pérez, y las consiguientes preguntas de identificación son semejantes y recuerdan al diálogo del castillo y la nave en la fiesta de la Batalla de Lepanto en Barlovento. Como vimos, también la exclamación se repitió en 1810 y también en el diálogo de 1825.

 

Santiago Sebastián, en su obra Contrarreforma y barroco, nos indicaba que dentro de las alegorías marianas, una de las que obtuvo más éxito en la práctica pastoral fue la comparación de María con una nave; no es de extrañar que el Mariale sive de laudibus virginia Mariae, publicado en 1493, dedicando nada menos que trece páginas a explicar conceptos, dé siete razones por las cuales la figura de la nave encaja en la personalidad salvífica de María.

 

En la propia Loa a Nuestra Señora de Las Nieves, de 1705, de Poggio, el poeta también hace alusión claramente a la maternidad de María, cuando escribe que la nave viene cargada del pan Divino:

 

Versos 112 a 115:

… que lo que antes fue excelente,
fuerte torre de marfil,
que cada escudo fue mil,
es, siendo nave, una armada …

 

Versos 238 a 243:

… así, surcando el cristal,
los astros sus centinelas,
todo el sol tejió sus velas
con disposición tan una,
que fue su quilla la luna
de que la vemos calzada …

 

Diálogo entre el Castillo y la Nave en 1935

 

 

La Bajada de la Virgen no ha sido tan sólo una demostración de fervor palmero, un conjunto de importantes y curiosos festejos de arraigada brillantez; se ha erigido como reflejo de la condición insular -aislamiento, indefensión, vida marinera-; de la situación de las Islas; en el derrame de Europa hacia América; del carácter isleño; y, además, una revelación lustral de los cambios histórico-culturales; de las inquietudes socio-políticas; hasta de la situación económica de cada momento. Decía Henríquez Pérez, Primer Teniente de Alcalde y Miembro de la Comisión de Fiestas en 1955, que el impar Diálogo entre el Castillo y la Nave está muy enraizado en la entraña popular palmera por su recia tradición marinera, honra y castigo a un tiempo de su insularidad…

 

… el 16 de diciembre salió un bando para que todos los vecinos asearan las calles, albearan y pintaran las fronteras. En todo el espacio de tiempo que hubo de 3 de diciembre a 1 de febrero no se veían las gentes sino todas ocupadas en cosas concernientes a dicha celebración: los carpinteros labrando y ajustando piezas para el Barco y el Castillo, fustes, astas, espeques, ruedas y demás…

Anónimo de 1815

 

El Diálogo, junto a las Danzas coreadas de niños y el Carro Alegórico, entre otros, eran espectáculos que, desde muy antiguo, tenían su pública manifestación lustral. El primero tuvo efecto ininterrumpidamente con excepción del que hubiera correspondido a la Bajada del año 1860. Ocurrió que el Alcalde Sr. Pereyra no incluyó en el programa de actos, medida ésta que fue muy criticada por parte del pueblo con el consiguiente demérito para la autoridad municipal (Loló Fdez.).

 

DIÁLOGO ENTRE EL CASTILLO Y LA NAVE, 1840.

CASTILLO: ¡Frágil Nave y audaz! ¿Cómo te atreves
abordar al Castillo de las Nieves?
NAVE: Fortaleza, esperad, y vuestro duelo
Pasará del calor al frío Yelo.
CASTILLO: ¿Cuál es tu nombre, di, de dónde vienes?
¿y cuál el cargamento que contienes?
NAVE: Me llaman pura, cándida María,
Y de la Nazareth llego este día.
Vengo a traer la paz, paz a la tierra.
Y a destruir al monstruo de la guerra.
CASTILLO: ¿Dónde esa paz está, que el hombre anhela
Y siempre fugitiva se le vuela?
NAVE: En Jesús, el que viene aquí, a mi bordo,
la da al que a su voz no se hace sordo.
CASTILLO: Fondéate feliz, Nave dichosa,
Desembarca ese Rey, que nos endiosa
NAVE: Vedlo Niño en los brazos de María,
Respirando bondad, paz, alegría.
CASTILLO: Baja hasta medio palo mi bandera
Como señal de devoción sincera,
Y salude mi fuerte artillería
Al Hijo del Eterno y de María.
NAVE: Arría gavias hasta el tamborete:
Tremole la bandera y gallardete:
El trinquete cargad, o marineros:
Acérquense al cañón los artilleros,
Y el crujido del bronce con cordura
Rinda homenajes a esta Nieve pura.

 

Imagen de 1940

 

 

De esta forma, los festejos en honor a la Patrona Palmera no han sido sensibles solamente a las inquietudes artísticas, sino también a las históricas. Pérez Vidal poseía en sus archivos los diálogos de los años 1810, 1825, 1830, 1835, 1840, 1845, 1850, 1880, 1905 y uno de año desconocido.

 

Diálogo abierto en medio del barranco
María de Las Nieves,
Bocina al viento saludan dos imperios:
Silencio… Silencio… Silencio…
El mar y el viento…
Castillo altivo: Detener…
Y con fugaz manera preparan sus cañones,
Salvas que dan al viento como un fervor
De fortaleza.
Floreciendo la unión de María de las Nieves
En dos amores,
Frente a frente:
El Castillo y la Nave.

La Nave y el Castillo, Juan José Pérez Morera

 

En la conferencia leída en el Teatro Chico Municipal -“Terpsícore y Melpómene”- el 21 de junio de 1990, con motivo de la presentación del Manuscrito de la Bajada de la Virgen de 1765, el Cronista Oficial de la capital palmera, don Jaime Pérez García, decía: ... Y este escenario empieza en La Encarnación, donde se encuentra emplazado el Castillo de La Virgen, que tanta actividad despliega durante los festejos. La configuración actual de esta singular fortaleza se debe a la devoción de don José Gabriel Martín, que edificó a su costa la casa almacén que allí existe, construyó su terraplén y la dotó de los pertrechos necesarios para las funciones y salvas marianas. Don José Gabriel era natural de Los Llanos y vecino de Santa Cruz de La Palma, ciudad ésta donde se dedicó al comercio y donde logró una desahogada posición económica…

 

Al igual que sucediera con el Carro Alegórico y Triunfal, la letra del Diálogo ha recogido los sucesivos gustos literarios. En distintas épocas, distintos poetas lo escribieron, posiblemente por encargo de la Cofradía de Mareantes. Acerca del Diálogo de 1810 decía que, a pesar de ser uno de los más pobres e infortunados de forma, tiene el interés de referirse a la Guerra de la Independencia:

 

Castillo: ¡Ah, de la Nave! ¡Ah! ¡Ah, de la Nave!
Navío: ¿Qué dirá?¿Quién invoca mi protección?
¿Quién me habla?
Castillo: ¿De dónde viene? ¿Qué cargamento trae?
¿Cómo se llama?
Navío: Vengo desde la Gloria de Pan cargado;
Me llamo vuestra amorosa y tierna Madre.
Castillo: ¿Cuál es vuestro destino? ¿Quién os manda?
Navío: El que es mi conductor, es vuestro Padre.
Me manda visitaros cada cinco años.
Castillo: ¡Gran privilegio! ¡ilustre distinción!
Navío: Sí, vengo a traer la paz a la Nación:
mi amado Fernando, la Religión.
Castillo: ¿Quedará castigada la traición
del infame, del vil Napoleón?
Navío: Sí, contad con mi auxilio y protección.
Castillo: ¿Y cuándo abatirá España a este tirano?
Navío: Luego, él será confundido en este año.
Castillo: Todo lo esperamos de Vos, Señora
porque sois nuestra Madre y Protectora.
Navío: Y yo haré que se escriba esta memoria
en los fastos y anales de la historia.
Castillo: Entre, pues en nuestro puerto sagrado
la Nave en quien siempre hemos confiado.
Navío : Vuestra esperanza no será vana, porque
traigo en mis brazos la paz, la tranquilidad
la dulce calma.
Castillo: Siga por tanto la Nave de María
entre vivas y extremos de alegría.
Navío: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Castillo: Salúdela con devota alternativa
Tu tripulación, mi artillería.
Navío: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!

 

El Barco en 1950

 

 

El periodista palmero Ortega Abraham, en su Cita lustral con La Palma, informaba de que el navío de mampuesto, que se hallaba en medio del barranco de Las Nieves, según la tradición, fue construido por la cofradía de mareantes, la que cuidaba de su adorno y de adquirir la pólvora necesaria para las salvas, sufragada con las limosnas que solicitaban por las calles de la ciudad con ingenuas octavillas de verso fácil y ripioso.

 

El 11 de abril de 1880 tuvo lugar el Diálogo cuyas letras fueron dichas por: las del Castillo por José María Pérez Hernández y las de la Nave por Marcial Brito Lorenzo, siendo compuesto por Antonio Rodríguez López.

 

CASTILLO: ¡Silencio! ¡Silencio! ¡Ah de la Nave!
NAVE: ¡En facha! que se escucha una voz grave.
¡Carga mayores! Presto y á porfía
¡Las blancas lonas del juanete arría!
Braza mayor y gavias á estribor
y trinquete y velacho por babor.
CASTILLO: Repito: ¡Ah del bajel!
NAVE: ¿Qué voz me invoca
del fuerte altivo en la empinada roca?
CASTILLO: La voz del celo religioso y puro
que intacto guarda inespugnable muro.
Dime, pues, tu nombre Nave osada
que los vientos empujan á esta rada.
Al punto dí tu procedencia ignota
y el puerto que persigue tu derrota.
NAVE: Mi nombre; de mi patria el hemisferio,
y mi rumbo inmortal son mi misterio.
Rinde, pues de tu salva el homenaje
al augusto misterio de mi viaje.
CASTILLO: ¡Oh, nave audaz! No con palabras vagas
la voz de mi mandato satisfagas,
o el rayo de mi ardiente artillería
rasgará el pliegue de tu doblez impía.
NAVE: Refrena tu furor, piadoso celo,
que á romper voy de mi misterio el velo.
Vengo del polo, do la Nieve pura
con bella aurora celestial fulgura,
y en rumbo firme, impávida velera
fiel arrostrando la borrasca fiera
entre las olas de impiedad insana
camino al puerto de la Fé cristiana;
que soy, para que calmes tu porfía,
¡la misteriosa Nave de María!
CASTILLO: ¡Salve, Nave feliz! Toque tu quilla
de la ciudad de Santa Cruz la orilla,
y del pueblo Palmés para esperanza
en ella desde hoy más tu áncora afianza.
¡Salve! En señal de devoción sincera
descienda á medio palo mi bandera,
mientras con voz de artillería ruda
¡el celo religioso te saluda!
NAVE: El ancla preparad en el mar hondo
de la insondable Fé para dar fondo
¡Arría foques! ¡sienta gavias luego!
¡ y salude á este puerto nuestro fuego!

 

El autor del manuscrito de 1880 continuaba diciendo: a la llegada al barranco tuvieron lugar las salvas de costumbre entre el Castillo y la Nave, que se hallaba con todo el aparejo largo, y después de las maniobras de ordenanza, para este año estaba el navío como nunca, pues tenía todo su aparejo completo y la tripulación vestida al estilo de un buque de guerra; con las iniciales de María en la orla y en la camiseta, se dio el tradicional diálogo del Castillo y la Nave…

 

Las conocidas circunstancias de la Isla de La Palma, tercer puerto del Imperio; su gran tradición marinera, fruto del contacto con América y Flandes, justifican en todo la existencia de un Barco de piedra; justifican el “Diálogo entre el Castillo y la Nave” que prevalece en el programa de nuestras Fiestas Mayores (…) La Santa María actual, sustituye a viejo costero que cedió su paso al mejor emplazamiento del nuevo navío, que tampoco lo es tanto. En la Cuesta de La Encarnación, las blancas almenas del Castillo vigilan el mar de cada día, y darán el “alto” al Barco (…)

Luis Ortega, El Diálogo entre el Castillo y la Nave

 

1965

 

 

El profesor Jesús Pérez Morera, en las notas históricas redactadas para Descripción Verdadera… sobre la fortaleza de María, dice: el castillo que se armaba en el cerro de La Encarnación, era de piezas de madera. En 1820 se construyó el almacén, seguramente para custodiar los 21 cañoncitos de hierro y sus montajes, que había donado un devoto. En él una inscripción señala: «ALMAZEN DE PELTRECHOS DEL GRAN FUERTE DE LA AMABLE NTRA SRA DE LAS NIEVES. FEBRERO 1º DE 1820». Continuaba informando de que “el 31 de diciembre de 1844, hallándose en esta Ciudad el Señor Brigadier segundo cabo de la Provincia Don Marcelino Junquera, tuvo por conveniente disponer que los 21 cañoncitos de la propiedad de Nuestra Señora de Las Nieves, que existían en este almacén que lleva su nombre, fueran trasladados al castillo principal de Santa Catalina y que en cada quinquenio y con el objeto para el cual fueron donados, pudieran extraerse del referido castillo, a condición de volver a él acabadas las funciones (Archivo Municipal de Santa Cruz de La Palma, Estante 8, Legajo 145, Número 1). El citado almacén fue pasto de las llamas el día 19 de abril de 1982.

 

Pérez Vidal escribió en el Diario de Avisos, en edición especial con motivo de la Bajada de 1945, un artículo del que recogemos algunos extractos:

 

La Nave o Navío de la Virgen es de mampostería y se halla al extremo norte de Santa Cruz de La Palma, en la margen derecha del Barranco de Las Nieves, que por allí pasa. El Castillo se figura de madera sobre el lomo de la Encarnación, que se alza, enfrente, sobre la otra margen del mismo barranco. Cuando las fiestas se aproximan, se monta el Castillo, y se pinta, se apareja y dota de marinería la Nave.
     El día de la conducción de la Virgen a Santa Cruz de La Palma, al llegar la procesión junto al Navío, se coloca la imagen en la cubierta de éste y, hecho un solemne silencio, comienza “el diálogo”.
     El Castillo da el alto al Navío y le pide “su nombre y su destino”. El Navío contesta con vagas palabras e intenta desobedecer la intimidación. El Castillo, entonces, le amenaza con hundirlo, y el Navío, por último, manifiesta que conduce a la Virgen. Ante esta revelación, rinde homenaje a la fortaleza. Terminadas las salvas, hechas con viejos cañones de atacar por la boca, disparados por artilleros también viejos, quizá los de estos últimos años, supervivientes de Santiago de Cuba o Cavite, es desembarcada la imagen y se continúa la procesión hasta el templo.
     El Diálogo, que se entabla por medio de bocinas y que el cauce del barranco amplifica y repite, no es fruto de la improvisación del momento. Versos altisonantes de poetas locales de diversas épocas han dado, por el contrario, formas poéticas más o menos afortunadas a la piadosa conversación.

 

DIÁLOGO ENTRE EL CASTILLO Y LA NAVE

(Párase la imagen de la Virgen al llegar al barranco frente a la proa del navío, y después de oírse la imponente voz de “silencio” comienza el ya tradicional diálogo)

CASTILLO

Silencio… Silencio… Silencio…
El mar y el viento
suspendan a mi voz
su eterno acento…
(pausa)
Velera Nave, que la mar surcando
a este fuerte te vienes acercando.
No prosigas tu rápido camino
sin decirme tu nombre y tu destino.

NAVE

Castillo altivo: detener no quiera
mi rumbo hacia el Oriente tu voz fiera .
A ella, mi marcha sin parar, respondo:
qué altos misterios en mi viaje esconde,
y que a mi bordo una DONCELLA PURA
conduzco de simpática hermosura,
en cuyo corazón sacro y divino
de la raza de Adán nació el destino.

CASTILLO

No son palabras sin sentido y vagas,
mi intimidación severa satisfagas.
Tu nombre dí, bajel desconocido,
y por tu derrotero comprendido
o te hundiré en la mar junto a ese cayo,
de mis cañones el certero rayo.

NAVE

Tu furia enfrena, y de tus broncos rudos
conviértanse los rayos en saludos.
Y porque el rumbo de mi viaje amparas,
Yo me llamo la Estrella de los Mares.
Vengo de aquellos sacros litorales
donde reinan las Nieves inmortales,
cuya helada región alumbra y dora
nueva celeste boreal aurora.
Traigo a mi bordo al puerto palmesano
Un tesoro sagrado y soberano.
Traigo de Jericó la Pura Rosa,
de Palestina la Azucena Hermosa;
traigo el Cedro en el Líbano arraigado
y el Olivo pacífico y sagrado.
Traigo el Alto Ciprés, la Vid Pomposa
de la región de Engadi deliciosa;
la Oriental Perla, el Arabesco Aroma
y de Sión la Cándida Paloma;
cuyo Tesoro el cielo me confía,
pues soy la sacra NAVE DE MARÍA.

CASTILLO

¡Salve, Nave Feliz!, surque tu quilla
el mar que baña la palmesana orilla,
y mensajera de sin par ventura
el áncora en tus playas asegura…
Mientras mi pabellón rinde homenaje

(Bájase a medio palo la bandera)

A tu grandeza y deseado viaje,
Y el eco de mi fuerte artillería
Hace salvas a la NAVE DE MARÍA.

(Rompe el fuego y mándase la maniobra del Barco).

(Estas letras, que son las empleadas desde fines del siglo pasado, las escribió don Antonio Rodríguez López, y conservamos una copia del 28 de abril de 1895).

 

Este Diálogo es original del poeta romántico local y secretario del Ayuntamiento capitalino don Antonio Rodríguez López y estrenado, según Pérez Vidal, en 1885. Sin embargo, existe otra fuente documental, perteneciente al fondo de Antonino Pestana, conservado en El Museo Canario de Las Palmas, al que hace mención la periodista Hernández Pérez. Allí se recoge las Letras entre el castillo y la nave escritas por Antonio Rodríguez López, del año 1880. Esto es, un lustro antes. En él fue interpretada la parte del Castillo por José María Pérez Hernández, y la del navío por Marcial Brito Lorenzo.


Los viejos cañones que protegieron a la Villa del ataque corsario saludarán el nombre de María; la pólvora, en otros tiempos hostil, se derramará en nubes de incienso para servirle de aureola. El barco de piedra: exvoto monumental a un pasado marinero que nos honra enfilará su proa, guiado por el astrolabiodel amor, hacia los mismos horizontes de la fe…

«Pregón oficial de la Bajada de la Virgen, 1970» , Gabriel Duque Acosta

 

Fue tan popular que ha sido representado desde entonces sin interrupción, como homenaje al pasado naval de la isla y al patronazgo marinero de la Virgen Negra de La Palma, Nuestra Señora de Las Nieves.

 

Como novedad, el vate palmero Domingo González Plata, Bejeque, que viene interviniendo desde 1980 en esta representación, le ha agregado, finalizado el poema y después del último verso que recoge Pérez Vidal (“hace salva a la Nave de María”): “Artillero, ¡salvas de amor y pleitesía!” y continúa con las conocidas 21 salvas de cañón, con el popular grito y mandato:¡Artillero, saca la plomada al cañón!¡Fuego! (Hernández Pérez). El poeta confirmaba que esta orden ya se encontraba en el diálogo cuando empezó a participar hace veinticinco años y que al parecer fue introducido entre los años 1950 y 1980 por Juan Hernández Ramos (Juan Morriña), que hacía la voz de la nave.

 

Símbolo permanente de unos festejos, permanece varada a perpetuidad en las márgenes del Barranco de Las Nieves y en las proximidades de su desembocadura, esta nave de piedra y de renunciaciones, sólo viste sus galas marineras una vez cada cinco años, para recibir alborozada, a la Inmaculada Madre del Dios-Hijo, la Santísima Virgen de Las Nieves. (Antonio Pino. Diario de Avisos, 1945).

 

La última edición de 2005

 

 

A su término se ejecuta la maniobra del Barco (réplica de la carabela colombina de mampostería construida en 1940, que sustituía a otras anteriores) y salvas del Castillo (fortaleza permanente erigida en lo alto del margen izquierdo del barranco). Un Barco que evoca la pasión del palmero por el mar y los años difíciles de la emigración y que actualmente alberga el Museo Naval, una exposición permanente del glorioso pasado marítimo de Santa Cruz de La Palma, que continúa siendo marinera y pescadora. Ambos son espectadores de excepción de las Fiestas Lustrales y símbolos permanentes de la Bajada de la Señora.

 

 

GLOSA AL DIÁLOGO ENTRE EL CASTILLO Y LA NAVE

Una mañana soleada de un mes cualquiera de cualquier año del siglo XV, un navío singular y misterioso se acerca, con todo su velamen desplegado, al litoral de la actual Santa Cruz de La Palma, enfilando, decididamente, la desembocadura del hoy llamado Barranco de Las Nieves. No ostenta bandera, pendón ni gallardete algunos; su casco y su arboladura son de una blancura deslumbrante, tanto que los ojos atónicos el espectador isleño pueden quedar casi enceguecidos si los fijara en el bajel, que refleja los rayos del sol matinal, devolviéndolos al espacio, multiplicados infinitamente.
     La nave es intimada por los de tierra a decir su nombre, cargamento y destino, y he aquí que se produce entonces el hecho inaudito y maravilloso, verdadero ‘momento estelar’ palmero: del corazón mismo de la embarcación surgen tres palabras claves: María, Virgen, La Palma. Y en ese mágico instante las cumbres de la Isla se cubren con un manto de nieve. Ha nacido, por obra y gracia del Verbo, la devoción, el culto y el patronazgo de Santa María, bajo la bellísima advocación de Las Nieves, en esta isla canaria de La Palma. Luego, sí, llegarán los milagros, los exvotos, las ofrendas, las dedicaciones, la institución de la Bajada quinquenal, etc., pero el instante irrepetible ha quedado perpetuado en ese tradicional “Diálogo” entre el Castillo (los naturales intimantes y desconfiados) y la Nave (continente mariano).
     Los isleños de todo el mundo sabemos que las cosas siempre nos han de llegar de fuera, a través del mar, y vivimos eternamente esperando algo, tanto lo bueno como lo malo: la vuelta del hijo pródigo, la carta del ser querido, la visita del personaje importante, panacea de nuestros infortunios, los ataques de la piratería, la peste bubónica, la epidemia de gripe…
     Pero aquella primera mañana mariana de La Palma contempló el término de una espera de siglos, de una espera contra toda esperanza, de tener entre nosotros, protegida y arrullada por la música aérea de los pinares centenarios, a la Madre de Dios, que llegó como no podía ser de otra manera, desde el mar, no desde el cielo, porque el isleño todo lo espera del mar, y del mar recibió el regalo imperecedero de María que, graciosamente, quiso ser recibida como un pasajero más, a quien se le exige ser admitido en su destino.
     Así nació el prístino “Diálogo entre el Castillo y la Nave”, entre la Isla y María, Diálogo que no se ha limitado, ni se limitará nunca, mientras la Isla exista, a una literalidad lustral, sino que se vivifica cotidianamente, cuando la madre angustiada pide la curación del hijo enfermo, el marino agradece la salvación de aquel naufragio, la comunidad implora la lluvia o la extinción del volcán, o el ausente, a su regreso, se postra de rodillas ante Ella, para agradecer la felicidad del reintegro a su solar natal.

Manuel Henríquez Pérez

 

 

  

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