Esta escenificación teatral, que data de 1992, surgió con el objetivo de lograr que el Entierro de la Sardina recobrara el auge que había tenido en años anteriores. Para ello, recopilaron algunas tradiciones locales relacionadas con la brujería, como la creencia de que las brujas se podían transformar en burras para conseguir entrar en las casas de los campesinos y así poder realizar sus hechizos.
La escenificación comienza con la aparición de unas extrañas mujeres en distintos balcones y ventanas que se acicalan para salir al anochecer, algo que se consideraba de mal augurio. Una vez pasa la Sardina delante de ellas, se transforman en burras y se unen a la comitiva. Cuando llegan a la plaza las burras comienzan a encararse con un grupo de campesinos que inquietan por su extraño aspecto y deciden descubrir si se trata de las famosas Burras.
Es entonces cuando las burras recobran su aspecto de brujas y comienza el aquelarre. Su locura llega a tal extremo que incluso invocan al demonio, el cual aparece bajo la forma de una gran figura con cabeza de calavera, acompañado de numerosos diablillos. Las brujas bailan con los diablos llenando la plaza de un auténtico estrépito, hasta que se comienza a oír una música religiosa que indica la presencia de la Inquisición.
En ese momento hace su presencia en la plaza un grupo de frailes acompañados por un obispo. Al llegar a la puerta de la Iglesia el obispo lanza un exorcismo aclamando la ayuda del Arcángel San Miguel. Éste aparece en el cielo acompañado de varios ángeles, y se dirige a luchar contra el gran demonio. El demonio queda abatido en el suelo y entonces el obispo ordena la quema de las brujas en la hoguera, cuyas llamas también servirán para consumir las Sardina del pueblo.
Todos los días, desde las 18:00 hasta las 20:00 horas, los jóvenes trabajan de manera voluntaria en la elaboración de cascos, cariocas, ropa y demás objetos y complementos que serán utilizados el próximo 19 de febrero en la Plaza de San Pedro.