La imagen partió en procesión de la plaza de Bolívar hasta la iglesia de San Antonio de Padua, donde fue entronizada en una ceremonia religiosa presidida por el vicario Wilfred Gálvez Parra.
Numerosos feligreses se congregaron para dar la bienvenida a la Virgen, que entró en el templo al son de los tambores y bailes del grupo de Danzas Garoé del Hogar Canario Venezolano de Caracas y de los vivas a la Virgen del Pino. Desde el pórtico, las autoridades religiosas y civiles la guiaron hasta el altar para dar inicio a los actos religiosos y culturales.
El profesor Francisco González, un tinerfeño residente en Venezuela desde la década de los 50, leyó la historia de la Virgen con especial referencia a la devoción que sienten los isleños por la advocación del Pino.
Posteriormente, el padre Gálvez celebró la Misa Canaria cantada por la Rondalla Típica del HCV en una emotiva ceremonia en la que niños y jóvenes ofrecieron productos típicos, banderas de Venezuela... así como de los municipios Los Salias y Teror, en representación de la hermandad entre ambos pueblos.