Se suele perder de vista y de oído lo siguiente: si no se habla de un acontecimiento, de una persona o de cualquier realidad histórica; si no se realiza la memoria viva del pasado a través de una palabra actual o de un acto presente, esa vida sólo pervive en la primera persona de la piel de quien la vivió. Por eso es tan necesaria la memoria histórica ejercida desde los tiempos presentes, especialmente aquella que forma parte del itinerario de los que algunos llaman víctimas de acciones injustas que no se pueden olvidar, aunque sin victimismos. Como determinados pensadores del proyecto de investigación La filosofía después del Holocausto dicen, nos solemos negar a enfrentarnos con los interrogantes que nos llegan desde las víctimas, que piden reparación del daño, mientras nos estacionamos en una suerte de venganza que desea el castigo de los culpables. Sin embargo, desde el presente que mira al tiempo que viene de alante, quizás no sea este castigo lo más importante, sino aquella reparación. Y para ella, como decíamos, es necesaria una ética de la memoria que acoja en el presente vivo el recuerdo de determinadas injusticias que las leyes dan por zanjadas en sus archivos, incorporándolas (de cuerpo) a la memoria de la piel de nuestro tiempo actual que mira al futuro, puede que -como se suele decir- para que no vuelvan a repetirse situaciones similares, aparte de para sustituir indignidades machacantes por dignidades humanas de nuestra historia colectiva.
No otra cosa sino esta restitución fue la que impulsaba hace unos años el proyecto audiovisual La Memoria Silenciada de Cirilo Leal, David Baute y Jaime Ramos, unos reportajes televisivos que de isla en isla hacían un paseo pedregoso por determinados acontecimientos significativos de la Guerra Civil en Canarias. Los hechos de Sardina del Norte que hoy queremos recordar fueron los escogidos para la isla de Gran Canaria, y de esta iniciativa derivó la primera y única monografía sobre los hechos de aquel septiembre del 68: Los sucesos de Sardina del Norte. Notas para la historia (2005), publicación de Sergio Millares Cantero, Manuel González Izquierdo y del mismo Cirilo Leal Mujica. El silencio sospechoso se tornaba en ese momento voz de la rememoración dolorosa que intentaba responder a los hechos, volverlos a traer a la luz de los ojos de todos y de todas, reinterpretarlos o simplemente contarlos aproximadamente 40 años después.
Cala de Martorell en Sardina de Gáldar
Playa de Sardina desde Martorell
Los Sucesos
Hoy andamos colocando en nuestra memoria uno de los capítulos más importantes en Canarias de la batalla antifranquista, ese día de lucha que se ha bautizado como los Sucesos de Sardina del Norte. Se trataba de una asamblea organizada en la Cala de Martorell de Sardina de Gáldar, en la zona conocida como Barranco de Juan Delgado, por el Partido Comunista (PC) y las nacientes, en aquel momento, Comisiones Obreras. La idea era fomentar concretas movilizaciones en apoyo a los obreros de la empresa SATRA (Sociedad Anónima de Trabajos Alfálticos), que realizaba trabajos en la carretera del Norte y había dejado de pagar a sus asalariados. El PC se dispuso a apoyar a los trabajadores en esta injusta situación, y convocan dicha asamblea en el espacio nombrado bajo una aparente reunión familiar de unas 100 personas, entre las que se encontraban obreros, aparceros, familiares y unos cuantos militantes del PC en Gran Canaria.
A lo largo del día, y después de un previo aviso camuflado, se presenta la Guardia Civil cercando los alrededores del lugar, con el objetivo de terminar con la reunión y detener a los cabecillas opositores presentes. Lo que a continuación ocurre es que el grupo amplio de gente que allí estaba se opone a esa detención, y con una valentía meritoria se resisten uniéndose brazo a brazo. Entonces se dirigen a la cercana y conocida Playa de Sardina, y son frenados en ese momento por el abultado número de Guardias Civiles que hasta allí había llegado, entre los que se encontraba el Comandante Díaz Otero (bautizado como Comandante Rebote). Tras varios golpes recibidos en los cuerpos de los ya manifestantes, este mando dispara, hiriendo a dos de los opositores: Jesús Redondo Abuín y Lorenzo Felipe Vera.
Son detenidas alrededor de 50 personas, de las que 23 son acusadas en un Consejo de Guerra: tres quedarán libres de cargo y veinte de ellas condenadas a penas que iban de los once años a un año de prisión, por rebelión militar e insultos a la fuerza armada.
Aquellos días de triste tensión, las mujeres de los detenidos se encierran en la Catedral por el motivo vil de los sucesos, en un acto de protesta infrecuente en aquel momento en las luchas sociales conocidas. El encierro tuvo repercusión en muchos lugares, y los ya presos sin opción a nada fueron repartidos en cárceles de la Península por la mano bruta del Régimen.
Este es un resumen -frío- de lo que pasó: hay algunas teorías sobre cómo surgió la asamblea, diferentes ideas sobre qué supuso este hecho para el PC en Canarias, etc.; pero esto ahora, en un texto donde simplemente se quiere hacer memoria presente de un acontecimiento histórico donde la libertad de expresión fue reprimida, como era más que normal, pero en el que la gente se rebeló como acto valiente de lucha; digo que esas discusiones ahora no vienen a cuento…
De izquierda a derecha: los procesados José del Toro, Armando León y Antonio Naranjo con Cirilo Leal
15 de septiembre de 2010
Hoy, 15 de septiembre de 2010, día en que no he visto en ningún periódico un recuerdo de esta acción, vi bajar hacia la costa de Sardina del Norte a la Guardia Civil. No iría a la Cala de Martorell, pero a mí me dio por pensar que era posible que hasta allí fuera. Opté por bajar, a eso del mediodía, a ese espacio abierto sólo al mar donde ni un paso se escuchaba. Nada hay a día de hoy en la playa histórica que recuerde el hecho aquí narrado: ni monolito, ni placa, ni nada... Los callamientos revolotean por la costa: ni un ruido donde algunos quisieron, y lo hicieron con consecuencias, alzar la voz justa.
Días atrás me decía un vecino del lugar que no sabía nada de esos hechos; y otro hace un tiempo que allí murieron personas aquel día, cosa falsa como aquí hemos contado. El desconocimiento sobre los Sucesos es, como se ve, casi absoluto. La memoria viva de este hecho se muere en la más absoluta tapadura de boca, como regla general.
Es septiembre y Sardina está celebrando sus Fiestas Patronales. Próximamente se inaugurará un parque en el que se trabaja a todo marcha, con la supervisión política local, para que pueda estar abierto en el tiempo programado. Sin embargo, allá abajo, allá atrás en Martorell, tras el caminito que lleva allí rodeado de basura, tan sólo se encontraba hoy, como recuerdo de una voz alzada por la libertad, la vacía conmemoración de un lagarto bajo el sol del mediodía sobre algunos ecos de pistola.
El único presente hoy en Martorell
Foto de portada: detalle del frontis del libro Los sucesos de Sardina del Norte. Notas para la historia (2005), publicación de Sergio Millares Cantero, Manuel González Izquierdo y del mismo Cirilo Leal Mujica. Edtado por el CCPC, Gobierno de Canarias y CC.OO en 2005.