San Blas
El Patrón del municipio macense, el Glorioso San Blas -representado por tres tallas: una flamenca, una barroca y otra neoclásica- , era el protector de las enfermedades de la garganta, muchas de ellas producidas por la ingesta de estas aguas contaminadas o carnes en mal estado, amén de otras causas.
También las enfermedades del ganado eran consideradas como el producto de la acción demoníaca y se le daba lucha sin tregua a la enfermedad. Su muerte era el principio del fin para todos. Si la medicina no servía, cualquier cosa para detener su expansión era bien recibida, aunque fueran medios mágicos o sobrenaturales, a pesar de las expresas prohibiciones eclesiásticas.
Curiosamente, en Rusia se venera a San Blas como patrón de los ganados. Teniendo en cuenta que, por ejemplo, en el patrocinio de los santos, es San Saturnino el protector del ganado lanar o San Cornelio y Santa Brígida de Irlanda los del vacuno, Santa Ubaldesca o Santos Abdón y Senén los de la recolección de cosechas, San Jorge o San Mauricio Prueta los del trigo, San Eloy el de los veterinarios, San Guido el de la epizootia, Santa Dorotea la de los hortelanos, San Valdrico y San Medín los de los labradores, San Ramón Nonato el de los caballos, etc.13, al no haber proliferado estas advocaciones en La Palma, ha habido que echar a suerte, en algunos casos, entre las que aquí existían. Es probable también que la elección de estas advocaciones pudo estar motivada por las devociones personales de los primeros pobladores (como San Miguel y el Adelantado Fernández de Lugo), promesas, efemérides (3 de mayo, fundación de la capital palmera y onomástica de la Santa Cruz)… Tampoco hay que descartar la influencia de las actividades agrícolas y ganaderas del lugar de desenvolvimiento religioso del mismo.
No ha de extrañar que, en una zona con gran importancia ganadera desde la época prehispánica, las primeras advocaciones se materialicen en las figuras protectoras de San Blas en Mazo y San Antonio Abad en Fuencaliente, por ejemplo, cuyas respectivas fiestas tienen lugar a comienzos de año (17 de enero San Antón y 3 de febrero San Blas). Una tercera advocación, San Lorenzo, copatrón de Mazo, es santo muy venerado en España y cuya fiesta se celebra el 10 de agosto, mes de cosecha por excelencia. No tenemos constancia de ninguna vinculación de este mártir con la ganadería, sin embargo, durante las grandes fiestas que se celebraban en su honor, tuvieron lugar ferias y concursos de ganado.
San Blas de Mazo de estilo neoclásico
Según las hagiografías de San Blas, su patronazgo sobre los cardadores de lana está relacionado con los suplicios de su martirio, ya que antes de ser decapitado en el año 316, su cuerpo fue desgarrado con un peine de hierro. Su invocación como abogado de los enfermos de garganta se debe, al margen de su condición de médico de Sebaste (Armenia), a la curación milagrosa que se le atribuye a favor de un niño que se moría por atragantamiento de una espina.
El predominio histórico del ganado menor (cabras, ovejas y cerdos) es evidente en el municipio de Mazo sobre el ganado mayor (caballos, asnos, mulos y vacas). Tanto la cabra como la oveja y el cerdo eran especies conocidas por los aborígenes palmeros, mientras que las especies que conforman el ganado mayor serían introducidas por los nuevos pobladores. Un ejemplo representativo de estas cifras es que, a principios del siglo XIX, la cabaña caprina se cifraba en 4.960 cabezas, mientras que la caballar tan sólo en 30 ejemplares.
Una anécdota curiosa acerca del ganado asnal, recogida por don Rafael Díaz-Llanos y Lecuona, dice así: La burra pare a los doce meses, y aunque no produce nunca más de un pollino, se vio en el lugar de Mazo, de la isla de la Palma, año de 1797, el raro fenómeno de que una dio a luz un borriquillo y una borriquilla gemelas14. También en esos casos es recordado San Blas: … si logró sacarle la espina al niño de milagro, ¿cómo no va a sacarle a la burra dos burritos?
Así mismo, tanto San Blas -al que en ocasiones se le asigna el atributo de un animal salvaje o la cabeza de un cerdo-, como San Lorenzo, o incluso Nuestra Señora de Coromoto (cuyas fiestas eran celebradas por los venezolanos del municipio), eran invocados y recordados cuando se apreciaban daños y problemas ocasionados por el ganado en las tierras de labor, lo que motivó un permanente conflicto entre pastores y agricultores.
El ganado cabrío había venido siendo el predominante alcanzando gran desarrollo en algunas épocas. Según nos recuerda Don Cirilo Velázquez en su magistral trabajo sobre Villa de Mazo, el Ayuntamiento acordó para conservar el orden público, quietud y tranquilidad de los vecinos, tanto en orden á los Dueños de las haciendas, como á los amos de los ganados es el de mandar a levantar las correspondientes paredes a todos los confinantes con dehesas y caminos reales, así como a los que en algunas zonas a propósito tuvieran servidumbres.
En agosto de 1883 el cólera morbo obligaba a las autoridades de Villa de Mazo a tomar las precauciones de rigor y en reunión conjunta celebrada en el Ayuntamiento el día 9 de dicho mes, la corporación y la Junta Local de Sanidad determinaban: … se adopten las medidas convenientes á mantener en el mejor estado de salud de la población, máxime en la época presente que por consecuencia de los calores es propenso al desarrollo de las enfermedades, se proceda por los agentes de orden público á inspeccionar si las carnes que se consumen, se hallan en estado de descomposición principalmente las que se expenden al público... Es perjudicialisima a la salud las carnes de cerdos en esta época del año, se gestione lo necesario para impedir en estos meses la matazón de cerdos…15
La exportación de vino, malvasías y vidueños, principalmente orientada hacia el Norte de Europa, entró también en fase regresiva en el último tercio del período junto con el comercio del azúcar, que había unido en dulce matrimonio social a los dueños del dinero con los hacendados más poderosos durante el siglo XVII. La fuerte competencia americana hizo decrecer esta fuente de riqueza insular, perdiéndose también el protagonismo que la capital palmera había desempeñado en la centuria anterior. La crisis agraria se agravó en el XVIII por la sucesión de malas cosechas y muertes de reses, generando un estado de pobreza del que se hizo eco el historiador y polígrafo José Viera y Clavijo: El comercio, que había sido florido en otro tiempo, lo cual se dejaba ver en obras pías, casas, prendas, alhajas, había decaído tristemente.
San Blas de Mazo, de estilo flamenco
San Juan Bautista
En el Archivo Municipal de Puntallana, el Ayuntamiento de este municipio palmero acuerda solicitar la exención de algunos impuestos con los que se gravaban a los campesinos: Que se disponga la instrucción del oportuno expediente para justificar la casi nulidad de las cosechas de cereales, pinos, patatas y demás productos agrícolas para conseguir la condonación del pago de la contribución territorial.
La creciente importancia de la agricultura exigió algunas reglas y medidas para que los pastos y los sembrados quedasen definitivamente equilibrados. Se constituyeron algunas dehesas comunales destinadas a determinadas especies. Se reguló la vigilancia del ganado a fin de que no se destrozasen los cultivos y se procedió al amurallamiento de las parcelas. Una serie de reuniones de pastores o mestas tenían lugar periódicamente para tratar todos los temas concernientes a su organización. Las especies que conformaban la cabaña ganadera venían encabezadas por la cabra, cerdo y oveja. El ganado caballar y vacuno complementaba su aprovechamiento en la utilización como alimentación y de tiro.
Durante el siglo XIX proliferan en toda la geografía palmera las denominadas ferias. Comenzaron a instalarse en plazas públicas, pasando más tarde también a ocupar recintos cerrados acondicionados. No sólo se dedicaron a la venta de los productos agrícolas ganaderos, sino que era un punto de encuentro para todas las gentes del lugar, de la isla e incluso de los foráneos que la visitaban con curiosidad. Se preparaban carpas o templetes para los músicos con enramadas festivas, con iluminación (no eléctrica) de farolillos16.
Detalle de San Juan Bautista (Puntallana)
Es precisamente en ese ambiente festivo donde surgen los romances, las décimas y los verseadores, máximos exponentes de la poesía popular canaria, tanto improvisada oralmente como creada por escrito. Unos ejemplos de simpáticas décimas de Puntallana que, en honor del Patrón del pueblo San Juan Bautista, también se homenajea a la tercera edad: Yo vide un cangrejo arando/ un zorro tocando un pito/ de risa ha muerto un mosquito/ en ver un burro estudiando./ Un buey viejo regañando/ sentado en una butaca,/ y una ternera flaca/ que de risa estaba muerta/ por ver una chiva tuerta/ remendando una jamaca. Tampoco la ganadería se salva de recibir algunos versos: La feria era popular,/ placer de los ganaderos/ con sus ganados por los senderos/ venían a este lugar./ A vender, comprar, negociar,/ en el momento oportuno/ con preferencia el vacuno,/ después de clasificados/ con la obtención de ser premiados/ los más seleccionados.
Hasta 1965, en la Bajada de La Virgen, tenía lugar un concurso de ganado con importantísimos premios, en el que se costeaba el desplazamiento de todos los animales. Tampoco se celebra la feria ganadera de San Juan en el municipio norteño de Puntallana, una de las más importantes de la isla. La última que se recuerda tuvo lugar en junio de 1966, coincidiendo con las fiestas del Santo Patrón. Sin embargo, ya desde 1913, la feria anual de ganado había dejado de celebrarse con la espectacularidad de antaño.
Don Manuel Garrido Abolafia, en su excelente trabajo titulado Puntallana. Historia de un pueblo agrícola, recoge que antiguamente se llevaba el ganado a los baños de mar con finalidades médico-preventivas. Esta costumbre se remonta a los tiempos de los antiguos aborígenes, quienes parece que también la pusieron en práctica. Continúa narrando los orígenes de la feria en dicha fiesta, el veintisiete de noviembre de 1904: … vista la creciente importancia que tiene la ganadería en este término municipal, la Corporación en pleno decide, con muy buen criterio, crear una feria local de ganadería que habría que coincidir con la festividad de San Juan. Se dispuso de un jurado compuesto por el alcalde, fiscal municipal, juez y dos ganaderos elegidos al azar. En esta primera ocasión se esperaba destinar un total de setecientas cincuenta pesetas entre los diferentes premios convocados, distribuidos: doscientas, ciento cincuenta y cien pesetas respectivamente para el primer, segundo y tercer clasificado en la categoría de toros. Además ciento veinte, cien y ochenta pesetas a los tres mejores berracos presentados. El autor sigue narrando cómo en 1907 la Asociación de Ganaderos del Reino era la encargada de distribuir las cantidades consignadas por el Ministerio de Fomento para los concursos de ganados que se celebraban en toda España.
San Antonio del Monte
En nuestros días han perdurado cuatro ferias importantes, dedicadas fundamentalmente a la muestra de ganado. No sólo se acude a ellas para disfrutar de los desfiles de animales, de los arrastres con peso, de los concursos con premios en metálico, sino para otros actos que se aprovechan dada la concurrencia de los visitantes, por regla general, de carácter tradicional y popular, como la cata de quesos o vinos, verbenas o concursos de puntos cubanos, carrera de sortijas, cucañas, lucha canaria, carrera de burros con premio al último en llegar a la meta, cabalgata, procesiones, fuegos artificiales, concierto de música, etc.
Afortunadamente se sigue celebrando, durante las multitudinarias fiestas en honor de San Antonio del Monte, en tierras de Garafía, la Feria Insular de Ganado. Allí, entre el 12 y 13 de junio, onomástica del santo portugués, su imagen, junto a la de San Isidro Labrador -advocación eminentemente agrícola y ganadera-, es llevada en procesión a lo largo de un itinerario engalanado con magníficos arcos triunfales que forman una calle entre la concurrida ermita y el lugar donde se refugia el ganado. Junto a estos arcos es tradicional construir ventorrillos o mesones de palos y ramas de faya y aceviño.
Es una fiesta muy arraigada desde antiguo en el calendario festivo de La Palma. Tanto fue el fervor que se tenía con el santo franciscano que, tras el pavoroso incendio que sufrieron los montes garafianos en el que se destruyó la ermita de San Antonio en 1902, los vecinos rápidamente contribuyeron a levantarla y colocar en ella una nueva imagen, ya que la primitiva también fue pasto de las llamas, junto con la de San Roque y San Bernardo.
Este triste incidente es recordado aun en décimas y romances: Padre mío San Antonio/ óyeme cómo te llamo:/ si mi casa no se quema,/ ni mis cosechas de grano,/ voy de mi casa a la tuya/ de rodillas esmellado (?)18. También se observa la sutil ironía en otros versos: San Antonio se quemó/ es porque era de palo,/ pero del que estaba en el cielo/ pocos fueron sus milagros. En otra copla popular garafiana no podía faltar también la representación del Niño Jesús que el santo porta entre sus brazos. Según su hagiografía, sus compañeros frailes aseguraban que veían a Antonio con Jesús en brazos durante sus frecuentes éxtasis: San Antonio del Monte/ tiene un niñito/ que no come ni bebe/ y siempre gordito19. Irónicamente se comparaba al Niño, que estaba siempre repuestito aun sin comer, con las reses y el ganado que, si no se les alimentaba, no había milagro que los salvara de una muerte segura.
También era frecuente donar al Santo exvotos, que se colgaban en las paredes de la ermita, representando vacas, cabras, niños, piernas, brazos, etc. Por exvoto entendemos cualquier ofrenda o don, como estas figuras hechas de cera, que los fieles dedicaban a San Antonio de Padua, en señal y recuerdo de un beneficio recibido. Así, si el ganado estaba enfermo, venía la plegaria y la promesa después de la curación, y se llevaba el buey de cera que era devotamente colgado en la iglesia en agradecimiento. Desde 1539 hay constancia documental de la existencia de la primitiva ermita.
El obispo Don Alonso Ruiz de Virués determinó que la talla del santo pasara desde la parroquia del Monte a la iglesia de Nuestra Señora de La Luz en Santo Domingo, actual capital municipal de Garafía. Según el Alcalde constitucional de la capital palmera y cronista isleño, Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, el motivo fue porque en un lugar tan frío y montuoso, que cuando el sacerdote quería celebrar y decir misa no podía alzar la Hostia, si no era junto con la patena, porque con la humedad y frialdad la Hostia se doblaba y encogía… La gente decía que hasta el ganado se constipaba.
Por confusión, a este santo luso, famoso taumaturgo y predicador muerto en Padua (Italia) en el año 1231 a los 36 años de edad, se le ha representado con la llama, atributo de San Antón Abad.
San Isidro Labrador
Un resultado de la Reforma religiosa fue el dar singular solemnidad a las nuevas canonizaciones. Y los autos de canonización imponen, por decirlo así, la iconografía en las estampas conmemorativas. Tal fue, por ejemplo, el caso de San Isidro Labrador, Patrón de Madrid, canonizado en 1622. Vestido como los labradores castellanos de aquel entonces, haciendo manar una fuente con la azada mientras los ángeles conducen el arado tirado por bueyes, vendrá a ser como la iconografía oficial de este santo.
Tanto en la feria ganadera de San Antonio del Monte, como en la de Los Llanos de Aridane (coincidiendo con las fiestas patronales de la Virgen de los Remedios), y en las de Breña Alta (fiestas de San Pedro Apóstol), el santo común a todas ellas es, precisamente, San Isidro Labrador. En estas últimas fiestas del municipio breñusco, se celebra en el Recinto Ferial el Concurso de Arrastre. La feria ganadera se ha convertido en el signo de identidad de este término municipal, tan apegado a nuestras tradiciones.
San Antonio Abad
Este venerado santo ermitaño, guía espiritual de los monasterios de Egipto, muerto de edad centenaria y cuya fiesta es el 17 de enero, es considerado Patrón de los animales domésticos. En el municipio sureño de Fuencaliente de La Palma, su Patrón es invocado tradicionalmente como protector de los animales de labranza y del ganado. En otras épocas se le invocaba también para librar la peste de los animales, de ahí que se le represente con un cerdo a sus pies. Como en este caso, y como norma general, no exenta de excepciones, los atributos de respetable tamaño, como un gorrino, son representados en tamaño reducido, para que no estorben en el altar y no resten importancia a la imagen del santo. Son meros símbolos. No excede las medidas de un simple conejo con relación a la imagen del santo. Los atributos, en definitiva, son para conocer las imágenes, no para sembrar confusiones.
Desde el siglo XVI existía esta ermita, aneja a la de Mazo. Era lógico que sus vecinos, parroquianos de San Blas hasta su segregación en 1832, quisieran que su santo patrono estuviese representado en el retablo de la Virgen del Rosario (c. 1689), colateral del Evangelio. Viste manto y capucha de monje y porta en la mano izquierda el báculo de abad. Sobre el hombro del manto lleva la cruz en forma de tau, alusiva a su origen egipcio, y lleva colgado del cinto un rosario, que sirve para mostrar a los fieles su valor como poderoso talismán frente a las acechanzas del diablo y las enfermedades, tanto del hombre como del ganado.
En la preciosa ermita de San Sebastián de la capital palmera, hay una magnífica escultura de San Antonio Abad, procedente de Campeche (México), del siglo XVIII, y que vino a sustituir al otro que se tenía. Se le invoca para la curación de todo tipo de animales, incluso de ganado. Numerosas personas de la ciudad llevaban sus animalitos para que el Santo los bendijera y los sanara de sus dolencias. Normalmente, por vergüenza, llevaban los más pequeños ocultos en los ropajes. Un cerdito negro reposa junto a su pie izquierdo.
San Roque
Precisamente es en esta bella iglesia donde está también entronizado San Roque, traído de Cuba en el s. XVII, al que se le representa con otro animal. En este caso se trata de un perro que le lame la úlcera de su pierna derecha, un mal contraído durante su peregrinación a Roma. El can le traía comida hasta que un ángel lo curó. Murió en prisión en 1327. Se le invoca también para eliminar la toxicidad de las mordeduras de animales salvajes. Era frecuente encontrar, tanto en el Norte de España como en el Sur de Francia, las letras V.S.R. (¡Viva San Roque!) en las puertas de las casas y en los establos de ganados... para que no entrara la peste y otros males contagiosos.
San Martín de Tours
El antiguo patrón de los caballos era San Martín de Tours. En las iglesias y ermitas dedicadas a este Santo húngaro, había herraduras prendidas en la puerta: eran las ofrendas de los dueños, a modo de exvotos. En el interior de los templos llegaron incluso a ser de oro y metales preciosos. Es precisamente este Santo obispo, cuyo atributo llegó a ser después del Renacimiento una oca o pato silvestre (su fiesta, el 11 de noviembre, coincide con el vuelo migratorio de estos animales), al que, en ciertas comarcas es invocado contra las enfermedades de los animales domésticos.
En La Palma, desde el siglo XVI, la onomástica de San Martín marcaba el ciclo agrícola de la vid. El santoral católico señalaba los períodos contractuales agrarios en la isla. Mientras el arriendo de tierras de cereal lo marcaba San Juan, las del vino y vendimia lo marcaba San Martín .
En el ejemplar trabajo de la periodista palmera Mª Victoria Hernández sobre las tradiciones y fiestas palmeras, se cita una costumbre generalizada que consistía en regir la duración de los contratos y obligaciones por los ciclos festivos del calendario litúrgico y San Martín era uno de ellos. No se conoce a nivel nacional una celebración de este Santo relacionada con el vino nuevo, aunque sí con la matazón de cochino.
El escritor lanzaroteño Isaac Viera estuvo en la Isla Bonita a finales del XIX y fue testigo ocular de las celebraciones o Sanmartines, que ya se llamaban costumbres inmemoriales. Nos decía: el pueblo de La Palma tiene su hermosa noche de San Martín, noche de luz, de amor y poesía, porque corre la sangre de Cristo en los hogares, comunicando fuego pasional y vida al corazón21.
No existe en todo el territorio insular ningún San Martín de Tours al que hacerle alguna romería o procesión, aunque es uno de los santos más celebrados. En la noche del 10 de noviembre, en su víspera, se abren las bodegas para jurar las pipas y degustar los nuevos caldos y los añejos. Se hacen impresionantes hogueras donde se queman los muebles y objetos viejos y obsoletos. Los estudiantes se fugan de clase. Todos se unen a la celebración. Al festín se suma el pescado salado, el cochino a la brasa de carbón vegetal, las castañas, las hogueras, el sonido de los bucios mientras se cantan las populares coplas anónimas: Saran Martín/ tirin tintín/ fuego a la castaña/ y mano al barril…
Se aprovecha para hacer la matanza del cerdo, definido en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua como sanmartín. También es muy frecuente el dicho a todo cerdo le llega su sanmartín.
En definitiva, los patronos de las cosechas y ganaderías están relacionados con aquellos santos invocados a favor de la lluvia o contra las tempestades, sequías, pedriscos y plagas del campo. Cada comarca o lugar acostumbra a tener su abogado especial con motivo de venerar allí reliquias o de tener una ermita dedicada, como en la mayoría de las ocasiones aquí expuestas.
NOTAS
13. FERRANDO ROIG, Juan. Iconografía de los Santos. Omega. Barcelona, 1950. p. 47.
14. DÍAZ-LLANOS Y LECUONA, Rafael. Síntesis de la economía de Canarias. CSIC. Roel. La Coruña, 1953, p. 212.
15. Actas de Plenos. Sesión de 9 de agosto de 1883. Archivo Municipal de Villa de Mazo.
16. HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La Palma. Las Fiestas y Tradiciones. CCPC. La Laguna, 2001. p. 186.
17. HERNÁNDEZ CONCEPCIÓN, María Candelaria. Poesía Popular de La Palma (Municipio de Puntallana). CCPC. La Laguna, 1999. p. 14.
18. PÉREZ VIDAL, José. El Romancero de la Isla de La Palma. Excmo. Cabildo de La Palma. Madrid, 1987.
19. HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. op.cit. p. 192.
20. HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. op.cit. p. 196.
21. VIERA, Isaac. Costumbres Canarias. Imp. y Lit. A. J. Benítez. Santa Cruz de Tenerife, 1916.