Revista n.º 1065 / ISSN 1885-6039

“A don Quijote”, de Domingo Rivero. Alguna nota sobre sus primeras apariciones en medios de comunicación, y sobre dos publicaciones en libro.

Viernes, 18 de septiembre de 2009
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el n.º 279

Don Domingo Rivero “tiene el honor de despreciar la gloria”, como Campoamor; pero, ¿quién no conoce sus extraordinarios méritos de hombre intelectual? Algún día, tal vez pronto, tendremos el gusto de ponerlos de relieve, aunque se agravie su modestia.

Domingo Rivero en un retrato de Antonio Padrón.

 

 

El poema lo he encontrado publicado por primera vez en la página 4 de la revista El Apóstol, dirigida por Francisco González Díaz (Año II, n.º 63, con fecha de 30 de mayo de 1912), bajo el título “A DON QUIJOTE”. El soneto, o sonetillo, presenta las estrofas separadas. Sólo se encuentra sangrado el primer verso del poema. En la página 7 se hace referencia a la publicación de este poema y a un fragmento de los hermanos Millares, dentro de un apartado llamado “Noticias”:

 

Gala de este número de El Apóstol son el fragmento del nuevo drama de los hermanos Millares que damos a conocer a nuestros lectores (pp. 3-4: “Un pedazo de cielo”), y el magnífico soneto A don Quijote, de don Domingo Rivero, que también publicamos.

El primero forma parte de una obra dramática que será de lo mejor de sus insignes autores; el segundo es una composición bellísima.

Don Domingo Rivero “tiene el honor de despreciar la gloria”, como Campoamor; pero, ¿quién no conoce sus extraordinarios méritos de hombre intelectual?

Algún día, tal vez pronto, tendremos el gusto de ponerlos de relieve, aunque se agravie su modestia.

 

 

Luego aparecerá en la revista tinerfeña Castalia (Santa Cruz de Tenerife, nº. 6, 14-II-1917), hecho que recoge Eugenio Padorno en su monografía sobre el poeta (p. 332).1 No presenta la revista tinerfeña las estrofas separadas; sangra los versos 1, 5 y 9. La puntuación es idéntica a la de El Apóstol, salvo la errata de la coma al final del verso 8, que aquí se subsana con un punto.


Un año más adelante, lo vemos en El Día de Las Palmas de Gran Canaria (18-IV-1918, jueves, p. 5), bajo el rótulo “Poetas canarios”, y titulado “A don Quijote”. Esta versión presenta las estrofas separadas y sus primeros versos sangrados.


El mismo día aparece en La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria (18-IV-1918, p. 1), bajo el mismo rótulo y título, y con las mismas características que en El Día.


Más adelante, lo encontramos en el Diario de Las Palmas (14-XI-1922), bajo el mismo rótulo y título señalado. Al pie, aparece: “Las Palmas, 1922.” Esta versión sólo sangra los versos 1, 5 y 9, como en Castalia; no hay espacio entre las estrofas.

 

 

Según Eugenio Padorno, en el manuscrito consultado por él, se encuentra la fecha de 1910. En otro manuscrito que he alcanzado a ver, propiedad de la familia Rivero, no aparece fecha, y viene titulado como “Don Quijote”; tiene sangrados los versos iniciales de las cuatro estrofas; los versos 7 y 8 vienen encuadrados por los signos de la exclamación; y no está firmado.


Presento la versión de El Apóstol:

 

                     A DON QUIJOTE

                     Nunca afán más generoso
                    alentó en humano pecho:
                    luchaste por el derecho
                    de lo feo a ser hermoso.

                    De tu caballo la huella
                    aún blanquea en la llanura,
                    que el fulgor de tu locura
                    puso en tu lanza una estrella.
2

                    Su luz al poeta guía.
                    Jamás de la poesía
                    llegará a la cumbre suma

                    quien no lleve algo, potente,
                    de tu locura en la mente
                    y de tu lanza en la pluma.

                    D. RIVERO.

 

 

Padorno caracteriza el poema como “inequívoco símbolo regeneracionista de un don Quijote generoso, dinámico y mesiánico, de indudable factura unamuniana.”


Con ocasión del quinto centenario del Quijote, celebrado no hace poco, en el 2005, el poeta y profesor Luis García Montero dio a la luz pública el libro La poesía[,] señor hidalgo. Antología de Poemas Cervantinos3. Los poemas se presentan, no por orden de escritura o aparición en el tiempo, sino por orden de autores, desde los de más edad hasta los más jóvenes (salvo el primero y el último, Rubén Darío y Jorge Luis Borges). El primer poeta presentado, después de Darío, es el aruquense de hecho, pero guiense de derecho, Domingo Rivero González (1852-1929), precisamente con el poema “A DON QUIJOTE”. Allí aparecen los poetas más conocidos del siglo XX español.


En el conjunto de los autores que el libro presenta, Domingo Rivero es uno de los que se encara con don Quijote, a quien tutea (podemos contar nada menos que seis elementos de segunda persona en estos escuetos catorce versos), con toda naturalidad, como si fuera un interlocutor de todos los días. También lo hace Unamuno, y Antonio Machado, y Enrique de Mesa, y León Felipe, y Alfonso Camín (que, al igual que Rivero, alude a la lanza y a la locura, en otro soneto en octosílabos). Otros de los autores presentados se dirigen en segunda persona a Cervantes (Gerardo Diego y Pedro Garfias); a Sancho lo tutean Pemán y Gabriel Celaya.


De todos es conocida la fobia de Domingo Rivero a ver sus versos publicados, entre otras razones, por el miedo a las erratas de imprenta. Las veces que cité al principio de la nota la aparición en público de este poema, no presenta ninguna errata, salvo la coma del verso 8 de El Apóstol; sí algunas diferencias en el modo de presentar las estrofas del soneto en octosílabos y en los sangrados de sus respectivos primeros versos, o el acabar el verso 8 en puntos suspensivos las versiones de los periódicos de Las Palmas de Gran Canaria, La Provincia y de El Día, que parece se pusieron de acuerdo para publicar el poema el mismo día; o las exclamaciones citadas de una de las versiones manuscritas.

 

El poeta en 1872 (Fotógrafo: John Javez Edwin Mayall). FEDAC

 

 


En una antología de Domingo Rivero publicada no hace mucho en estas Islas, no se escapó el poeta de la oportuna errata, que parece le perseguirá por siempre. Tampoco falta ésta aquí, en la Antología de Poemas Cervantinos. En esta ocasión son tres erratas que habrían hecho estremecer al poeta. La primera, la más sonada, es confundir la secuencia “a ser” por el verbo “hacer”, un caso de homonimia fónica muy común en el español llamado meridional. Esta errata ya aparecía en el libro de Jorge Rodríguez Padrón Domingo Rivero poeta del cuerpo (1852-1929). Vida. Obra. Antología4. El cuarto verso aparece como “de lo feo hacer hermoso”, cuando en todas las versiones el texto dice: “de lo feo a ser hermoso”, que, además, es lo que pide el sentido común5. La segunda y tercera errata de la Antología de Poemas Cervantinos consisten en acabar en punto el verso 11, y, consiguientemente, en comenzar con inicial mayúscula el verso 12.


En otros varios poemas, alude Domingo Rivero explícitamente a Don Quijote. Lo cita en el poema “Inversar”, donde recoge también la idea de la “locura”. Véanse los versos 37-48:

 

                    Y más que en el lago en calma
                    la realidad se embellece,
                    cuando, invertida, aparece
                    en lo profundo de un alma.
                    Así es como Dulcinea,

                    pobre y zafia labradora,
                    en el alma redentora
                    de don Quijote, es idea.
                    Con frecuencia se asegura
                    –lo dijo un griego el primero–
                    que no hay genio verdadero
                    sin ráfagas de locura.

 

 

Y los versos 85-96:


                    Ser torpe el intento pudo;
                    pero, al buscar expresión,
                    risueña la inspiración

                    acude, y el labio rudo
                    pone en la palabra fresca,
                    –ocaso a un tiempo y aurora–

                    la virtud alentadora
                    de la burla cervantesca.
                    Palpita, en la voz que brota,
                    del Quijote el pensamiento:
                    ¡parece que el firmamento

                     azulea en una gota!

 

 

Don Quijote es citado también en el poema sin título, inédito hasta que Eugenio Padorno lo exhumó con el número 63 en su Domingo Rivero. Poesía completa. Ensayo de una edición crítica, con un estudio de la vida y obra del autor (Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1994) y en las ediciones sucesivas de la obra de Rivero, ampliadas, bajo el título Domingo Rivero. En el dolor humano (Poesía completa), editadas por el Excmo. Ayuntamiento de Arucas (1998, 2002 y 2008). Dice el poema:

 

                    Don Quijote no dio un paso
                    en la tierra con ventura,
                    y coronó su locura
                    con la palma del fracaso.

                    En eso el vigor interno
                    está del libro inmortal:
                    realizado, el ideal
                    muere; vencido, es eterno.

 

 

Aparece, de nuevo, la figura cervantina, en otro poema, también sin título e inédito, hasta que Padorno lo sacó a la luz, con el número 86, que dice:

 

                    En nuestra literatura
                    los versos de doble ancho
                    recuerdan por la figura
                    más que a don Quijote, a Sancho.

 

 

Aprovecho estas notas, para acabar expresando una evidencia de nuestro mundillo cultural. Apunté arriba que Domingo Rivero nació en Arucas, de lo cual se ha sentido orgullosa esta ciudad, dando muestras fehacientes de ello; pero que fue guiense de empadronamiento, según está calificado por la investigación más solvente. El hecho de nacer en Arucas fue debido a la decisión de sus padres, temerosos de un eventual rebrote de la epidemia recién padecida en la región, además de para contar más de cerca con la asistencia de la casa de los abuelos maternos. Repuesta la reciente madre del trance, retornó con su retoño a Guía, donde Domingo Rivero vivió su niñez hasta los doce años, en que pasó a residir con su familia en Las Palmas. Por lo tanto, todas sus primeras experiencias vitales a aquel ambiente y a aquella sociedad guienses hay que referirlas. Ya se han estudiado con acuidad esos ecos en su poesía, y, verdaderamente, son importantes.


Sabemos que la familia del poeta ha estado interesada en ofrecer al Ayuntamiento de Guía cierta cantidad de dinero para adquirir la casa donde habitó la familia Rivero, con el fin de dedicarla a “Museo Domingo Rivero”. Si no prosperaba ese objetivo, seguiría la familia ofreciendo dinero para preparar otro inmueble con la misma finalidad, llamándose “Casa de la Cultura Domingo Rivero”. El Ayuntamiento de la ciudad norteña ha dado largas al asunto, optando, como hemos visto durante el mes de agosto, por prestar su apoyo al ensalzamiento de otro hijo de Guía, dejando en la sombra a este reflexivo, hondísimo y parco poeta llamado Domingo Rivero González. También en Guía se ha creado el Premio de Poesía “Poeta Bento”, ya por la segunda convocatoria, personaje al que le cae muy ancho el calificarlo de “insigne poeta”, ante la figura, por ejemplo, de Domingo Rivero. Esperemos que el reconocimiento a Domingo Rivero como guiense con muchos valores que imitar no se quede solamente en la placa colocada hace años en la fachada de la que fue su casa.


Guía ha hecho su elección. ¡Que sea para bien! Ojalá todos los canarios, no sólo los guienses, conozcan las obras de las tres personalidades aludidas en esta nota.

 

 

 

 

 

Dibujo de Portada: Antonio Padrón.

 

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1. Es la segunda aparición de un poema de Rivero en esta revista. Ya había aparecido, en su n.º 2 (14-I-1917), el poema “A Tomás Morales”; en el n.º 13 (10-IV-1917), se publicará “De la ermita perdida”. Hay que decir que esta revista se nutrió sobre todo de textos que ya habían visto la luz pública años antes en otras publicaciones, sin indicarlo, y, en especial, en El Apóstol. Este hecho ha llevado a algunos investigadores a dar como aparecidos aquí por primera vez textos de escritores canarios que ya habían salido mucho antes.

2. En la revista: coma; la inicial siguiente es mayúscula, por lo que hay que considerar errata de imprenta.

3. Madrid, Visor Libros, 2005.

4. Madrid, Editorial Prensa Española, 1967.

5. Por cierto, al pie del poema, que se publica en la página 236 del libro de Rodríguez Padrón, aparece, entre paréntesis: “Publicado en ‘Labor volandera’. Las Palmas, 1932.” Resulta que en el libro de Jordé no se encuentra dicho poema. Sí parece que puede aludir a él en la página 247: “Escribió también don Domingo Rivero, delicados madrigales, sentimentales rimas sobre diversos temas, poesías simbólicas, cantos a Don Quijote, etc., etc.” El título del artículo de Jordé en el libro es: “D. Domingo Rivero González. El hombre y el poeta” (pp. 236-247).

 

 

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