Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

Retazos de tradición: Los corpiños.

Domingo, 14 de junio de 2009
Manuel Acosta González
Publicado en el n.º 265

Las cosas antiguas tienen un contenido mágico por lo que representan y un modo muy especial de cómo surgieron y la utilidad que el hombre les ha dado en el momento en que fueron creadas. Después de ir tanto tiempo de un lugar a otro preguntando por las prendas de vestir, tuve la suerte de dar con algo que me emocionó; ese algo fue cuando pusieron ante mis ojos una prenda tan bonita como es este corpiño antiguo.

Corpiño.

Lo primero que me llamó la atención de esta prenda fue el colorido de los bordados y el tejido de terciopelo. No siempre se tiene la oportunidad de encontrar prendas antiguas en tan buen estado de conservación. En este caso se puede aplicar el proverbio chino que dice: «Más vale una imagen, que mil palabras». Por lo que se deduce que, teniendo prendas como éstas, sabremos en realidad cómo era la vestimenta del pasado, materiales empleados, colorido, forma y confección, sin necesidad de recurrir a grabados o dibujos de difícil interpretación y, por consiguiente, muchas desventajas, ya que los que pintaron estos grabados no eran artesanos de ninguna de las artes del bordado, tejido o confección, y así su punto de vista era meramente plástico y colorista.

Encontrar piezas auténticas, como este corpiño, permite a los artesanos saber con exactitud la verdadera dimensión de esta prenda tan necesaria para resaltar el busto y talle de la mujer canaria.

Mantengo la opinión de que se deben rescatar todas las prendas antiguas, como en el caso de este corpiño, para que sean expuestas en un museo etnográfico, como es normal en cualquier lugar del mundo y no presentando prendas de reciente confección, que no expresan muchas veces la realidad, al no estar expuestos los originales de donde fueron copiadas las prendas que con tanto rigor se suelen exponer como auténticas. Todo esto da lugar a interpretaciones un tanto peregrinas y gratuitas, incluso de quienes se hacen llamar investigadores de estos temas.

Corpiño tradicional de Manolo Acosta.
Corpiño original



Después de consultar a varias artesanas del bordado sobre los dibujos de este corpiño, he llegado a la hipótesis de que las figuras representadas no son flores, ya que carecen de hojas, porque tienen más parecido a plumas de aves, como las del pavo real por su forma y colorido. Se dice por tradición oral que los calados que hoy conocemos los introdujeron en Canarias unos frailes franciscanos que procedían de Oriente, enseñando a las mujeres canarias para que esta labor artística les sirviera de entretenimiento. Pues de la misma manera que llegó el calado, no es de extrañar que los bordados hayan sido introducidos en la misma época. Posteriormente he tenido conocimiento de unas religiosas de clausura y tuve la oportunidad de comunicarme con ellas por vía telefónica para consultarles, ya que eran especialistas en bordados, enviándoles una fotocopia a color de la prenda en cuestión, recibiendo la contestación de que para ellas este tipo de bordados era conocido, llamándole bordado de plumas, teniendo su origen, según ellas, en Persia ya que en ese país el Pavo Real es el ave Símbolo Nacional. Si observamos las fotos veremos que el bordado quiere simular la cola de este ave cuando está abierta. Por lo que doy las gracias a esta comunidad de religiosas por los datos que me aportaron para este trabajo, paz y bien.

Lo cierto es que está hecho a mano, el tejido es de terciopelo de color granate, forrado en hilo de color azul y ribeteado con una cinta de hiladillo de color amarillo paja. Como se puede ver en la foto, está realizado en una sola pieza, aunque le faltan las asillas que por desgracia han desaparecido al ir separadas de esta pieza. En la parte delantera, como se puede apreciar, lleva diez ojetes en cada lado, hechos a precilla con hilo a punto de ojal. Los dibujos están realizados con hilos de diversos colores, con puntadas de relleno, matizando un color dentro de otro de gran vistosidad.

Quisiera dar las gracias a doña María Luisa Socas Díaz por el gesto que ha tenido, prestando una prenda tan valiosa y primorosa, guardada con tanto cariño y respeto por lo que representa en la casa de la Marquesa de las Viñas de Garachico en donde trabajó durante largos períodos como modista; no dudó en ningún momento en hablarme de los años que tenía esta prenda, calculada en unos ciento cincuenta años. Y a doña Luisa le pareció buena idea que se pueda mostrar a través de la prensa este «Corpiño», para general conocimiento de quienes se interesan por las costumbres del pasado isleño.







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