Esta harina típicamente canaria, cuyas bondades nutricionales la han llevado a numerosos países de América y Europa por la gran demanda de millones de turistas que la han conocido durante sus estancias en las islas Canarias, también es un elemento recurrente a lo largo de la historia, ya que tanto en las Crónicas como en los escritos producidos en las Islas siempre aparece ocupando un lugar destacado.
Desde las épocas de hambruna hasta la actualidad, tiempo de excesos y de abundancia, la producción de gofio ha sido constante, omnipresente en las mesas de todos los estratos sociales como fiel acompañante de los platos más humildes, pero también en los restaurantes más distinguidos de las siete islas.
Pero ¿qué es el gofio exactamente? Este producto autóctono es la harina obtenida de tostar y moler en molinos de piedra el grano de cereales como el trigo y millo, principalmente, si bien hay variedades de gofio que incorporan a su lista de ingredientes cebada, avena, mijo, arroz y garbanzos.
Su presencia en la dieta de la población canaria es constante desde la antigüedad, siempre acompañando a cada una de las comidas, bien con la leche del desayuno; espolvoreado sobre potajes, cazuelas y caldos de pescado; en forma de pan, pelota o pella de gofio; o como postre en helado, amasado con miel, caldo y frutos secos.
"El gofio ha estado con nosotros en las buenas y en las malas, con las materias primas más sabrosas o moliendo el vegetal que se prestara a ello en las épocas de hambruna... Hoy, su producción es una industria moderna y su base son los cereales más nobles, pero tras de sí hay una honda historia que se pone de manifiesto cada vez que un librillo de este producto aparece sobre las mesas de nuestras casas", dice Pedro Rodríguez Zaragoza, consejero del Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Canarias, en el libro El gofio, el alimento tradicional canario, editado por el Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria.
Desde el Neolítico, muchos pueblos trituraron cereales para su mejor aprovechamiento en la alimentación cotidiana, dando lugar a alimentos tan variados como el pan ácimo, el fermentado, el cuscús y el gofio, producto heredado de la Canarias prehispánica y que es una seña de identidad gastronómica que acompaña al pueblo canario desde hace ya cinco siglos.
Aunque afortunadamente en Canarias se disfruta de un estado de bienestar, el gofio sigue presente en muchas mesas isleñas, y su producción se ha convertido en una industria moderna cuya base son los cereales más nobles, para más tarde ser consumido amasado con agua, leche o caldo y en ocasiones mezclado con azúcar, frutas frescas o secas y chocolate.
Según los nutricionistas, se trata de uno de los alimentos más completos y nutritivos que existen, una fuente importante de vitaminas, proteínas, alto contenido en fibra y minerales, sobre todo en hierro, zinc y magnesio. Además, es un alimento con bajo poder calórico, ya que tiene 365,63 calorías por 100 gramos de gofio de trigo y 367.75 calorías por l00 gramos de gofio de maíz.
Por otro lado, su contenido lipídico es ligeramente superior que el de las harinas blancas, pero este pequeño contenido graso en gran parte son grasas insaturadas, entre las que destaca algunos ácidos grasos esenciales, que son ácidos grasos poliinsaturados que no pueden ser sintetizados por el organismo humano y que se caracterizan por un papel protector de las enfermedades cardiovasculares.
Volver a disfrutarlo.
Hay que señalar la triste circunstancia de que en las últimas décadas su producción y su consumo ha sufrido un notable descenso debido a la incorporación de otros productos en la dieta de los canarios y el consiguiente cambio de sus hábitos alimenticios.
No obstante, desde las instituciones locales y medios de comunicación se está intentando realizar una campaña de información para divulgar la enorme cantidad de beneficios del gofio y se aboga por su regreso a la dieta de la población isleña.
Para tener una idea de esta merma en el consumo, basta señalar que en el año 1950 su producción fue de casi 68 millones de kilos de gofio, mientras que en 1997, descendió hasta los siete millones.
Consejo regulador.
Actualmente, el gofio está apostando por la tecnología con el fin de asegurar un producto final de calidad, tanto higiénica como nutricional.
El Gobierno canario ha creado su calidad y autenticidad a través del Consejo Regulador de Denominación Específica, única en su clase en la Unión Europea, que certifica el producto, vela por su calidad y origen, y ofrece a los consumidores toda la información veraz acerca de este producto. En la actualidad, este consejo está luchando por la creación de la Indicación Geográfica Protegida Gofio Canario.
En el ensayo acerca de las bases socioculturales del gofio del antropólogo Alberto García Quesada, se hace un análisis exhaustivo de todos los aspectos de este alimento, haciendo una interesante parada en los tipos de gofio que se consumen en Canarias: el tradicional, los especiales y los de mezcla.
El primero de ellos se hace de trigo -especialmente en Tenerife y La Palma-, de millo -muy típico de la isla de Gran Canaria por el protagonismo de este cereal en la Isla desde el siglo XVII-, y en menor proporción, de cebada. Los gofios especiales tienen mucho éxito debido a las actuales tendencias dietéticas y sanitarias de los hábitos alimentarios actuales.
Artículo publicado en la revista Aguayro en su número 244 de julio y agosto de 2007.