Se conoce la amistad de Rafael Cansinos-Assens con algunos de los escritores canarios del principio del siglo XX: Tomás Morales, Agustín Millares Carlo, Rafael Romero (Alonso Quesada), etc. La publicación de las cartas cruzadas entre Cansinos y Alonso Quesada por Andrés Sánchez Robayna1 ha añadido más noticias a lo que se sabía de esta amistad. Allí se cita a una escritora inglesa residente en España, amiga de Cansinos, y que se interesó por el libro de poemas de Alonso Quesada El lino de los sueños, impreso en Madrid en la Imprenta Clásica Española, a comienzos de 1915.
Al final de la carta fechada en Madrid el 13 de septiembre de 1915, dice Cansinos a Alonso Quesada: “Su libro me lo pide una amiga y compañera de letras: Doña Carlota Remfry de Kidd, una inglesa, y se lo envío. ¿Me mandará usted otro ejemplar dedicado?”
En otra carta, de fecha 29 de octubre de 1915, le dice: “Luego, envié su libro, como le dije, a la escritora inglesa Carlota Remfry de Kidd y adjunto envío a usted sus impresiones sobre sus poemas. Son páginas de una carta confidencial que le ruego me devuelva, después de haberlas leído. Creo le interesará a usted la opinión de una dama inteligente y sensible. Y hay su poquito o su muchito de ternura para usted.”
En carta de Alonso Quesada, de 7 de noviembre de 1915, dice: “Esa carta divina que usted me envía ha llenado mis ojos de lágrimas de gratitud. ¡Qué claramente ha penetrado en el alma esa mujer! Aquellas palabras sobre El último dolor son más perfectas que el poema mismo. Yo no sé qué decirle en acción de gracias. (...) No me olvide usted. Soy un hombre bueno. Agustín Millares le contará a usted. Un hombre bueno (un bollito francés). ¿Qué otra cosa podría ser? / Un abrazo cordial, en la noche, del / Tocayo / Va la carta de letra de Kidd. Gracias, gracias. A ella todas mis más gentiles cortesías.”
Pues bien, en el archivo de Rafael Romero y en el de Luis Doreste Silva2 se encuentran sendas copias mecanografiadas de la carta citada (¿realizadas por Alonso Quesada?). En ellas, las citas en inglés de los versos de Tennyson y Browning aparecen transcritas con errores. Aquí se reproducen ya corregidos de acuerdo con ediciones de sus autores. El hecho parece indicar que el copiador de la carta no conocía mucho el idioma inglés, o que la caligrafía de la autora no era muy clara3. Corrijo estas y otras irregularidades del texto, sobre todo el uso de los signos de interrogación. El que una copia se encuentre también en el archivo de Luis Doreste nos recuerda la gran amistad que entre él y Alonso Quesada existía. Lo más probable es que Alonso Quesada, o alguien de su entorno, copiara la carta y le enviara un ejemplar a Luis Doreste Silva, por entonces en Madrid, que, junto con Agustín Millares Carlo, se había encargado de la edición de El lino de los sueños.
Como verá el lector, la escritora inglesa nos presenta la adquisición de El lino de los sueños de modo distinto a como le indica Rafael Cansinos a Rafael Romero.
La carta no lleva fecha, pero debió escribirse entre el 13 de septiembre y el 29 de octubre de 1915.
Carta de Carlota Remfry de Kidd a Rafael Cansinos-Assens Mi querido Rafael: Ya que usted no quiso contestar a mi pregunta. me he tomado la libertad de traerme su Lino de los sueños. Se incomodará usted conmigo. Son muy bellos esos poemas: me han hecho un bien indecible, no obstante la triste amargura que por entre ellos se desliza, sutil y tenaz. “El último dolor” es de los poemas que se refugian en el alma para nunca abandonarla más. Se oyen vibrar en él los sollozos ahogados, se siente el llanto quedo y contenido de un dolor infinito, de un amor que no sabe ya ser egoísta y quiere obligarse al silencio, para dejar pasar aquel ser amado, sin acongojarle con su pena, sin afligir sus últimos pasos en la vida, sin empañar su puro éxtasis al entrar en la regocijada paz del Más allá. Como gran respiro del alma, amplio y bienhechor, es “En la amplitud de la noche”. También es como el rumor de un lejano mar... tan dulce y tan suave, tan lleno de fuerza contenida. Qué le diré de “Érika”, tan repleto de triste sencillez como de purísima dulzura. Es una poesía que llena de lágrimas los ojos como si aquel ser, solo y apartado en aquel lejano camposanto, algo fue, un día, muy nuestro, muy encerrado en nuestro cariño. “La eterna sombra”, “Alabanza de lo cotidiano” y muchas otras poesías, incluso también “Los ingleses de la colonia” (con excepciones) me gustan mucho. ¿Tan mal trato recibió su amigo de manos de aquellos británicos, que permite a su candorosa malicia aguzar la ironía, tan sutil, de sus palabras hasta casi –casi– hacerlas sonar como ecos de un hondo rencor, que sí, se desahoga? Es una lástima. Pero con todo son verídicos los dibujos que traza con líneas tan escasas como acertadas. “Miss Ford” es admirable. Pudiera ser la imagen viva de cualquiera de toda una familia de muchachas que yo conozco. Éstas, desde su primera infancia, casi se pudiera decir han creído que sólo hay que dedicarse en el mundo a la conjugación del verbo amar, y para sus flirteos bueno es cualquier hombre. Diríase que, llegado el momento de entregar plena y lealmente el corazón a un supremo y soberano amor, nada les quedaría ya para ofrendarle que mereciera el dolor: su corazón sería como una espléndida vida malgastada o una magnífica herencia espiritual que se despilfarra. ¿No es verdad? En algunos poemas se advierte una falta de madurez que se explica con los pocos años de aquel poeta niño. ¿Qué puede saberse por completo a los veinticinco años? Rafael Romero me hace pensar en Tennyson: “What shall I be at fifty, / should nature keep me alive, / if I find the world so bitter / when I am but twenty-five?”. Y también en Browning: “Ah, but a man’s reach should exceed his grasp, / or what’s a heaven for?”4 Es verdad también que el pobre muchacho fue abrumado por los graves cuidados y las apremiantes necesidades de la vida y conoció el desamor y el olvido cuando otros apenas saben más sino que la vida es bella y llena de júbilo porque poseen toda la magnífica riqueza de una juventud dorada y protegida. Y debe ser Don Alonso más bueno que un bollito de pan francés. Parece como si la suerte se complaciera siempre en afligir más a los buenos. |
1. Los versos ingleses
Los cuatro versos de Alfred Tennyson pertenecen a Maud, parte primera, estrofa quinta del poema VI. La estrofa entera dice:
Ah, what shall I be at fifty, should Nature keep me alive, if I find the world so bitter when I am but twenty-five? Yet, if she were not a cheat, if Maud were all that she seem’d, and her smile were all that I dream’d, then the world were not so bitter but a smile could make it sweet. |
(¡Ah!, ¿qué será de mí a los cincuenta años, / en el caso de que siga vivo, si veo el mundo tan amargo / cuando tengo sólo veinticinco? / Mas si la naturaleza no fuese un engaño, / si fuera Maud lo que parecía, / y fuese lo que he soñado su sonrisa, / entonces no sería el mundo tan amargo, / pues una sonrisa podría hacerlo amable.)
Los versos de Robert Browning pertenecen al poema “Andrea del Sarto”:
Ah, but a man’s reach should exceed his grasp, or what’s a heaven for? All is silver-gray, placid and perfect with my art: the worse! I know both what I want and what might gain, and yet how profitless to know, to sigh ‘Had I been two, another and myself, our head would have o’erlooked the world!’ No doubt. |
(¡Ah!, pero la capacidad de un hombre debería exceder su comprensión, / pues si no, ¿para qué existe un cielo? Todo es gris plateado, / plácido y perfecto en mi arte: ¡tanto peor! / Yo sé tanto lo que quiero como lo que podría alcanzar, / pero de nada sirve saberlo y suspirar / que si yo hubiera sido dos, yo y otro, / sin duda podría haber mirado al mundo desde lo alto.)
Retrato de Alonso Quesada, por Antonio Padrón
2. Noticias de Carlota Remfry de Kidd
Carlota Remfry de Kidd es una escritora de origen inglés, hija y mujer de ingenieros ingleses, que nació y vivió en Linares, y escribía en las revistas donde colaboraba, o que dirigía, Rafael Cansinos-Assens, allá por la segunda década del siglo XX. Debió ejercer en Linares una actividad interesante, sobre todo en lo referente a la enseñanza del idioma inglés, porque a la Escuela Oficial de Idiomas de aquella población jiennense le ha sido puesto recientemente su nombre. Su actividad cultural la lleva a escribir, entre otros, sobre la reivindicación de la mujer y su expansión cultural. Aparece como traductora al español de novelas inglesas y francesas, como traductora al inglés de novelas españolas, y como autora de poemas y cuentos. Tradujo al inglés la obra de Gabriel Miró Nuestro Padre San Daniel, en 1930 (Our Father San Daniel). Al español tradujo La Vagabonde, de Colette. De la traducción de la novela Marie-Claire de Marguerite Audoux, dice José Francés: “La traducción es bastante acertada y conserva en lo posible la ingenua sencillez de Marguerite Audoux.”5 También se interesó por la traducción de las obras que Horace Sandars escribía sobre la historia de los antiguos pobladores ibéricos. En 1950 se publicó el que parece ser su primer libro en español, titulado Linarejos y otros cuentos, editado, según parece, a instancias de su viejo amigo Rafael Cansinos, que en el prólogo cuenta los motivos que detenían a la autora para publicar.
Quizás como agradecimiento a la lectura tan emotiva de El lino de los sueños, Rafael Romero haría publicar en el periódico que dirigía en 1916 la conmovedora reseña que Cansinos había escrito sobre el proceso y fusilamiento de mis Cavell, “la infortunada enfermera, sacrificada por los alemanes” en la Primera Guerra Mundial, acusada de proteger la fuga de soldados belgas e ingleses, y que Carlota Remfry de Kidd había traducido del inglés, bajo el título El mayor amor.
3. "El último dolor". Poema de Alonso Quesada
EL ÚLTIMO DOLOR 30 de junio de 1913 Mi madre ha sonreído tristemente y sus ojos clarísimos dejaron partir la luz, sin detenerla, lejos... ¡A ese lugar, tan luminoso, donde va la luz de los ojos, cuando huye! Sendero del dolor y del amor, más del amor que del dolor; sendero para mí tan amigo, consecuente con mi interrogación... ¡Llena de ensueño la memoria!... Las rosas de tus bordes, de una blancura superior y eterna, pon en tierra, al cruzar mi guiadora, porque sus pies al fin sientan dulzura!... ¡Y el mar, el mar de la quietud divina! ¡La ribera cercana!... ¡El valle!... –aromas de eternidad– para su arribo sean como la claridad de aquellos ojos cuando se abrían por mirar lo amado... |
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1. En “Epistolario inédito. Alonso Quesada. Rafael Cansinos-Assens” (Sintaxis, 12/13, Santa Cruz de Tenerife, 1986, pp. 110-124).
2. En la Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria. Agradezco a su personal las facilidades que siempre me han concedido para trabajar en sus fondos.
3. El original de la carta debe encontrarse en el Archivo de Cansinos-Assens. No he logrado que se me proporcione una reproducción.
4. Los versos de Tennyson de Browning, mal transcritos en la carta, se reproducen ya corregidos de acuerdo con ediciones de los autores.
5. En Por Esos Mundos (Madrid, Año XII, n.º 199, 1-VIII-1911): “Bibliografía. Libros recientes”. La novela contiene un prólogo de Octavio Mirbeau.