La tarde del 2 de febrero, coincidiendo con la festividad de su Patrona, Nuestra Señora de Candelaria, los canarios vecinos de la villa de San Carlos entraron en la ciudad con una marcha muy lucida trayendo un jardín de flores con su jardinero y un navío fabricado sobre ruedas secretas tan bien construidos que sólo su materia y tamaño los hacían fingidos. Los que venían dentro lo conducían de modo que parecía andaba el uno y navegaba el otro por sí mismos. Traía el navío para mayor engaño de la vista al llevar figuradas las ondas del mar en unos lienzos que pendían de sus cintas inferiores y cubrían hacia aquella parte todo el vaso, como si en ellas se sostuviese la nave. Llegando, pues, a las casas concejiles donde estaba la Corte, hizo el navío salva con los cañones de artillería que, a proporción de su tamaño montaba, haciendo lo mismo la Compañía con los fusiles. El jardinero y un marinero que representaba ser el capitán del navío recitaron loas dedicando el obsequio a las Reales majestades y desembarcando una tropa de los navegantes. Jugaron airosamente una contradanza con espadas desnudas y otras dentro de la nave. Cantaron muchos versos del asunto al son de violines y dando muchos vítores al Rey acometieron al Castillo fingido en la plaza, dándole una carga cerrada con los fusiles y haciendo salva el navío con sus cañones, a que respondió el castillo con sus pedreros, en cuyos juegos se ocupó la tarde alegremente2.
El texto no tiene desperdicio porque aúna varios elementos por los que los canarios de San Carlos muestran ante el cabildo de la ciudad, cuya jurisdicción ha querido suprimir, y ante sus vecinos, sus rasgos de identidad diferenciada, que era lo que a toda costa querían defender y hacer prevalecer. En el día de su Patrona exhiben por un lado su carácter de pueblo de campesinos con el jardín como símbolo y, por otro, sus manifestaciones festivas propias. Las carretas en forma de barcos conducidos por bueyes, los milicianos vestidos en forma de librea, que luchan contra los del castillo en una batalla naval, las loas cantadas a la Virgen y en este caso a los Reyes, los bailes de espadas de los matachines... Todas eran elementos característicos de la fiesta del Noreste de Tenerife, de donde procedían la mayoría de los fundadores de San Carlos, y que expresaban la lucha entre el bien y el mal que simbolizaba la librea en su diálogo entre el Castillo y la Nave . Con ellos mostraban a los pobladores de la urbe los rasgos de su idiosincrasia que los identificaban y los distinguían de los capitalinos.
______
1. A.G.I. S.D. 941. Actos de la proclamación de Fernando VII en Santo Domingo. 1746.
2. A.G.I. S.D. 941. Actos de la proclamación de Fernando VII en Santo Domingo. 1746.