Mi tío Pepe. |
Cuando yo era chico me hizo una raspadera51, allí, delante de mí y yo asombrado viendo cómo cambiaba de forma el hierro al rojo con sus martillazos. Era chica, para mi tamaño. Me duró poco, me la quitaron unos muchachos de Rojas en el Boquerón a los pocos días. Cuando se enteró no le hizo mucha gracia.
Su pasión eran los animales, todos. Los de utilidad y los deportivos. Vi preparar gallos de pelea: cortarles la cresta, ponerles espolones; cortar las orejas a los perros que andaban por allí. ¡Qué perro el presa de Sendo! Fati, una leyenda; un perro grande, juguetón, noble, fiero. Yo lo conocí en la herrería de la plaza, jugaba con él.
Me dice Clemente Reyes: Te voy a contar la historia de Fati como me la contaron a mí, mi abuelo, Panchito Saavedra y Luis Barrera. Mi abuelo, Juan Santana Flores, fue durante toda su vida el encargado de Los Romero. Él atendía a los perros de presa que tenían para guarda en su finca de Los Llanitos. Mi madre, Ángela, y mi tío Milán, de jóvenes jugaban con ellos. Entre ellos, Gilda, una preciosa perra de presa de color bayo, la preferida de la familia. Mi madre me cuenta que con los latigazos de la cola desplazaba a una persona52. De Gilda tuvieron varias camadas. Mi abuelo recordaba vagamente las referencias de los perros con los que la cruzaron. Citaba un perro de presa de la Casa Bacom53 y un boxer de pura raza que alguien trajo a Gáldar. De los muchos cachorros uno fue Fati. Creció de una forma colosal. Varios peleadores se interesaron por él. Fue a parar a manos de D. Juan Aguiar y de ellas a Rosendo. Me cuenta Panchito Saavedra, eterno oponente de Fati con su perro Nerón, que el perro andaba suelto noblemente sin que nadie tuviera problemas con él. Jugaba con los niños, le hacían perrerías y se montaban en su lomo sin que el perro se molestase lo más mínimo. ¡Qué nobleza la de aquel animal! Me contaba que Sendo no tenía ni idea de perros ni de peleas. Decía que su asesor era un herrero de Guía. Fati peleó con muchos perros. Los arrollaba sin problemas. Fue tan grande su aureola que todos los peleadores querían medirse con él.
Mi primo Paco vio esta pelea. Dice que fue la última que vio de Fati. Que Nerón era un perro poderoso, pero: ¿Quién podía con el de Sendo, un perro de más de 70 kilos? Dice que después de estar los perros ya un rato, Nerón se dejo caer al suelo, como una persona, como diciendo: si quieres mátame, haz lo que quieras, yo no puedo más. Y que Fati lo movía con la pata y lo olía sin saber qué pasaba y el otro perro quieto, renunciando. Dice que fue la última pelea que vio; que se le acabaron los rivales a Fati y la cosa perdió interés.
Sigue diciendo Clemente Reyes: Mi amigo Luis Barreras, veterano peleador de Las Palmas ya fallecido, lo enfrentó a su perro Ligero, muy inferior en talla y peso. Para evitar el tremendo cabe de Fati, que pocos perros aguantaban ya que siempre caían debajo y desde esa posición era casi imposible que pudieran levantarse, colocó al suyo en un alto del terreno, a escasa distancia, de modo que la pendiente favoreciera al más bajo y que el espacio no diera la ventaja al más pesado. No sirvió de nada, al primer choque puso a Ligero debajo. No lo dejó levantarse en toda la pelea. Al final celebraron una gran fiesta, con mucha gente, se sirvió ron y huevos duros. Luis recuerda a Rosendo como un hombre de dinero.
Me cuenta mi primo Paco, con la pasión y devoción que luce cuando habla de ese perro que parte del entrenamiento era correr detrás del caballo de Jacinto Quesada, el de Matas Blancas, que Sendo y Pepe se tiraban una goma y que el perro saltando en medio sin descanso intentaba cogerla; que él vio todas las peleas de Fati; que era el campeón de la isla; que no hubo perro que lo pusiera en el suelo con las patas para arriba; que Pancho y Víctor Saavedra andaban buscando por toda la isla perros que echarle.
Me contó, y la rabia le salía por la boca cuando lo dijo, que en una ocasión unos señores de Las Palmas trajeron a Las Tres Cruces, o a Montaña Alta, o no se acuerda a dónde, un perro que peleaba de cabe; que el dueño lo soltó cuando estaba a diez metros y que ese perro vino corriendo, que Fati le fue. Que el otro le dio un cabe y le rompió un colmillo y algo más. Que como no consiguió tirarlo con el empellón empezó a correr, huyendo entre los escobones y Fati detrás de él, como borracho; sigue contando que su dueño lo cogió, lo ató y se lo llevó, callado, por cómo lo dice.
Dice Manolo Moreno que le contó Pepe que cuando Fati ganaba una pelea, Sendo y él lo paseaban por las calles de Guía con condecoraciones y medallas. Carlos, mi sobrino, dice que Ñoño, su padre, mi primo, le contó que le había contado Mastro Juan, su padre, mi tío55, que cuando el perro perdió el colmillo, en los siguientes entrenamientos le educaban a morder por la parte que le quedaba la presa con ¡No! cuando mordía por donde le faltaba.
Viejas historias de Fati, un perro metido en la leyenda.
Pepe tenía cochinos en el barranco donde lo de Rafael Jiménez. Los alimentaba con fregaduras56 que le daban los Talaveras y más gente, no sé... Sí sé que cuando unos delincuentes desalmados mataron a los animalitos, a palos, le dieron a Pepe el golpe de gracia. Su hermano Cristóbal, mi padre, le hizo el cuchillo que usó durante toda su vida. Un día antes de morir mandó llamar a su amigo Pepe El Cortante y se lo regaló57. Antes había mandado a su sobrino Ñoño a ponerle hoja nueva.
---------------------------------------------------
43 Material, entre los herreros, es cualquier metal que se pueda trabajar.
44 Falsamente se piensa que el canto de un acero se debe a la calidad del material o a la dureza o elasticidad del temple.
45 Herramienta de agricultor con punta de acero y mango en L, se usa para hacer un hoyo en la tierra y plantar las semillas.
46 Herramienta de corte con mango del mismo material, larga, curva en la punta, con el filo por dentro, que se usa para cortar el racimo y las hojas de la platanera.
47 Rosendo Mendoza Vega.
48 José Sánchez Espino.
49 Ese sonido de yunque que animó a un hijo del pueblo a la creación de la voz metálica.
50 Mi primo Paco, el segundo de los hijos de Juan, me dice que él y su hermano Chanche usaban este producto para pavonar algunas piezas. Dice que era espeso, que se licuaba con el calor de la fragua, que ellos le decían chapapote. Se vendía enlatado en ferreterías.
51 Sacho pequeño, dedicado a labores más precisas.
52 Quizá exageraba algo.
53 Debe de ser un almacén de empaquetado de plátanos de alguna casa británica. (Notas 52 y 53, de Clemente Reyes).
54 Pelea amistosa que acaba en fiesta.
55 Gran aficionado que legó su ardor a su descendencia.
56 Sobras, desechos.
57 Paco Sánchez, su hijo, habla de las circunstancias del regalo, yo de la historia del cuchillo.