Ese marco festivo, de hondas y profundas raíces agroganaderas, es el espacio donde también interviene el Rancho de Ánimas de Valsequillo, una de las más significadas joyas del folklore musical canario, agrupación a la que dedicamos complaciente tiempo y espacio en un estudio etnomusical (libro explicativo, disco y cinta cassette) que fue publicado el año 1993 bajo el título Toques Antiguos y Festivos de Canarias II, obra en la que el lector interesado puede escuchar y leer más información.
Los Ranchos de Ánimas representan una práctica ancestral, milenaria, anterior al nacimiento de Cristo. Han desaparecido de casi todos los lugares del Planeta. En Canarias, aún perviven en dos Islas: Fuerteventura (Tiscamanita) y Gran Canaria (La Aldea de San Nicolás, Los Arbejales de Teror y Valsequillo).
El área de actuación del Rancho se ha ceñido, esencialmente, al Valle de Valsequillo. En julio de 1992 la indicada agrupación estaba constituida por doce miembros. Actualmente, la conforman una veintena de componentes: cantadores, tocadores o ambas cosas a la vez. En su organología aparecen instrumentos de notoria antigüedad: dos panderos, dos espadas y un tambor desprovisto de aros; junto a los cordófonos: dos timples, tres guitarras y un violín, instrumento este que no figuraba en el repertorio de 1992.
La cabeza visible del Rancho es el Ranchero. Dos son sus atribuciones principales: lleva el control y las cuentas, materializadas en las limosnas que entregan los fieles {antes grano, hoy dinero) durante el desarrollo de sus actuaciones fijas y ocasionales, conocidas estas últimas como de alabantisco. El Ranchero actual se llama Agustín Calderín Calderón, tiene setenta años; es cantador de alante; y, además, toca algunos instrumentos, entre ellos el pandero. Su padre, Miguel Calderín Sánchez, también tuvo encomendado el mismo cargo. Porta en su alforja cuerdas de reemplazo y la botella de ron miel: pa aclarar la voz.
El miembro más viejo del Rancho, con 86 años de edad, se llama Antonio Sánchez Peñate. Ejerce como cantador de alante (de siete años estoy cantando en el Rancho). Según nos relató, el Rancho lo trajeron de Los Arenales (Telde) a Valsequillo. Su padre, el abuelo y bisabuelo también pertenecieron al mismo. El segundo de ellos, el abuelo, desempeñó el papel de Ranchero y fue cantador de alante.
Ha habido una continuada y sentida transmisión familiar. Junto a Francisco Sánchez Melián -cantador de alante, de 69 años de edad- actúan dos hijos, un nieto y el ahijado de uno de aquellos. Estos dos últimos cuentan, respectivamente, con 3 y 4 años de edad. Se llaman Francisco Sánchez Suárez y Álvaro Ramírez Suárez. Ya destacan como cantadores de adelante, habiendo entonado, entre otras, las siguientes estrofas:
Como soy chiquito
me sobra la voz, pa poder cantarle al almendro en flor. Nosotros cantamos con mucha alegría, porque ya tenemos la tierra llovía. |
El tono del Rancho -sumamente peculiar y de espíritu ancestral- aparenta ser lastimero. Lo que canta el Rancho se denomina copla. Se trata de una composición poética muy particular en lo que a métrica y rima se refiere. Hay coplas de ánimas (en ocasiones dirigidas a sacar las almas agonías del Purgatorio), de flores (cantadas a una madre.,amigo, novia...) y coplas para solicitar la lluvia, vitales en una comunidad cuyos miembros se han dedicado tradicionalmente al cultivo del campo y a la ganadería.
El día grande de la fiesta del Almendro, el 11 de febrero, el Rancho emprendió su cometido hacia las nueve de la mañana, en la zona de La Barrera, donde se encuentra la casa de Miguel Calderín Sánchez, antiguo Ranchero, fallecido el día 23 de febrero de 2002 a los 87 años. En la sala, adoptando el Rancho la característica disposición semicircular, se encontraban algunos de sus parientes y la esposa, Ascención Calderín Perera, de 91 años de edad. Para honrar la memoria don Miguel se cantó una copla de ánimas, clamando así la siguiente estrofa:
Se apagó la luz,
la luz se apagó, en la oscuridad la casa quedó… |
Al salir se prosiguió el itinerario cantando coplas de flores, de matiz festivo, en los lugares siguientes: Valsequillo, Tenteniguada y Las Vegas. En este último pago intervino hacia la una del mediodía, actuando en las proximidades del lugar donde tuvo lugar un simulacro de trilla con caballos, participando cinco de ellos al mismo tiempo.
Funciones propias del Rancho de Ánimas son promover la caridad y la felicidad, logrando que las almas de las personas fallecidas pasen del Purgatorio al Cielo, que algunos de los parientes allegados terrenales disfruten un rato agradable, o consiguiendo que la tierra reciba la vital agua de lluvia.
Verdaderas páginas de autenticidad tocar en el transcurso de la fiesta del Almendro en Flor de Valsequillo. Y hasta se nos ablandó el corazón y vertimos lágrimas al escuchar cantar las coplas del Rancho de Ánimas, con el recuerdo siempre entrañable de don Miguel Calderín. Uno de los componentes del Rancho nos susurró al oído: Usted también se arruga con esto. Ojalá que -siempre y para siempre- dispongamos de oportunidades para recordar y emocionarnos.
Manuel J. Lorenzo Perera. Director del Aula de Etnografía de la Universidad de La Laguna. Artículo publicado en El Baleo, en su número 42.