Revista n.º 1074 / ISSN 1885-6039

Juan, Cristóbal, Pepe y Camilo, herreros (V): Cristóbal, mi padre

Miércoles, 1 de abril de 2009
Juan Eugenio García del Pino
Publicado en el n.º 255

Cristóbal el Herrero, mi padre, fue un herrero fino. Su banco de trabajo siempre bajo la ventana. En su trabajo la luz y el buen ojo son cosas muy importantes. En el servicio al Rey, como él decía, se hace armero. Allí conoce la precisa mecánica de las armas. Arregla muchas.

Foto Noticia Juan, Cristóbal, Pepe y Camilo, herreros (V): Cristóbal, mi padre

Cristóbal el Herrero, mi padre, fue un herrero fino. Su banco de trabajo siempre bajo la ventana. En su trabajo la luz y el buen ojo son cosas muy importantes. Las pestilleras no tienen secretos para él. Arregla las indus
 
 Cristóbal García Ossorio (1.908-1.993)
triales, les hace llaves, les cambia la combinación. Construye las cerraduras tradicionales para arcones y puertas, con las combinaciones que quiere; hace cualquier llave. Todas las cosas metálicas de cierta finura son trabajo de Cristóbal.

En el servicio al Rey, como él decía, se hace armero. Allí conoce la precisa mecánica de las armas. Arregla muchas. En una ocasión viendo conmigo un Colt Open Top Single Action Pocket, me dice con cara de magua1: “Cuando estalló el Movimiento, tenía para arreglar varios revólveres de ese tipo, cogí miedo, los metí en un saco y lo tiré a una mareta; nunca vino nadie a reclamarlos.”

 
 Colt Open Top Single Action Pocket. Fabricados 114.200 ejemplares desde 1.870 a 1.877. Mecanismo de simple acción. Calibre .22 corto. Tambor de 7 recámaras. Armazón abierto. Disparador mexicano. Cañón redondo de 2 ½ pulgadas. (5)
Ese revólver de Colt, es de los inicios del cartucho metálico de percusión anular, los principios de la retrocarga.

El que aquí hubieran muchas armas de este tipo, se debe a que nuestros indianos2 traían de Cuba revólveres de este tipo y de armazón basculante. A éstos últimos aquí hay quien les llama Revólveres Cubanos. Solían ser Smith & Wensson y copias de él hechas en talleres españoles del País Vasco, algunos con cañón liso, casi todos cal. .38 S&W3.






  
 Smith & Wesson de armazón basculante, de los que traían nuestro indianos. Al lado, abierto, mostrando los extractores (17) y cartucho cal. .38 S&W, con su caja original, de mi colección.
 

Sobre todo se conoció a Cristóbal el Herrero por sus Cuchillos Canarios, es de los grandes en la historia del cuchillo. Sus cuchillos, desde los cabos de puntas hasta el más complejo están elaborados con primorosa exquisitez. Perfecto el ahusado de los cabos. ¿De la finura de los dameros qué le voy a decir? En la pieza central las flores con los pétalos de color dentro de una corona metálica, entre tallos y hojas; otras flores en otras piezas; el trazado y acabado de los rombos con precisión de tiralíneas. Todo testimonia la perfecta técnica de su trabajo de embutido, que así lo llamaba mi padre. El perfecto acabado de los casquillos y perilla4 siempre burilados.

 
 Cuchillo de puntas.
 
 Seis dameros, la pieza central con sus flores.
 
 Rombos perfectos, con embutidos. Dameros.
 


Ésta es la hoja de mi padre. El peto atrás grueso, afinándose suavemente según se acerca a la punta con una curva ligera que sale en disminución leve desde el colchón; el filo, más curvo que el peto, enlaza con la barbilla. Curvas de armonía precisa. La barbilla del mismo grueso que el colchón. Un trabajo bien hecho.



La hoja del Maestro: preciosa, única. El cabo seis dameros de tres líneas y rombos.

Un Gran Maestro. A lo largo de su vida de herrero hizo incontables cuchillos5. Un cuchillo de trabajo, corriente según su nomenclatura, al día. Por la mañana, con las primeras luces del alba empezaba el yunque a cantar con la forja de la hoja. Por la tarde, cuando la luz ya se iba y llegaban los alumnos de solfeo e instrumento, el cuchillo se estaba terminando. Tomaba la lección mientras pulía el cabo o le daba la última asentada al filo. Los caros, que hacía por encargo, llevaban más tiempo, a veces una semana.

En la visita que los Príncipes de España D. Juan Carlos y Dña. Sofía nos hicieron el ocho de marzo de 1.973, en el salón de actos del Ayuntamiento, el Sr. Alcalde, D. Ignacio Arencibia, hizo entrega al Príncipe de un cuchillo de mi padre. Salustiano Álamo, concejal en esa fecha, guarda memoria del hecho. No así documentos que corroboren el hecho fehacientemente; se han buscado con interés y no aparece nada.

Ese cuchillo llevó algún metal precioso. Un valor añadido que enriquece, sin más, el trabajo de embutido.

El embutido del cabo y la forma de la hoja le dan las dos características más notorias a nuestro cuchillo. La barbilla, la característica curva de la parte de la hoja cercana al colchón, seguramente heredera de la muesca española, separa el dedo del filo de corte. La mano queda muy próxima al filo, eso acorta el brazo de palanca en el trabajo. El cabo ahusado permite su juego en toda la palma de la mano.

  
 Casquillo. Colchón6, la marca del Maestro. Note el grueso de la hoja en el nacimiento del peto7 y la barbilla.
 Casquillo, colchón y grueso de la barbilla que defiende el dedo.

La hoja, cuando trabaja, gira en dos ejes, uno transversal, la barbilla donde bascula el cuchillo sobre el dedo índice y el otro longitudinal, la espiga, donde gira la hoja cuando el índice y el pulgar hacen rotar el cuchillo, actuando en el casquillo delantero, para elegir el ángulo de corte en el trabajo de la hoja. Es una herramienta especializada para la platanera; la hoja fina y ancha facilita el corte recto.

Es una delicia ver este cuchillo trabajando, cómo corta hojas y rolos8 de platanera. Cómo se desliza en el racimo desmanillando9 como sin querer. En los dos casos, claro, una mano primorosa manejando la herramienta, alguien que lo sepa llevar.

Los cuchillos corrientes fueron herramientas de trabajo que pagaba él que la iba a usar. Alguno se gastaba algunas perras más para tener un cabo del que poder presumir. Está claro que el cuchillo es un objeto de prestigio entre los plataneros. Los de encargo, como ahora, para la gente pudiente, los coleccionistas, los regalos, para lucirlo en fiestas, etc.

Prudentemente, para valorar el producto artesano, habría que recordar a Octavio Paz en sus consideraciones sobre la artesanía: “La hechura: como está hecha una cosa; el sentido: para qué está hecha. […] …la artesanía es el latido del tiempo humano. Es un objeto útil pero que también es hermoso; un objeto que dura pero que se acaba y se resigna a acabarse; un objeto que no es único como la obra de arte y que puede ser reemplazado por otro objeto parecido pero no idéntico. La artesanía nos enseña a morir y así nos enseña a vivir.” (6)

En la imagen que yo me hago para vislumbrar la evolución de nuestro cuchillo siempre tengo en cuenta que los cuchillos y las hojas que se exportaban a América desde Europa (Sheffield, Solingen, París, etc.) en veleros o vapores, inexcusablemente pasaban todas por puertos canarios para buscar las corrientes, los vientos, el carbón y las vituallas y así aquí quedaron cuchillos de espiga y de cachas de otras latitudes, con formas nuevas que siempre enriquecían lo que ya había y que ininterrumpidamente seguían incorporando las novedades que han hecho del cuchillo lo que es hoy. Como la vida misma. El gusto del herrero y el de quién encarga el trabajo tienen su importancia. Tampoco hay que perder de vista la influencia de la zona geográfica donde nos encontramos, África que tan cerca está aporta detalles a tener en cuenta.

Sirva de ejemplo de la producción de las industrias cuchilleras europeas y su influencia en la cuchillería americana considerar que muchos bowies y facones tienen hojas de industrias europeas. Hay bowies fabricados por Sam Bromley, por Fenton & Shore, ambas industrias de Sheffield; facones Dufouer, fabricado por Dellazopa & Cia, Tijera, fabricado por Carlos Rasetti & Cia, industrias francesas; El Pastor, Arbolito10, fabricados por H. Bocker & Cia, Solingen. Facones y bowies con la muesca española en la hoja, (7) etc.

  


Tal es la importancia de la hoja del cuchillo: lo es todo. Aparte el trabajo de los orífices y plateros, que lo encaban y le hacen la funda. Cuando son trabajos de calidad enriquecen el cuchillo. Estos artesanos ponen su marca, troquelada, en la virola del cuchillo o en el brocal de la vaina. La hoja conserva siempre la marca de la forja de fábrica. En los cuchillos industriales está troquelada en la hoja, nuestros herreros hacen su marca, a lima, en el colchón. Algunos caberos de cuchillos canarios ponen su marca en el colchón, como si la hoja fuera obra suya11.

  
  Haz y envés de vaina y cuchillo verijero12, de espiga, de mi colección. Acero, plata y plata dorada. En el medallón tiene añadida un águila, a punzón, malamente. Foto de la arriba a la derecha: marca de fábrica de la hoja.
  
  Marca del orfebre en el brocal de la vaina.

La hoja que corta es el cuchillo. La magia de la forja y el milagro del temple que hace el herrero; lo otro es accesorio. Mi padre, mis tíos, mis primos y sobrinos hacían y hacen cada uno de ellos una hoja diferente. Cada uno de ellos13  es y fueron capaces de identificar una hoja de cualquiera de los otros y de los otros herreros ajenos a ellos. Arcanos insondables para el profano. Quizá sería deseable, y creo el cuchillo canario saldría ganando, que separáramos del término cuchillero los, en algunos casos, magníficos trabajos de los artesanos del cabo: los encabadores, éstos firmarían su obra en el cabo. En el colchón del cuchillo debiera de estar siempre la marca del cuchillero, el que forja y templa la hoja. Para los que buscamos aceros por la forma o el corte y queremos identificar al autor de un cuchillo, de la hoja, sería una pista valorable, menos engañosa.

 Por hacer hincapié en la idea. Los coleccionistas de tachi, katana, wakizashi14, etc., diferencian los elementos que forman la espada: la hoja, la tsuba, el mekugi, etc. y coleccionan por separado cada uno de los elementos. Le llaman espadero, al que forja y templa la hoja. Hay hojas históricas que no han sido encabadas nunca. (8) 
  Tsubas.

Para ilustrar un poco la pretendida historia que yo presumo que pudiera ser el origen de nuestro cuchillo, me atrevo a enseñarle estas pequeñas joyas. Quizá sean muestra de alguna de las aportaciones que hicieron del cuchillo canario lo que es hoy. Son piezas de mi modestísima colección. Todas se han conseguido en la isla. El knife en Guía, de una colección antigua.

  
  Almarada Española, siglo XVIII. Cabo incompleto de madera y latón. En la madera embutidos de puntos de latón. A la derecha, detalle del cabo.




Cuchillo, de espiga. Cabo cuerna rubia, negra y latón. Note en el cabo las piezas de cilindros truncados.

  
  Knife, de espiga, en la hoja serpiente en forma de ocho tumbado, inscripción S&J Kitchik Cast steel, cabo de baquelita o similar con incrustaciones de nácar. Note el peto decorado a lima y el poderoso colchón seguido de la virola de metal blanco. A la izquierda, detalle del punzón de fábrica de la hoja.



Puñal, de espiga, africano. Hoja acero y latón. Cabo ahusado, de latón y cuerna. Hoja –incluido el acero- y cruceta buriladas a mano.

  
 Gumía, el cabo con incrustaciones metálicas.
(Foto Quevedo)

 Detalle de las incrustaciones. (He visto el mismo motivo en piezas de un cabo de Mastro Vicente Batista.)

Para acabar con el tema de la hoja de acero que corta por un filo. Para gozo y deleite de los amantes del cuchillo canario, reproduzco una navaja clásica española y algunos cuchillos de monte y puñales de Albacete. En todos hay detalles de nuestro actual cuchillo, la única diferencia evidente es no tener barbilla. Le hago algunas observaciones de la proximidad de su forma, uso, construcción, diseño y decoración.



Navaja clásica española de defensa, 30 cm. marca Aguilar. Cachicuerna con embutidos de motivos florales, en latón. Siglo XIX. (21)



Acero y latón. Con funda. Probablemente de Albacete. s XIX. Col: Francisco Belmonte.

Observe en el cabo, dos troncos de cono opuestos por las bases mayores, el nuestro es ahusado, el dibujo de rombos burilados. El colchón es más recargado que el nuestro. El principio del peto levanta más, el filo es casi recto, la hoja más poderosa, gruesa y con adornos de latón. No tiene barbilla y el filo está lejos de la empuñadura, en el corte el brazo de palanca es mayor. Es más puñal, la espiga sale más centrada que en un cuchillo, da la impresión de estar hecho para pinchar.



Otro cuchillo de Albacete, cabo ahusado de cuerna rubia, del XIX, envainado. (20)



Note los cabos de los puñales ahusados con virolas e incrustaciones. El cuchillo número 90, se acerca más al nuestro, o al revés. Es un cuchillo de espiga, cabo de una pieza, con casquillos o virolas. Colchón notorio e historiado; la hoja, aunque levanta algo la punta y parece que tiene doble filo, es casi la nuestra, a falta de la barbilla. Es una hoja de corte. Observe el peto decorado a lima y los adornos incisos en el recazo. (9)

Para justificar hablarle de las armas de fuego, una de mis aficiones, me metí en el gremio de los señores del fuego. Para evidenciarlo y demostrar que soy medio-herrero debo enseñarles estas modestas piezas hechas por mí, de mi coleccioncita.

  
 Cuchillo de espiga. Hoja acero pavonado y latón.
Cabo latón y ébano. Vaina cuero y latón.

 Detalle del muelle que lo fija al brocal de la vaina.



Puñal, de cachas. Hoja de cuatro mesas. Acero pavonado. Cabo latón y ébano. Relejes pulidos.



Cuchillo de caza, de espiga. Hoja acero pavonado. Cruceta-virola, tope e incrustación de ese material. Cabo acebuche con incrustaciones de ébano.

Con estos argumentos y documentos espero haber conseguido exponer mi humilde opinión sobre el cuchillo canario y es que nació de la unión de las tradiciones del metal de muchas culturas, de la influencia de muchos centros cuchilleros españoles, de otras zonas de europa y africanos, quizá incluso americanos de ida y vuelta. A estudiar podría ser que hubiera nacido a raiz de la R.O. de 13 de marzo de 1.753 en la que refiriéndose a las armas blancas se dice: “Y ningún armero, tendero, prendero ni otra persona les pueda fabricar y vender ni tener en su casa, tienda o taller,” que dio lugar penas rigurosísimas de destierro y muerte, que hizo que muchos maestros cuchilleros emigraran al sur de Francia y allí dieran origen a la industria de la navaja francesa.(21) Estos cuchilleros, en su huída del territorio peninsular, también pudieron venir aquí. Todo para hacer verdadera la máxima lapidaria de Eugenio D’Ors, que no en vano recogió la La Real Academia de la Lengua Española en el frontispicio de su sede: “Que todo lo que no es tradición es plagio.”

A mí me parece que, con lo poco que sé de cuchillería, ya he dicho lo que quería.

----------------------------------------------------
1 Pena, desconsuelo.
2 Mi tío Juan Dávila González trajo el suyo, de armazón basculante, como buen indiano. Andaba por la barbería. Un día
desapareció. El quídam, siempre dispuesto a adueñarse de lo ajeno, lo había vendido. Mi tío lloró de rabia al no poderlo recuperar por la amenaza del comprador con la Benemérita.
3 Cartuchos más cortos que el actual .38 especial con una carga de 15 gr. de pólvora negra y plomo ojival de 146 gr.
4 Remache del tope del cabo.
5 Me dicen mis sobrinos, que les siguen llegando muchísimos cuchillos suyos para ponerles hoja nueva.
6 Garganta que separa la hoja del cabo.
7 Lomo de la hoja, parte opuesta al filo.
8 Tallo de la platanera sin las hojas exteriores que se usa como forraje de ganado.
9 Separar del tronco central los grupos de plátanos, las manillas.
10 Actualmente Arbolito (preciadísimo facón) sigue ofertando hoja alemana o nacional. Cada una de ellas con su cotización (17)
11 La marca de fábrica era grabada por los veedores gremiales, más tarde se generalizó y entonces la pudo poner cada Maestro Cuchillero. Aún así, los punzones siguieron siendo raros en las obras de cuchillería española, por varias causas:
1 – La mayoría de los trabajos cuchilleros eran populares, y por lo común de éstos, no solía ponerse punzón alguno.
2 – La marca de punzón sólo la ponía el maestro armero en las obras especiales por él realizadas, quedando esta marca prohibida a los oficiales y aprendices.
3 – Los maestros cuchilleros tenían una rígida organización jerárquica, imponiendo a los aprendices y oficiales larguísimos períodos de aprendizaje, hasta tal punto, que la mayoría de ellos jamás llegaban a alcanzar la categoría de maestro y por tanto las navajas por ellos forjadas no llevaban punzón. (21)
12 Cuchillo pequeño para llevar en la verija.
13 Los vivos y los muertos cuando vivían.
14 Espadas históricas de Japon.


Debes indicar un comentario.
Debes indicar un nombre o nick
La dirección de mail no es valida

Utilizamos cookies, tanto propias como de terceros, para garantizar el buen funcionamiento de nuestra página web.

Al pulsar en "ACEPTAR TODAS" consiente la instalación de estas cookies. Al pulsar "RECHAZAR TODAS" sólo se instalarán las cookies estrictamente necesarias. Para obtener más información puede leer nuestra Política de cookies.