Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

Voces del saber: Juan Marco.

Jueves, 23 de julio de 2009
Víctor Perera Mendoza
Publicado en el n.º 271

A nadie se le esconde que en la actualidad asistimos a enormes cambios que irremediablemente seccionan el hilo comunicante que venía uniendo pasado y presente a través de ciertas actividades y oficios del ser humano. En nuestros días, pensar en encontrar un nexo con nuestros antepasados amazighes se presenta en la mayoría de los casos como una verdadera utopía. Sin embargo, aún nuestros mayores encierran en su larga experiencia vital hechos y conocimientos que la transmisión oral ha transportado desde tiempos lejanos hasta el día de hoy. Es el caso de Juan Marco.

Pinar en Artenara (Gran Canaria).

 

Mientras siega alfalfa para sus cabras, la majurria (1) asoma por encima del pinar y manda un chirote (2) frío y molesto a la vega. Ya está el diablo suelto, nos dice Juan. Nuestro paisano, Juan Marco, de 81 años, es por encima de todo un hombre laborioso cuyas tareas parecen estar perfectamente calibradas, sin dejar que nada suceda por casualidad. En Acusa Verde, los mayores de su tiempo se sentaban en el banco de cemento en una de las tantas curvas de la carretera a La Aldea y hablaban de sus cosas. Él, a pesar de ser un niño, contaba con la tolerancia de aquéllos y en su compañía aprendía relatos e historias que, a su vez, los ancianos habían oído de otros que vivieron antes que ellos.


Tener y llevar un ganado de cabras nunca fue un secreto para Juan, que atesoraba las costumbres de las generaciones de su familia que le precedieron.


Gomestén, Veretes, El Parralillo, Pajonales… Éstos son algunos de los nombres de la vasta comarca que recorriendo, conversando con otros pastores, jornada a jornada de duro trabajo, fue conociendo como la palma de su mano. Nombres casi en desuso renacen con sus palabras: Chomagán (Timagán) son unas casillas abandonadas frente al Carrizal [Conversación 27-10-2008]. Este Timagán es el término de Timagaden en El Carrizal, que recupera así una vitalidad casi agonizante desde que se hiciese figurar en el siglo XVI en los Repartimientos de Gran Canaria [Ronquillo Rubio y Aznar Vallejo 1998: 309].

 

En otros casos, las antiguas denominaciones se pierden de la memoria colectiva, pero la información que nos brindan nuestros mayores puede ayudar a recuperar su significado. Es el caso de la Montaña Azaenegue, la actual Montaña Altavista [Luján Henríquez y Ortega Ojeda 2008: 352]. Nuestro amigo, el filólogo e historiador Ignacio Reyes García, elaboró una hipótesis previa que relacionaba este topónimo con la visión del alba. Juan Marco, preguntado si la gente de Acusa se fijaba en la Montaña de Altavista para saber la hora, nos respondió: Altavista es el primer sitio que pinta el sol por la mañana. Si se me hacía tarde, mi madre me decía: «Anda, jijo, que el sol ya está pintando Altavista». Todo el mundo sabía que al pintarse Altavista empezaba el día [Conversación 25-2-2009].

 

Amanecer en la Montaña de Altavista, en la cumbre de Gran Canaria.

Amanecer en la Montaña de Altavista, en la cumbre de Gran Canaria

 


Esta información fue confirmada por otras personas entrevistadas en Artenara, que repetían la expresión: Ya va el sol rayando Altavista. Así, al menos para la zona de Artenara y Acusa, quedaba patente que esta montaña se concebía como una verdadera referencia horaria. Pero también nosotros pudimos comprobar este hecho una mañana cuando, efectivamente, tras la claridad del alba, el primer rayo de sol que logró entrar en la Caldera de Tejeda fue a posarse en la cima de la Montaña de Altavista (1.370 m), que curiosamente no es la eminencia más alta de esta región.

 

Con esta información, el trabajo de campo y el análisis filológico conseguían restablecer la formulación original del orónimo: Assa-?nn?g o 'llegada del alba' [Reyes 2009].

 

Más sorprendente resulta aún cuando los topónimos que se creían extintos pueden volver a la vida: Benguanias está en el pinar por allá de Lina. Los viejos llamaban así a aquellos cuatro cuchillos que se ven enfrente. Son riscos que parecen hojas de cuchillo canario [Conversaciones 23-2-2009].


Este topónimo aparece en los Repartimientos de Gran Canaria transcrito como Benguany[re] [Ronquillo Rubio y Aznar Vallejo 1998: 540], ya que, donde iban las dos letras finales de la palabra, el texto está parcialmente mutilado. Había margen para entender que en realidad el texto podía decir Benguany[as], de tal manera que acudimos al amigo Juan y le cuestionamos sobre las dos posibilidades: en cuanto a Benguanyre, con una mueca de extrañeza dijo no reconocerlo; pero, cuando oyó Benguanyas, rápidamente asintió con la cabeza y señaló con el dedo índice el lugar donde se hallaba. De su descripción, así como de las localizaciones que aparecen en el asiento de los Repartimientos, se puede colegir que el topónimo se encuentra en esta comarca. No obstante, futuras indagaciones deberán definir con mayor precisión sus límites geográficos y averiguar, si es posible, su alcance sociohistórico.


Quizá estemos ante el Arbenuganias de la lista que confecciona Andrés Bernáldez hacia el siglo XV y que no vuelve a aparecer en ningún documento posterior, sólo regresando a la historia de la mano de nuestro protagonista.

Por último, los topónimos antiguos que sobreviven en deformaciones provocadas por el discurrir del tiempo. ¿Quién esperaría que una localización como la Hoya El Baño (Acusa) en realidad se tratara de las antiguas Tierras de Arbano (3)?


Aquí la hipótesis de trabajo era un 'lugar pétreo o una cantera de piedras' y la memoria de don Juan una vez más nos saca de dudas: Hay una cantera que todavía está, de donde cogieron piedra para la obra de la presa de Candelaria [1968]. Pero es que a mí me dijeron los más viejos que yo que, para construir la iglesia de Candelaria [1675], cogieron la piedra de una cantera que había justo donde está la obra de la presa [Conversación 27-10-2008].

 

Pero no quedan ahí los conocimientos de este sabio pastor. Sobre los astros, nos dijo:

La Sajarita es la más brillante del cielo, así le decían antes pero ahora la llaman Venus. Si la Sajarita camina pa’ La Aldea, habrá tiempo de lluvia, y si camina pa´l pinar, no lloverá. También se ve al amanecer caminando pa´l Nuro (4).
Por la noche, desde que la Gañaora (5) trasponía por el Nuro, era la hora de empezar a labrar [Conversación 23-2-2009]

 

Consciente de que ese lenguaje del cielo llevaba tiempo desapareciendo y que él sólo recordaba pequeños pedazos, nos refirió la que para él era la comarca de referencia a la hora de leer en el firmamento: Mi abuelo paterno procedía de Tasartico, y esa gente y la de Tasarte y Guguy se subían a esos filos donde tenían los ganados y mirando el cielo sabían todo; ése era un idioma suyo [Conversación 23-2-2009].

Las lecciones sobre el manejo de las cabras producen todo un vocabulario relacionado. Sirva como ejemplo la diferenciación de distintos tipos de comida seca para los animales:


El majuje (6) es lo que queda en el piso que tiene hojas o se pueden comer los animales, como la cebada, pero los marullos tienen leña, no se lo comen los animales y las soqueras son las hojas secas del millo. A ninguna cosa se le llama así sino al millo [Conversación 10-6-2009].

 

Gracias a su memoria, vamos sumando indicios sobre la existencia del “silbo” en Gran Canaria. De sus descripciones se infiere que, en estos agrestes parajes del oeste insular, hubo un tiempo no muy lejano en el que los pastores flanqueados por sus garrotes se hablaban de barranco a barranco, de risco a risco, mediante silbos: Se decían dónde había pasto, por dónde se podía echar pa’un sitio. Yo no lo aprendí. Pero eso ya no se usa, hace por lo menos 70 años que no se oye. Creo que en Tasartico y esos mundos también se silbaba, mi bisabuelo era de allí [Conversación 10-12-2008].


Al respecto, una informante de la familia Sarmiento de Tasarte nos refirió este interesante testimonio: Para pasar los ganados de una banda a otra del barranco se silbaba. Había silbos para llamar a comer a la gente, decir que las cabras habían llegado a un sitio, comunicar dónde se encontraban los pastores o convocar en la casa en caso de enfermedad o parto [Comunicación personal 22-6-2009]

La leyenda puede también parecer más real que nunca. Veamos un conocido pasaje que nos trae Marín de Cubas:


[...] vieron salir de una cueba dos mugeres huiendo por sobre unos riscos, la una era madre algo anciana, y la otra su hija mui hermosa de mucho cabello, y rubio con unos faldellines de pieles y lo demas desnudo como en todas se via, estas viendo llegar a querer suvir el risco tras ellas, arrojaron tantas piedras que mataron a un soldado, y hirieron a muchos a la suvida del risco de Tirma, mas viendo la resistencia dos castellanos suvieron rodeando otro camino por unos andenes bien peligrosos y pudiendo la mas anciana huir y escaparse volvio sobre la mosa que se ponia en defenza y pareciendole imposible escapar de cautiverio desembolviole el cavello largo a la mosa y dandose dos bueltas al brazo derecho con el se arrojo del risco abajo traiendosela consigo se hisieron pedasos y oi llaman el Salto de las Mugeres.. Hubo otras canarias que buscando leña fueron sentidas de castellanos, y tambien se derriscaron. [Marín de Cubas 1986: 202]

 

Mesa del Junquillo

 

 

Ahora, veamos el sorprendente relato del entrevistado:


El Risco de las Mujeres está en Chofaracás [Tifaracás]; a dos mujeres le cayeron atrás y se enriscaron allí, una madre y una hija. Eso me lo contó mi bisabuelo que otros se lo habían contado a él.
Una se llamaba Maguay (7) y también se sabía el nombre de la otra. Arriba del risco había una cueva, la Cueva de las Mujeres, y decían que algunos viejos subieron y que había un pino atravesado en la cueva y que estaba llena de cencerras de canarios
[Conversación 6-11-2008].

 

Son muchas las anécdotas que nos narra como si hubiesen ocurrido el día anterior, donde a menudo desliza palabras de otro tiempo pero que han formado parte de su vida. Así ocurre con el vocablo samarín, empleado para designar a una persona extraordinariamente gorda y grande [Conversación 25-2-2009], que retiene la acepción primaria del término, 'fuerte, poderoso', sin llegar a convertirse en la identificación de la comunidad sacerdotal que se documenta en Tenerife. O bien una antigua fórmula de despedida que usaban los pastores cuando dejaban de conversar y se alejaban para seguir cada uno con lo suyo: era como decir – ¡adiós, hasta mañana! – y decían ¡ajub! [Conversación 27-10-2008].

A nadie se le esconde que en la actualidad asistimos a enormes cambios que irremediablemente seccionan el hilo comunicante que venía uniendo pasado y presente a través de ciertas actividades y oficios del ser humano. En nuestros días, pensar en encontrar un nexo con nuestros antepasados amazighes se presenta en la mayoría de los casos como una verdadera utopía, sin embargo, aún nuestros mayores encierran en su larga experiencia vital hechos y conocimientos que la transmisión oral ha transportado desde tiempos lejanos hasta hoy.

La cebada, el trigo, el millo y la alfalfa pueden ofrecer mucho a quien sabe cómo aprovecharlas. Cuando las sombras empiezan a ganar la batalla a las luces, Juan Marco, nexo entre lo antiguo y lo moderno, se recoge en su casa y hasta la brisa en la vega parece reconocerle como a uno de esos maestros de la tierra y lo que ella produce, en parte, por su inteligencia aplicada a las pruebas ante las cuales nos pone la existencia, en parte, por el bagaje heredado de sus ancestros.


Sirva este artículo como humilde homenaje a su persona.

 

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Notas.

(1) Majurria: Bruma espesa que lo cubre todo y produce lloviznas débiles.
(2) Chirote: Brisa o viento frío y húmedo del noreste, alisio. También conserva en Gran Canaria y Fuerteventura su acepción primaria, el 'miedo' que genera ese escalofrío que luego se asoció con el fenómeno atmosférico, pues su etimología (*t-iru-t > ?irot) habla de 'aullar, gritar, vociferar' o 'gritar de miedo (guerrero)'.
(3) Arbano: Hoya en la comarca de Acusa. arbban < *?r-(n)-wawan, 'frontera pétrea'.
(4) Nuro: Roque Nuro. Aunque se conoce como Roque Nublo, lo cierto es que las variantes orales mayoritariamente se inclinan por Nugro o Nuro. De una observación directa de los Repartimientos de Gran Canaria, en concreto de la data que tiene por titular a Bartolomé Barba y figura fechada en 1536 se desprende que, aunque trascrito como Risco de Angro (Ronquillo y Aznar 1998: 55), parece bastante plausible que en realidad el texto diga Risco de Nugro; y, dado el contexto en el que se halla, creemos que se trata de la primera referencia al Roque Nugro de que se tiene constancia. En cualquier caso, esta denominación pudiera adscribirse al léxico nativo y no, como se venía pensando, al castellano a través del adjetivo nublo ('cubierto de nubes').
(5) Gañaora: En la Tabla 9 de El Cielo de los Magos, buscando una denominación similar encontramos Gañanera, que puede aludir a las estrellas Sirio o Canopo. Nosotros desconocemos si se trata de una de éstas o de otro cuerpo celeste.
(6) Majuje: Restos vegetales comestibles, pero especialmente las hojas de tabaiba o almendrero secas. La primera referencia de esta palabra se la debemos a José Luis Díaz Pérez (Artenara), que además aporta la variante maguje.
(7) Maguay: A pesar de preguntársele por la palabra maguada, la desconoció y se reafirmó en que Maguay era el nombre propio de aquella mujer. Sobre el nombre de la otra, duda si el pastor de Tifaracás conocerá la historia o si aún se conoce en El Risco (Agaete).



Bibliografía.

BELMONTE AVILÉS, Juan Antonio y Margarita Sanz de Lara. 2001. El Cielo de los Magos. Tiempo astronómico y meteorológico en la cultura tradicional del campesinado canario. Islas Canarias: La Marea.

BERNÁLDEZ, Andrés. ca. 1495. Memorias del reinado de los Reyes Católicos, en Morales Padrón (1993: 505-520).

LUJÁN HENRÍQUEZ, José A. y Gonzalo Ortega Ojeda. 2008. La Toponimia de Artenara. Gran Canaria: Domibari.

MARÍN DE CUBAS, Tomás. 1986. Historia de las siete islas de Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria

MORALES PADRÓN, Francisco (ed.). 1993 (1978). Canarias: crónicas de su conquista. Transcripción, estudio y notas. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo, 2ª ed. (Ínsulas de la Fortuna, 2).

ONRUBIA PINTADO, Jorge. 2003. La isla de los Guanartemes: territorio, sociedad y poder en la Gran Canaria indígena (siglos XIV-XV). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria.

REYES GARCÍA, Ignacio. 2009 (2006). Diccionario ínsuloamazighe [en línea]: <http://www.ygnazr.com/amawal.htm>. [Consulta: 6-10-2009]. Islas Canarias: Fondo de Cultura Ínsuloamazighe.

RONQUILLO, Manuela, y Eduardo Aznar (eds.). 1998. Repartimientos de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: Museo Canario / Cabildo de Gran Canaria (Ínsulas de la Fortuna, 6).

 

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