El profesor Pérez Corrales es conocido por sus profundos estudios sobre Agustín Espinosa y su entorno surrealista, y por los estudios sobre literatura y cultura portuguesas. La misma seriedad investigadora y claridad de exposición que demuestra en esas lides profesorales están puestas al servicio de esclarecer ese trozo de nuestra cultura que parece se va perdiendo: las peleas de gallos.
No hace mucho publicaba las finas y barrocas crónicas de las peleas de gallos del que fuera profesor de francés del Instituto de Las Palmas, don Alfonso Canella (
Pollos y Jacas. Crónicas gallísticas. Circo Cuyás, 1934-1939. Tenerife, Colección espuela y fiscorno, 2006). Anteriormente había dado a la luz el folleto
Mulato de San Miguel. Campeón canario. Año de 1915, la historia de un gallo orotavense (2005); y la edición, introducción y estudios del libro
Memorias gallísticas (1897-1926), de Francisco Dorta Martín, Pancho
el Músico (2005).
También ha dedicado el profesor Pérez Corrales espacio a escribir en la prensa sobre peleas de gallos, como cronista fino y agudo, a la manera de los que presenta en su
Diccionario.
Calificaba como curioso, líneas arriba, esta obra, y lo es porque, ábrase por la página que se abra, siempre nos encontramos con la novedad y la sorpresa que nos inducen a seguir haciendo la experiencia, sobre todo para los que, como yo, han vivido alejados de esta afición. Supongo que más gozo encontrarán los entendidos y apasionados por este entretenimiento que lleva aparejado tanto trabajo y tanta sabiduría, y ha dado ratos de sano esparcimiento a numerosísima gente, y además ha acumulado en el tiempo un riquísimo arsenal de información impresa.
Las numerosísimas entradas de este
Diccionario Gallístico de Canarias nos ofrecen ahora otras tantas grandes y pequeñas historias, donde aparecen muchos personajes de la vida canaria, de todas las clases sociales, que tuvieron la afición por las peleas de gallos. Hay políticos, profesionales de múltiples ramas (del derecho, la medicina, el profesorado), escritores...: toda la esfera social está retratada en este libro pleno de noticias. Aparecen, cómo no, los vocablos específicos del entorno gallístico (toda una jerga propia), los casteadores, galleros, cronistas, los nombres de los gallos, la explicación de sus distintas clases, etc.
Rescata las primeras crónicas de que tenemos noticias estampadas en la prensa sobre las peleas de gallos, de la segunda mitad del XIX. Cada crónica insertada –las hay de todas las épocas– nos introduce en el ambiente de la pelea y en el momento en que se escribe. También aparecen los detractores de la afición.
Se rescata, además, una buena porción de fotos de todas las épocas, elemento que hace mucho más amena la consulta del
Diccionario y nos introduce de lleno en la atmósfera de la época de la entrada a que se refiere. Son de destacar muchas; entre ellas, una en que el poeta Saulo Torón brinda con unos amigos, ante el personaje del libro: el gallo, que con todo cariño sostiene uno de los asistentes; en la entrada de Domingo Rivero, aparece una caricatura del poeta transmutado en gallo, por Francisco González; también aparece una caricatura hecha por el novelista Pérez Galdós. Ya que hablo de escritores, tienen también su entrada en el
Diccionario Francisco González Díaz, Luis Rodríguez Figueroa y otros.
Cada pueblo o ciudad de las islas que tenía peleas de gallos aparece con su propia entrada. Las fotografías insertas en medio de la obra están en color. Allí se pueden admirar excelentes tipos de gallos, y cuadros de varios pintores sobre las peleas. En las fotos en blanco y negro también se encuentran numerosos cuadros de gallos. Sería interesante que la Consejería de Deportes del Gobierno de Canarias intentara una exposición itinerante por todas las islas, que presentara una nutrida muestra de cuadros sobre gallos. Sorprenderían, creo, a propios y extraños, la calidad, variedad y personalidad de los artistas que han visitado el tema. También se muestran muchos programas de todas las épocas.
De obra “en marcha” califica el autor este libro, pues la investigación, sobre todo en la prensa, va ofreciendo cada día nuevos datos sobre esta actividad tan popular. Muestra de que es así es el “Apéndice” que se nos ofrece al final del libro, que son noticias conseguidas después de entregada la obra a la imprenta.
En la "Introducción" se nos habla de la importancia de las peleas de gallos en nuestra sociedad, actividad que ha llegado a ser pasión. No duda Pérez Corrales en calificar esta afición como “la más valiosa del mundo entero”. Hace allí un llamamiento a los lectores para que le ayuden en la corrección de los posibles errores y en el enriquecimiento de la obra con aportaciones nuevas.
Quiero acabar esta invitación a la lectura de este Diccionario-Enciclopedia de los gallos de pelea en Canarias con la lectura del soneto del poeta tinerfeño Luis Rodríguez Figueroa que aparece en la página 488 del libro y se publicó en un periódico de Las Palmas de Gran Canaria de 1908:
Rutilantes los ojos, reducida
y señoril la testa abermejada,
es un rey y adalid que en la jornada
acrecienta su rabia a cada herida.
De arrogante fiereza, envanecida
toda su estirpe está y en la acerada
espuela de sus patas, resellada
fue con sangre la historia de su vida.
Galante en la campiña, entre doncellas
cuando descansa de su ardor guerrero
finge un don Juan de sultanescas huellas.
Que el ímpetu viril de que hace alarde
remata con un cántico altanero
en las horas postreras de la tarde.