Revista nº 1012
ISSN 1885-6039

Homenaje al Doctor Arístides Hernández: sus memorias en la isla.

Lunes, 20 de Abril de 2009
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 258

El último Hijo Adoptivo de Fuerteventura dio a conocer Libro de recuerdos de un médico rural ante un Centro Bibliotecario que se quedó pequeño.


El doctor Arístides Hernández presentaba Libro de recuerdos de un médico rural, la recopilación de sus memorias que ha editado el Servicio de Publicaciones del Cabildo, dependiente de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. El Centro Bibliotecario Insular, escenario en que Don Arístides desempeñó su labor profesional en la década de los años 70, no fue suficiente para acoger a las más de 300 personas que asistieron a este acto.

Acompañaron al último Hijo Adoptivo de Fuerteventura -tal y como ha sido designado en el conjunto de galardones que otorga la Corporación Insular- el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo, Genara Ruiz, y el miembro de la Real Academia de médicos de Tenerife y autor del prólogo del libro, Manuel Herrera Hernández.

“Este libro es un pedazo de la historia de Fuerteventura, contada desde la visión de una de las personas más implicadas en el desarrollo reciente de la Isla. La presencia de todos los que nos encontramos hoy aquí dice mucho de cómo Don Arístides se ha ganado el prestigio como profesional y el aprecio como persona, después de una dilatada carrera en la que contribuyó, además de con su labor como médico, en la puesta en marcha de Cruz Roja o uno de los organismos más prestigiosos de los que se relacionan con Fuerteventura como es el Consejo Regulador del Queso, entre otras muchas cosas”, dijo Mario Cabrera.

El autor del prólogo destacó el mérito de ser “un actor copartícipe del desarrollo de Fuerteventura, y colaborador en distintos ámbitos de la sociedad majorera”. Manuel Herrera alabó el compromiso y la dedicación de una persona “que estuvo siempre 24 horas disponible en las condiciones más precarias como médico rural, ofreciendo a pesar de todo el trato más humano y más cercano a todos sus pacientes”.

El propio Arístides Hernández Morán, en su intervención, expresó su agradeciemiento a Fuerteventura, “mi Isla, porque si algo he hecho en estos 55 años es entregarme a ella, desde un primer momento, en que las carencias marcaban la vida de la sociedad de la Isla, hasta el momento actual. También se refirió a al satisfacción que ha supuesto para él el ejercicio de la medicina, “una forma de ser y una actitud que acompañan siempre a quien la practica, como el deber y la conciencia, durante toda su vida”.


Arístides Hernández Morán.

Arístides Hernández Morán. Arístides Hernández Morán nació en Santa Cruz de Tenerife el 17 de abril de 1926, obteniendo el Título de Bachiller por la Universidad de La Laguna en 1945. Desde 1946 y hasta 1952 desarrolló los estudios de la Licenciatura en Medicina y Cirugía en la Universidad de Cádiz, obteniendo en los años sucesivos los Títulos de Médico Especialista en Medicina Interna, Médico Especialista en Dermatología, Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, Médico Diplomado en Medicina Geriátrica y Médico Examinador aéreo del centro de Investigación de Medicina Aeronáutica.

En 1953-54 se establece en Fuerteventura, donde ha sido Médico titular de Puerto del Rosario, Jefe Insular de Sanidad, Coordinador del Centro de Salud de Puerto del Rosario, Médico del Hospital Virgen de la Peña, Médico del Hospital Insular, etc. Arístides Hernández también ha destacado por su papel social como impulsor de la Asamblea Insular de la Cruz Roja, impulsor de la Denominación de Origen del Queso Majorero, miembro de la Plataforma de Apoyo al Proyecto de Tindaya, etc.


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Viernes, 15 de Mayo de 2009 a las 20:06 pm - Dr. MANUEL HERRERA HERNÁNDEZ (autor del Prólogo)

#01 PRÓLOGO DEL LIBRO \"RECUERDOS DE UN MÉDICO RURAL, DEL Dr. ARISTIDES HERNÁNDEZ MORÁN\".

A principios de diciembre del año 2007 recibí una llamada telefónica del Dr. Arístides Hernández Morán. Al escuchar el objeto de su llamada quedé perplejo. Me pedía que escribiera el Prólogo de su Libro de recuerdos de un Médico Rural. De siempre he tenido el defecto, o el placer, de aceptar inmediatamente cualquier solicitud de los amigos. Pero pienso que, en esa ocasión, debí pensarlo. Escribir un prólogo supone siempre un severo compromiso. En primer lugar, porque un prólogo es como el pórtico de una obra que debe estar acorde con el contenido de esa obra, de estas memorias. Y, en segundo lugar, porque acaso el Dr. Hernández Morán ha supuesto en mi una autoridad literaria o una capacidad para este cometido. No obstante, al ir leyendo las galeradas, más 600 folios, que me envió del libro fui encontrando en esos folios vivencias apasionantes del Dr. A. Hernández Morán. Ortega y Gasset explicaba que la vida es el conjunto de vivencias que la van, por decirlo así, amueblando.

Allí, en aquellas páginas, fui encontrando vivencias sobre su familia, infancia y juventud, estudios de Medicina, llegada a Fuerteventura, y su participación en tantos afanes. Y así su lectura me fortaleció para escribir este prólogo. En el teatro griego y latino se recitaba un discurso antes de la representación de una obra explicándola para que fuera bien aceptada. Era llamado prólogo. De ninguna manera voy a exponer un largo discurso ni tampoco un resumen de la obra. Con esa intención acometí este reto y me puse delante del teclado, no para valorar el texto, para valorar todo lo que se dice en el cuerpo del libro, sino para destacar la importancia de estos recuerdos que me permito catalogarlos de incuestionable utilidad para el estudio de la salud pública de Fuerteventura en una época que abarca los últimos cincuenta años del siglo XX. Al mismo tiempo, en este libro brilla el mérito de ser escrito por un médico que ha sido actor principal o copartícipe, en esa segunda mitad del siglo, de otros acontecimientos trascendentales en el desarrollo de Fuerteventura. Esa acción o participación se extendió en el campo social, económico, cultural e, incluso, religioso como fue su destacada actuación en el logro de un retablo nuevo para la iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

Sin embargo, en primer lugar, debo destacar el origen del Libro de Recuerdos de un Médico Rural. El autor confiesa que no sabe los motivos o las razones que le han impulsado a escribir esta biografía. Alguna vez he comentado las palabras de Gregorio Marañón, en su obra La Medicina y nuestro tiempo, sobre las memorias y autobiografías de médicos. Los médicos suelen sentir, con mayor necesidad que otros profesionales, el prurito de contar las intimidades de su vida. Creo, además, que el Dr. A. Hernández Morán ha redactado sus recuerdos con un afán pedagógico para informar sobre aquella situación de la sociedad y de la sanidad. En las páginas del libro ha querido derramar sus vivencias, su experiencia de médico rural, con esa finalidad que, me atrevo a afirmar, es una denuncia de la situación, que no conocen los médicos ahora jóvenes, de abandono sanitario y social en la que estaba la isla cuando él llegó en 1953.

He conocido lo que es un médico rural. Aquí, hoy, debemos recordar que la atención primaria fue catalizada por los médicos rurales. El médico rural ejercía su profesión las 24 horas, todos los días, desarrollando esa labor médica en soledad y en unas condiciones precarias, soportando la aparición de un cúmulo de problemas que afectaban a la misma profesión médica. Por otro lado, ser médico rural imprimía carácter al posibilitar la zona rural un contacto más humano y más completo. Y, mientras, veía aparecer la sombra de la pérdida de prestigio, el cansancio crónico por las condiciones de trabajo o la aparición del síndrome del burnout médico con las decepciones, desengaños e incomprensión. Por otro lado, al volar el tiempo, no sólo era diferente la relación médico-enfermo. También el conocimiento de las nuevas patologías que afectan al ser humano, las enfermedades emergentes y la patomorfosis de otras antiguas. Por esto creo ver la intención del autor al incorporar estos aspectos para conocimiento de los nuevos médicos y, asimismo, para conocer la historia de la medicina de la antigua Herbaria.

Observamos que el título del libro no se corresponde exactamente con el contenido de la obra excepcional realizada en su isla adoptiva por el Dr. A. Hernández Morán por dos motivos:

Uno, porque las zonas donde ejerció al principio como médico titular estaban cercanas a Puerto de Cabras actual Puerto del Rosario. Y, el otro motivo, porque el contenido del libro llega más allá del título de recuerdos de un médico rural. En las páginas podemos comprobar con admiración la varia y completa especialización del Dr. A. Hernández Morán en clínica médica y en medicina preventiva y social. Es decir, son recuerdos de un médico rural pero, además, en el libro, como hemos dicho antes, se presentan y se analizan múltiples facetas no sólo médicas.

El Dr. A. Hernández Morán siempre fue un ejemplo por su entusiasmo y saber sacar tiempo al tiempo impartiendo innumerables charlas y conferencias directamente o a través de los medios de comunicación sobre educación sanitaria especialmente sobre detección de la diabetes, salud bucodental, adicciones tanto a las drogas legales -tabaco y alcohol- como a las ilegales, enfermedades de transmisión sexual, socorrismo y primeros auxilios. Todo esto lo incorporaba a su trabajo habitual que no le impedía recorrer la isla para atender urgencias médicas, accidentes, partos en condiciones novelescas o trágicas, y luchando contra toda clase de enfermedades infecciosas causadas por malas condiciones higiénico-sanitarias. Como resultado de esta lucha continua se impregnó de humanismo. El mejor humanismo, como señala Marañón, no se ha aprendido siempre en las bibliotecas sino errando por los caminos ásperos. El Dr. A. Hernández Morán sabía, sabe, comunicar con el enfermo, explicarle lo que tiene y asegurarle que estaba, está, involucrado en su curación que para él es lo importante. Como recuerda el búlgaro Nikolai Tsankov “A veces una sonrisa puede curar más que todas las excelencias científicas que posea un médico”.

Hace 9 días que celebramos el Día Mundial de la Salud 2009. La lectura de este Libro de Recuerdos nos impulsa a reflexionar sobre la salud. La Directora de la Organización Mundial de Salud, Margaret Chan, decía con ese motivo que la salud disfruta de un lugar prominente en la agenda del desarrollo, y que una crisis financiera no puede cambiar el peso de las evidencias. La sanidad está amenazada por tres tendencias universales: el envejecimiento de la población, la urbanización rápida e imprevista, y la globalización de los estilos de vida malsanos. En consecuencia, como apunta el Dr. A. Hernández en su Libro, las enfermedades crónicas, desde hace mucho tiempo consideradas propias de sociedades opulentas, han cambiado de lugar. Universalmente el 80% de la carga de enfermedades como las cardiopatías, la hipertensión, el cáncer y la diabetes se concentra hoy en día en países con rentas bajas e intermedias. El aumento de las enfermedades crónicas supone una carga enorme para los sistemas sanitarios y contribuye a otros dos problemas: 1) el elevado coste de la asistencia a largo plazo y 2) la grave escasez, de médicos y de otros trabajadores sanitarios.

No puedo terminar sin destacar también que el Dr. A. Hernández Morán está casado y su mujer – D.ª África González, nuestra admirada amiga – ha sido siempre su apoyo ayudándole en una vida tan activa, sin importarle si el tiempo era triste o alegre, y contribuyendo también a que el Dr. A. Hernández Morán haya sido un especial embajador de la amistad. En definitiva, por todos estos pensamientos expuestos de manera resumida, podemos afirmar que el Libro de Recuerdos de un Médico Rural es de un interés axiomático, no sólo para conocer la biografía del Dr. Arístides Hernández y los acontecimientos descritos en el Libro, sino también para conocer la salud pública en la isla de Fuerteventura, y también como un documento ilustrativo que debe ser consultado por estudiosos y por investigadores de la historia de la Medicina en Canarias.

(*) Doctor MANUEL HERRERA HERNÁNDEZ

Las Palmas de Gran Canaria, 16 de Abril de 2009