El Laboratorio de restauración del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada ha culminado los trabajos de recuperación de la colección de material arqueológico donada hace un año por Santiago Rodríguez. Según informa la responsable del área de la institución museística, Patricia Prieto, se han restaurado un total de 268 piezas, de las que un 60% corresponde a material cerámico. Por su peso dentro de la colección donada, señala el informe de la restauradora, también destacan los instrumentos líticos, que representan un 32,3% de las piezas tratadas, seguidas de útiles y restos óseos (6,3%) y piezas de madera (1%). Hay que señalar que dentro de la inmensa mayoría de piezas cerámicas destaca el predominio de los restos de recipientes (un abrumador 92,7%) y la pequeña representación de ídolos (con un total de cinco piezas) y pintaderas (seis). Con estos trabajos se culmina la recepción de la colección donada por Rodríguez el pasado mes de mayo de 2008.

Santiago Rodríguez se puso en contacto con los técnicos del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada poco después de la reapertura del yacimiento, mostrando interés en que su colección de piezas arqueológicas formara parte de los fondos de la institución. Rodríguez informó de que la mayoría de los objetos que había heredado de su madre habían sido localizados en las inmediaciones de la Cueva Pintada y que expertos de la talla de Sebastián Jiménez Sánchez y Celso Martínez de Guzmán habían constatado el enorme valor de las piezas. Entre los materiales donados por Santiago Rodríguez hay que destacar fragmentos de cerámicas decoradas, pintaderas (algunas completas), instrumentos de industria lítica, objetos fabricados en hueso y algunos restos humanos, entre otros.

Prieto destaca que durante estos últimos meses de intenso trabajo se han seguido las pautas que marca la propia naturaleza de las piezas como restos arqueológicos. “En la restauración, en especial en el ámbito de la arqueología, es primordial el principio de mínima intervención. Esto se debe a que toda manipulación implica un riesgo y además, en cada objeto, bien sea mueble o inmueble hay que aceptar el paso del tiempo y la degradación natural que ello implica. Es por ello que deben rechazarse tratamientos intervencionistas que modifiquen la unidad o extorsionen la veracidad del mensaje que comunica la obra”, señala.

La restauradora del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada destaca que la colección, una vez restaurada, “aporta mucha información útil” para conocer un poco mejor la vida de los primeros habitantes de la isla. Un ejemplo claro de este hecho lo aporta la cerámica. “La cerámica constituye el material por antonomasia de esta colección. Tenemos multitud de recipientes cerámicos, la mayoría con decoración en almagre y algunas de ellas con un acabado bruñido de una calidad sobresaliente. Dentro del conjunto, hay una gran variedad de tipologías y tamaños, aunque en muchos casos, son fragmentos pequeños decorados que nos impiden imaginar exactamente la forma completa de la pieza en concreto, pero que nos dan una información muy valiosa de la variedad de pastas, su grosor, la decoración y acabado de las mismas”.

En lo que respecta a las piezas líticas son, principalmente, bruñidores, raspadores, morteros, molinos y un algún recipiente. El material en hueso, como bruñidores o agujas, entre otros, no presenta ningún problema de conservación. Más complicados son los restos humanos con cráneos, llenos de tierras, concreciones y zonas muy frágiles a punto de desprenderse. Para finalizar, la colección incluye restos de madera que aportan información sobre el aprovechamiento del medio vegetal por parte de los canarios.