Entre el repicar de las campanas, el sentimental sonar de los tambores, y el pregonar sentido de las caracolas, apareció la Virgen, en una hermosa enramada de los que sienten profundamente un día, el de Las Marías de Guía.
Y salió la Virgen para presidir la Romería, una de las más hermosas de la isla. Salió hermosa en su trono, arropada por una tradición festiva y devoción sublime, que despierta cada año los sentidos del cuerpo y del alma, y nos hace sentirnos orgullosos del trabajo que se ha hecho y que nos ha legado una fiesta auténtica del pueblo.
Sonaron los tambores, nos mecieron las caracolas, y la enramada enmarcó a la Virgen, manteniendo una centenaria promesa, que cobra vida y sentido, cada domingo de Romería de las Marías.
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