La aborda desde la época de los Welter en Coro, la conquista del mundo andino y de Cumaná, en la que participaron isleños, para luego analizar su contribución en la formación de una elite en Caracas en las primeras décadas del XVII y analizar después la época de la migración familiar a partir de 1670 con la fundación de localidades como San Carlos Cojedes y Calabozo en la penetración llanera, de Rosario de Perijá en Calabozo, de Panaquire y San Felipe Yaracuy en la zona cacaotera y de Concepción del Pao en Oriente.
En ese período se estudia la formación de una elite de ese origen, su control de las mercerías y pulperías y sus actividades agrícolas en los altos caraqueños, la vida cotidiana de las mujeres, la vida matrimonial antes y después de la pragmática sanción y los cambios en la emigración en la segunda mitad del siglo XVIII, tras el impacto de la derrota de la rebelión contra la Guipuzcoana.
El repunte de la emigración familiar en el tránsito del XVIII al XIX, con el auge del café y del añil y su papel en la independencia, en la que los de clase alta apoyaron la revolución, mientras que los de la baja apoyaron la causa realista, dio paso a la República de Venezuela, donde se promueve su emigración como sustituto de los esclavos. La Guerra Federal mostró su papel contradictorio de chivo expiatorio en los conflictos sociales y étnicos.
El auge cafetalero de la época de Guzmán Blanco la hace repuntar, pero se derrumba con su crisis, hasta difuminarse en la larga dictadura de Gómez. En los años treinta del XX volverá de nuevo, con un auge espectacular en los barcos clandestinos de 1948 a 1952, que derivaron en las puertas abiertas de los 50. La reconstrucción familiar y la continuidad de los traslados hasta principios de los 80 se tradujo con la crisis en el retorno que hoy se vive, especialmente desde el impacto del caracazo de 1989.